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viernes, 16 de septiembre de 2016

PRELUDIOS DE BERREA Y PASO MIGRATORIO DE AVES EN LA SIERRA DE ANDÚJAR

     Septiembre siempre es una buena época para hacer una escapada a la Sierra de Andújar, pues el paso migratorio de la aves viajeras que se van a África a pasar el invierno y la berrea del ciervo que comienza en estas fechas que anuncian que el otoño está por llegar, llenan de vida estos alomados montes. Y tras la vuelta del Voluntariado en Pirineos, aprovechamos Fran, Alberto antes de que se fuese a Almería, y yo el lunes 12 para hacer una ruta por la sierra.
     Calurosa jornada, que no obstante nos deparó muchas y variadas observaciones. Iniciamos nuestra salida por la carretera de la cadena, donde en los agostados pastos de los cerrillos pudimos ver un alcaudón real, estorninos, grajillas y urracas. Nos llamó la atención una posada en el cabeza de una vaca que estaba tumbada. Por la zona de los bajos chaparros que hay más adelante fueron los rabilargos los que vimos cercanos a la carretera, y al llegar a las viñas, aparecían las tórtolas turcas en los tendidos eléctricos.
     Nos acercamos a una vieja piscina donde se acumula el agua de lluvia, y que actúa como una trampa para los anfibios. Pero no encontramos ninguno, al menos en la parte libre de agua. La causa, una culebra de collar. Se trataba de un individuo adulto, que carecía por completo del collar que exhiben los jóvenes y que da nombre a la especie. Esa ausencia de collar en los ejemplares adultos es lo que caracteriza a la especie ibérica de esta culebra acuática, taxonómicamente separada de la especie europea en fechas recientes.

Culebra de Collar Mediterránea

     Pero no era la única culebra que allí había, pues encontramos un joven macho de culebra bastarda. Con dos culebras compartiendo tan reducido espacio, a saber desde cuanto tiempo, normal que no encontrásemos ranas, ni tritones, ni gallipatos que solían haber. A esta especie la sacamos de la piscina, pues de llegar a inundarse si lloviera, moriría ahogada. También aprovechamos y colocamos un par de tablones a modo de rampas, para facilitar la salida de ciertos animales que podrían caer y perecer allí.

Culebra Bastarda, macho joven

     Dimos una pequeña vuelta por la zona, hasta salir a un sitio con una buena panorámica de la sierra. Parecía como si hubieran estado esperando a que llegáramos, pero ante nosotros empezaron a desfilar rapaces en vuelo. El contraluz nos impidió que identificásemos con seguridad una gran águila, pero nos impidió disfrutar del planeo de un cercano buitre negro. No tardaron en sumársele un milano negro, y un águila calzada de fase oscura, volando casi simultáneamente ofreciéndonos una perspectiva, primero frontal y luego ventral. Algo más lejos volaba otro buitre negro, en compañía de unos leonados, mientras por las cercanías había aparecido un águila calzada de morfo claro. Atrapados en el dilema de tener que elegir a que rapaz observar, mientras estábamos con los ojos puestos en los prismáticos, irrumpió en la zona un grupo de 25 halcones abejeros, en el que estaban representadas todas sus coloraciones. La calzada volaba junto a ellos, mientras se arremolinaban cogiendo altura. Y la exhibición de rapaces cesó cuando se lanzaron hacia el sur.
     Volviendo hacia el coche, deparamos en un papamoscas cerrojillo y en un herrerillo común, que no se dejaron ver mucho rato. En la carretera se nos cruzó algún mirlo, y vimos un gran grupo de estorninos, aparte de rabilargos. Paramos en otro lugar desde donde había buenas vistas de la sierra, pero aquí no tuvimos tanta suerte. En el rato que estuvimos tan solo pasaron unas palomas torcaces, pero al bajarnos del coche cuando llegamos, nos entretuvimos mirando un par de inquietos herrerillos capuchinos, que se movían entre las ramas de una encina, mientras emitían su canto.
     Nos dirigimos después al área recreativa del Encinarejo, donde almorzamos, y pasamos la sobremesa esperando a que se disminuyeran un poco las altas temperaturas de la tarde. Pero antes, al llegar, paramos en el mirador un rato, tanto como aguantamos expuestos al sol. Ya pudimos escuchar aquí la berrea. Sobre la dehesa que controlábamos visualmente, vimos pasar alguna torcaz, pero fijamos la atención en el águila imperial, que también volaba por allí. En un tocón que sobresalía del río, se soleaba un galápago leproso, y siguiendo el cauce pasó un ánade real con en fase de eclipse. Tras la breve espera, seguimos un poco más abajo, en busca de las sombras de los pinos y los fresnos. Al llegar, antes de bajarnos del coche, vimos a la garza real. Nos acercamos cautelosamente a la orilla del río, donde entre la vegetación de la orilla pudimos escuchar al ruiseñor bastardo y los reclamos del petirrojo y la curruca cabecinegra. La garza estaba tan bien mimetizada que apenas podíamos verla. En cambio si localizamos al ánade nadando a la sombra orilla del río, donde entre el efecto del claroscuro juego de luces y sombras, y su críptico plumaje de eclipse tampoco hubiera sido fácil descubrirlo de no ser por sus movimientos. Se oyeron los verdecillos, pero sin llegar a verlos. Los jilgueros, por su parte, que también cantaron, sí que se mostraron. Escuchamos los agudos pitidos del agateador y los sonoros trinos del trepador azul, los cuales acabamos viendo. Igualmente oímos las leves voces del mito, y lo encontramos moviéndose por las ramas. También descubrimos paseándose por las ramas a un carbonero. Oímos las notas del pico picapinos, y también acabamos viéndolo. Y entre tanto, un papamoscas gris se movía por los alrededores, de rama en rama. También escuchamos los graznidos del águila imperial, y con solo levantar la vista vimos a una pareja de adultos sobrevolando los montes.
     El siguiente sitio al que nos encaminamos por la tarde fue a La Lancha. A lo largo del trayecto pudimos ciervos y gamos, perdices, urracas y rabilargos, más algún papamoscas. Un arrendajo salió volando entre un grupo de rabilargos. Le dedicamos sendas paradas a una totovía que se posó en la rama baja de un pino, y a un pito real posado en el suelo, a al sombra de una encina. Como todavía apretaba el calor eludimos pararnos en las curvas, y seguimos hasta el Embalse del Jándula. Nada más llegar, vimos tres cormoranes, en la orilla cercana, que se lanzaron al agua. En torno a la presa se concentraban los aviones comunes, y desde esta descubrimos una hembra de cabra montés. Seguimos nuestra andadura, que nos llevó al desaguadero del embalse, por donde vimos al macho del roquero solitario. Y sentados a las orillas del pantano, vimos por el otro borde unas garzas reales, más una que volando a ras del agua, cruzó el pantano de lado a lado.
     Con el objetivo de hacer una espera durante las últimas horas de la tarde, y que la temperatura había descendido, volvimos hacia las curvas. Bajo los eucaliptos del primer trecho por el que circulábamos, vimos unos pinzones en la pista, y algún papamoscas más. Y las perdices, que se mueven ahora en grandes bandos familiares, con los perdigones ya grandes. Hicimos una corta parada para asomarnos a ver el valle por el que bajan las aguas del Jándula. Entre los lentiscos de la ladera, vimos moverse algún mirlo, y en el cielo divisamos al águila culebrera. De vuelta al coche se nos cruzó una veloz lagartija colilarga.
     Desde las curvas avistamos sobre todo ciervos, cuyos machos ya berreaban con vigor, aunque todavía no se ensalzaban en combates. Por lo demás, no había demasiada actividad de aves. Tan solo el vuelo de las palomas sobre las lomas en las que centrábamos nuestra atención, donde tan solo detectábamos el movimiento ocasional de algunas urracas y rabilargos. Mientras veía un alcaudón real posado en un cable, podía oír el reclamo de la curruca rabilarga. Y lejos, volaban unos buitres contra la puesta de sol.
     Apurando las últimas luces, cambiamos de lugar donde dedicarnos un rato a esperar y observar. En el trecho que debimos recorrer, nos encontramos con una joven culebra de herradura en el carril, que primero optó por la inmovilización, para después lanzarse disparada hacia la cuneta, donde se escabulló entre el pasto y las rocas. Tan solo seguimos viendo ciervos en el poco rato que tuvimos de espera hasta que oscureció. Y en un breve paseo que di bordeando una curva, pude ver tan solo un conejo. De vuelta, ya por la noche, vimos un chotacabras posado en el camino, que se fue volando al acercarnos, y más adelante, pasó en vuelo sobre la carretera un cárabo.


Lista de Especies de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Cabra Montés (Capra pyrenaica hispanica)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Ánade Azulón (Anas platyrhynchos)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Milano Negro (Milvus migrans)
  • Abejero Europeo (Pernis apivorus)
  • Culebrera Europea (Circaetus gallicus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Aguililla Calzada (Aquila pennata)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Cárabo Común (Strix aluco sylvatica)
  • Chotacabras Cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis)
  • Pito Real Ibérico (Picus sharpei)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Totovía (Lullula arborea)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Roquero Solitario (Monticola solitarius)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Ruiseñor Bastardo (Cettia cetti)
  • Curruca Rabilarga (Sylvia undata)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Papamoscas Gris (Muscicapa striata)
  • Papamoscas Cerrojillo (Ficedula hypoleuca)
  • Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Herrerillo Capuchino (Lophophanes cristatus)
  • Trepador Azul (Sitta europaea caesia)
  • Agateador Común (Certhia brachydactyla)
  • Alcaudón Real (Lanius meridionalis)
  • Arrendajo Común (Garrulus glandarius)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Grajilla Occidental (Corvus monedula)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Verdecillo Común (Serinus serinus)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Galápago Leproso (Mauremys leprosa)
  • Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus)
  • Culebra de Herradura (Hemorrhois hippocrepis)
  • Culebra de Collar Mediterránea (Natrix astreptophora)
  • Culebra Bastarda (Malpolon monspessulanus)

sábado, 9 de enero de 2016

RUTA CAMPERA POR LA SIERRA DE ANDÚJAR

     Mi segunda salida campera del año fue hace tres días a la Sierra de Andújar, en compañía de Raimundo y Esteban, y en la que pude conocer a Ana. No estaba en el mejor momento de salud, y el día, gris, húmedo y frío, se tornó en una jornada bastante completa en lo que a observaciones de fauna se refiere.
     Como de costumbre, quedamos al inicio de la carretera que sube a la sierra, pero en lugar ir directamente hacia allí, nos dimos una vuelta por la zona de Los Cerrillos. Entre los olivares, otros cultivos y el cinturón de pastizal que constituyen Los Cerrillos, área de transición entre la sierra y los campos de labor, podían verse urracas, estorninos, tórtolas turcas, y lavanderas blancas y cogujadas. Sobre unos juncos que crecían junto a un arroyó se posó una tarabilla. En nuestro camino se cruzó literalmente un gavilán, volando bajo y a gran velocidad, al que paramos a ver hasta ocultarse en unas adelfas. Por allí cerca también pudimos ver una garcilla bueyera.
     Nos acompañaron en nuestro camino por la sierra urracas, rabilargos, tórtolas turcas, algunos pinzones y unos mirlos. Nuestro destino fue La Lancha, y llegando a las curvas donde aguardaríamos en espera de ver al lince, nos fijamos en un alcaudón real que oteaba desde lo alto de un poste. Pero eché de menos durante el recorrido los ciervos que suelen verse junto al camino, seguramente refugiados en la tranquilidad de áreas más interiores, alejados del trasiego de vehículos de esta época.
     En nuestras observaciones descubrimos algunos ciervos lejanos. Unas perdices tomaban un baño de tierra en una pista. Divisamos un par de chovas en vuelo a las que antes escuchamos sus llamadas. Sonaban entre los arbustos los reclamos de las currucas cabecinegras y rabilargas. En el interior de un acebuche al que me acerqué atraído por sus reclamos descubrí unos herrerillos y una familia de mitos. Nunca supe si tal algarabía se debía a algún conflicto de relaciones interespecíficas. Los buitres planeaban dispersos, siendo complicado distinguir los leonados de los negros de lejos, a falta de luz contra el gris cielo.

Buitre Leonado

Buitre Negro






































     Entre los buitres, apareció el águila imperial. Nos acercamos hacia donde estaba, pero pronto nos centramos en buscar otra cosa. Nos acababan de decir que un lince acababa de cruzar el camino, y el moteado gato no tardó en dejarse ver. Lo estuvimos contemplando desde unos 200 metros de distancia, unos cuantos minutos. Probablemente se tratara del mismo ejemplar que vimos Raimundo y yo el 2 de enero, y aunque entonces lo vimos en un par de ocasiones, fue a más de un kilómetro de distancia. En su camino hizo una parada para orinar, marcando así su territorio. Pero su camino lo llevó a volcar al otro lado de la ladera. Ya que lo había visto, y no tenía mayor interés en seguirlo. Me quedé con Esteban, y mientras esperábamos que Ana y Raimundo volvieran, vimos un verderón posarse en la alambrada.
     Apuntar, eso sí, que con la presencia de tanta gente como acude a este lugar atraída por el celo del lince, tanto como los propios linces, resulta fácil verlos, pues más tarde o más temprano alguien acaba localizándolo, más lejos o más cerca. No es lo más atractivo observarlo entre tanta gente para el naturalista, ni tampoco el fotógrafo consigue imágenes exclusivas e inéditas de la especie, pero es un aliciente esta facilidad con la que se puede descubrir al lince, que también se mueve más impulsado por sus instintos reproductores en esta época, periodo delicado y crucial para la especie. Y aunque se pude presumir más o menos un comportamiento éticamente correcto en los observadores y fotógrafos de naturaleza, también es cierto que estas concentraciones en el camino de La Lancha pueden constituir una barrera que los linces no pueden cruzar, sobre todo cuando se forman procesiones de gente que, llevados por el interés que suscita observarlos y que lógicamente siente cualquiera al que le gusten los animales, les siguen a cada paso, para satisfacer la curiosidad que sana y egoístamente tenemos los amantes de la Naturaleza. Por desgracia sigue quedando algún descerebrado, que intuyendo la trayectoria que seguirá el lince, se coloca cortándole el paso en aras de capturar la foto “perfecta”, pero afortunadamente son muchos los que toman consciencia de ello, y aunque se apelotonen en un determinado punto para verlo, este queda transversal o paralelo al sentido en el que se desplaza el animal.
     Cuando de nuevo nos juntamos los cuatro, elegimos un nuevo destino, y tiramos para el Encinarejo. Volvimos a ver al alcaudón real cuando nos íbamos. De camino, vimos rabilargos, urracas y bastantes tórtolas turcas. Paramos para ver una pareja de pitos reales en una dehesa. Mientras uno de los componentes voló lejos, el otro se posó en una encina no muy lejana, pero como es costumbre en los pájaros carpinteros optó por ponerse en la otra cara del tronco, opuesta a nosotros. Más adelante volvimos a parar, junto a un arroyo en cuyo entorno encontramos un tritón ibérico, en fase terrestre, y que aunque era adulto, se trataba de un ejemplar inmaduro.

Tritón Ibérico

     Pasaron los cormoranes sobre el Río Jándula, mientras comíamos en la aledaña área recreativa del Encinarejo, sobrevolada por los aviones roqueros. Después de almorzar dimos un paseo junto al río. Revoloteaba un mosquitero entre los cantos rodados entre los que corría el agua, adonde acudieron a beber unos jilgueros. Fue fácil descubrir al escribano montesino en las desnudas ramas de un sauce. Se escuchó el regañante reclamo del carbonero provenir del soto fluvial.
     Pasamos el resto de la tarde, hasta que nos fuimos, en el mirador, desde donde divisamos ciervos ciervos y gamos al frente. Los aviones roqueros también volaban por allí, y además de los cormoranes, también pasó la garza real, dejándonos oír su graznido. Acudió un carbonero que estuvo posado brevemente en los lentiscos cercanos. Y vimos el vuelo batido del martín pescador recorrer el cauce, junto a la deshojada fresneda, que más tarde eligió una rama como posadero no muy lejos del mirador desde el que lo observábamos.

Martín Pescador

(*) Fotografías: gentileza de Raimundo Gómez.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Lince Ibérico (Lynx pardinus)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)
  • Garcilla Bueyera (Bubulcus ibis)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Gavilán Común (Accipiter nisus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Martín Pescador Común (Alcedo atthis)
  • Pito Real Ibérico (Picus sharpei)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Cogujada Común (Galerida cristata)
  • Avión Zapador (Ptyonoprogne rupestris)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Tarabilla Europea (Saxicola rubicola)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Curruca Rabilarga (Sylvia undata)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Mosquitero Común (Phylloscopus collybita)
  • Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Alcaudón Real (Lanius meridionalis)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Chova Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Verderón Común (Chloris chloris)
  • Escribano Montesino (Emberiza cia)
  • Tritón Ibérico (Lissotriton boscai)

domingo, 20 de julio de 2014

OBSERVACIONES DE CAMPO EN UNA MAÑANA DE VERANO EN LA SIERRA DE ANDÚJAR

     El calor que asola Sierra Morena durante el verano, dificulta la observación de fauna a pleno día, que hace que disminuya o cese su actividad durante las largas horas de luz. Ello obliga a aprovechar las primeras horas de la mañana, desde antes del amanecer, o las últimas de la tarde, hasta después de la puesta de sol, si se quiere poder observar algún animal silvestre. Hace un par de días tuve una fructífera mañana estival.
     Cuando iba de camino a recoger a unos clientes se cruzó un ratón por la carretera. Y poco antes de llegar al lugar donde se hospedaban, encontré un chotacabras apostado sobre el asfalto. Algunos minutos después de recogerlos, cuando íbamos entrando en la finca, empezaba a clarear. Recorríamos lentamente el camino. A los lados podíamos ver los ciervos, aprovechando las primeras luces del alba, antes de internarse en las densidades del sotobosque a sestear. Las perdices, y algún conejo, también podían verse por las secas calvas entre el matorral y las rocas, adonde corrían a refugiarse a nuestro paso. Además del movimiento de urracas y palomas, según avanzábamos por el camino, también el mirlo estaba activo en las tempranas horas del día.
     Nos detuvimos en un punto alto en el mismo camino, antes de que el calor hiciera imposible nuestra estancia allí, y dedicar un rato de observación antes de proseguir el recorrido por las zonas bajas. Entre los romeros y las jaras inmediatas cantaba la curruca cabecinegra. Entre las copas de los pinos y las encinas volaban palomas y urracas, mientras las perdices se desplazaban andando por el suelo. Todo era calma, ninguna alarma de las urracas. Un conejo, testigo de lo que fueron prolíficas colonias y ahora es una residual población, se ocultó en un lentisco. Los gorgoteos de los abejarucos nos hicieron levantar la vista al cielo. Navegaban por diferentes estratos del aire los vencejos, lo más altos, los aviones comunes, en una posición intermedia, y las golondrinas comunes, en vuelos rasantes sobre el suelo. Por nuestra posición elevada respecto a la vaguada, podíamos ver a las golondrinas desde arriba, cuando no a nuestra altura, y cuando no por encima, también daban alguna pasada los aviones y los vencejos a nuestro nivel. Esto nos permitió ver entre los oscuros vencejos comunes, un vencejo cafre que se paseó frente a nosotros en un par de ocasiones.
      Los momentos de gran expectación los crearon las rapaces. Pasaron por allí, a no mucha altura, un par de buitres negros con su majestuoso planeo. Y algo después apareció una joven águila imperial, mostrándonos sus primeros vuelos. Volaba no muy lejos, sobre la vaguada y fue a posarse a un pino donde estuvo el tiempo suficiente como para contemplarla con detenimiento. Que las grandes rapaces empezaran a volar indicaba que la temperatura del aire se estaba elevando, con que reanudamos la marcha buscando las partes bajas, más frescas por la sombra de los árboles.
     Recorriendo las dehesas y los encinares aclarados vimos pinzones, rabilargos y urracas. El pito real voló del tronco de una encina a otro, posándose en el lado opuesto a nuestra posición, escondiéndose deliberadamente. Comisqueaban estorninos y palomas en el terroso suelo de una explanada que recientemente estuvo sembrada de cereales. Menos numerosas, y más discretas que las palomas, también había allí unas tórtolas comunes. En las inmediaciones de una casa aparecían los gorriones, y posados en fila en los cables de un tendido eléctrico, los estorninos. Se dejó ver un pequeño grupo de jilgueros en un claro.
     Llegamos cerca del río, donde podía oírse la oropéndola casi continuamente. Dimos un paseo por las sombras de la arboleda ribereña. Los galápagos, raudos, se tiraban desde las piedras al agua. Sobre las puntas más altas de las ramas de un fresno descubrimos unos picogordos. Las golondrinas, tanto comunes como dáuricas, hacían pasadas rasantes sobre la calmada corriente del río. Entre el ramaje podíamos detectar herrerillos y carboneros comunes, bien porque a veces se dejaban ver claramente, o bien porque escuchábamos sus cantos. También pudimos escuchar las voces del agateador y del pico picapinos.
     Tras el breve y pausado paseo junto al río, y los tiempos de espera por la zona, nos dirigimos a otra área. Esta vez fuimos hacia una alberca. De camino, apreciamos que la actividad de los pájaros había disminuido bastante. Seguíamos encontrándonos con urracas, rabilargos, pinzones y palomas, pero en menor número y frecuencia. Pero ahora pudimos ver una pareja de alcaudones comunes, posados visiblemente en sus oteaderos sobre resecos arbustos. Se nos cruzaron también por los carriles algunas lagartijas colilargas.
     El carril que sube hacía la alberca discurre a través de una mancha de bosque mediterráneo donde se mezcla el quejigar con el encinar, tapizado por un denso sotobosque donde figuran lentiscos, cornicabras, mirtos y agracejos, en cuyas espesuras se refugiaban algunos gamos del calor. Paralelamente baja la garganta escavada por un arroyo, ahora seco, donde crecen adelfas y zarzas.
     Al llegar cerca de la alberca, lo primero que pudimos ver fue un joven lagarto ocelado, soleándose sobre una roca de granito, bajo la cual se ocultó al vernos. Se podían oír las oropéndolas y las tórtolas en el quejigar que bordeaba la alberca, mientras caminábamos hacia ella. Alguna oropéndola se dejó ver en vuelo, entre las copas de los árboles. Un águila calzada dio unas pasadas, sobrevolando el barranco donde estábamos. En una orilla, bajo un túnel formado por las zarzas que han trepado sobre los cercanos árboles, saciaba su sed un mirlo. Los galápagos leprosos se echaban al agua. Al rato algunos nadaban cerca de la superficie, asomando la cabeza, pero ninguno volvió a salir a la playa arenosa de la orilla mientras seguimos allí. También, vadeando cerca de la orilla, apareció una culebra viperina, que al acercarse al punto donde estábamos, se hundió en las profundidades. Entre el ramaje de los sauces que circunda la alberca aparecieron unos mitos, y también se dejó ver algún que otro herrerillo.
     Hacia la media mañana decidimos irnos. Bajando otra vez paralelos al arroyo, hacia la salida, vimos sobre un poste de los tendidos eléctricos un águila culebrera. De los cables que se cruzaban de poste a poste, iba y venían algunos abejarucos.

                                                                                                                          
Lista De Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Ratón de Campo (Apodemus sylvaticus)
  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Culebrera Europea (Circaetus gallicus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Águililla Calzada (Aquila pennata)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Tórtola Europea (Streptopelia turtur)
  • Chotacabras Cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis)
  • Vencejo Común (Apus apus)
  • Vencejo Cafre (Apus caffer)
  • Abejaruco Europeo (Merops apiaster)
  • Pito Real (Picus viridis sharpei)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Golondrina Dáurica (Cecropis daurica)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Curruca Cabecinegra (Silvia melanocephala)
  • Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Agateador Común (Certhia brachydactyla)
  • Alcaudón Común (Lanius senator)
  • Oropéndola Europea (Oriolus oriolus)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanipica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Picogordo (Coccothraustes coccothraustes)
  • Galápago Leproso (Mauremys leprosa)
  • Lagarto Ocelado (Timon lepidus lepidus)
  • Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus)
  • Culebra Viperina (Natrix maura)

domingo, 4 de noviembre de 2012

RECORRIENDO EL SENDERO DEL EMPEDRAILLO

     Con motivo de las labores de Educación Ambiental que realizaremos en Despeñaperros próximamente, Mercedes Coco, Azucena Roa y yo, acudimos ayer a la zona para comprobar in situ que posibilidades tiene para el desarrollo de actividades. Yo trabaje allí hace dos años, por lo que ya conocía el lugar.
     Tras una minuciosa visita al Centro de Visitantes Puerta de Andalucía, nos dirigimos a Miranda del Rey, donde nos disponíamos a hacer el reconocimiento de uno de los tres senderos que de allí parten: El Empedraillo. Los otros dos son el del Molino del Batán y el del Río de la Campana. Este último, también debíamos recorrerlo, además del de la Cueva de los Muñecos (Monumento Natural de Los Órganos), pero la falta de tiempo nos obligo a posponerlo para otro día.

     Invertimos buena parte de la mañana y primeras horas de la tarde en recorrer todo el trazado del sendero. El Empedraillo no solo nos ofrece diversas formaciones vegetales, si no que además tiene un gran interés histórico y cultural, del que la semana anterior nos habíamos empapado visitando el Museo de la Batalla de las Navas de Tolosa y participando en una ruta guida sobre la misma.

Sendero del Empedraillo

     Al comienzo del sendero, el fresco aroma a tierra inunda nuestras pituitarias, y los petirrojos nos anuncian con su canto que ya han llegado a sus cuarteles de invernada. Se abre camino el sendero entre pinares de pino piñonero y resinero, procedentes de repoblaciones forestales, que se mezcla con bosque primigenio de encinas, alcornoques y quejigos. De sus profundidades emanan las gárrulas discusiones de los arrendajos, que también se dejan ver con facilidad en sus vuelos. Mas discretos resultan los pájaros carpinteros, el pico picapinos, al que de vez en cuando se oye emitiendo su característico pitido monosilábico. De vez en cuando se ve alguna que otra torcaz sobrevolando el dosel forestal. Pero son los pinzones los pájaros que mas se dejan ver a lo largo del camino. Un tramo de la primera parte discurre paralelo al Arroyo del Hornillo donde observamos algunos alisos y tamujos. Durante el recorrido recibimos una buena noticia, también nos han adjudicado Sierra Mágina para trabajar allí.
     Llegamos a un punto en el que abandonamos provisionalmente el sendero para asomarnos al cortijo del Hornillo, donde entre sus ruinas nos fijamos en las balsas que se utilizaban para la obtención del ládano de las jaras. En sus inmediaciones aún se conservan algunos nogales plantados en terrazas.

Alcornoque muerto

     Proseguimos nuestro camino que asciende hacia el Empedraillo propiamente dicho, tramo empedrado que suele pensarse que es una antigua calzada romana, aunque según revelan ciertas investigaciones, más bien se trataría de un camino medieval. Poco antes, pasamos por una pequeña mancha forestal de quejigos y alcornoques donde nos detenemos para contemplar la escalada del pequeño agateador por un tronco. Esta parada nos permite deparar en un grupo de mitos que revolotean por allí. Y mientras también pasa un herrerillo común, mientras que a su pariente el capuchino se le escucha en la espesura.
     El camino empedrado nos conduce a un balcón natural desde el que contemplar el escarpado paisaje que ofrece el Salto del Fraile o de la Graja. Pero a pesar de que las lluvias de los últimos días han sido cuantiosas, no pudimos ver la cascada del Arroyo del Rey. Las cumbres eran coronadas por el planeo de los buitres, casi sumergidos en las bajas nubes que cubrían el cielo plomizo. También pudimos observar la silueta de una pareja de águilas reales en otro punto del cielo. Cuando se perdieron de vista, volvemos a centrar la atención en aquellos buitres, y entre ellos descubrimos los asombrosos picados de un par de chovas.
     La recta final del camino baja entre un denso y monótono jaral. Pero por aquí nos acercamos a la Mesa del Rey, donde estuvo asentado el campamento cristiano antes de la Batalla de las Navas de Tolosa (16 de Julio de 1212), meseta ahora ocupada por pinos.

Mesa del Rey

     Después de almorzar, nos dirigimos hacia el Ecomuseo El Apriso, donde se inicia el sendero de la Cueva de los Muñecos. Por la estrecha carretera de Aldeaquemada podíamos ver buitres. La tarde empezaba a despejarse. Actualmente el museo permanece cerrado, pero Merche había quedado con el alcalde de Santa Elena en abrirlo para que pudiéramos informarnos sobre los recursos que ofrece el lugar. Pero resulta que las llaves estaban en posesión de una partida de monteros, los cuales disponían del centro para su uso y disfrute durante el fin de semana. En fin, parece que la caza es un tema prioritario sobre la Educación Ambiental. Esperamos un rato en las inmediaciones del museo, pero nadie llego, a pesar de lo que nos había asegurado el dueño de la casa rural cercana, quien era responsable de las llaves del centro. El tiempo que allí estuvimos me permitió ver una cogujada montesina, que cantó desde un cable del tendido eléctrico, y unas lavanderas blancas que pasaron volando.

(*) Fotografías: gentileza de Merche Coco.
                                                                              

Lista de Aves Observadas (Orden Sistemático):

  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Águila Real (Aquila chrysaetos)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Cogujada Montesina (Galerida theklae)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
  • Herrerillo Capuchino (Lophophanes cristatus)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Agateador Común (Certhia brachydactyla)
  • Arrendajo Común (Garrulus glandarius)
  • Chova Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)

domingo, 23 de octubre de 2011

DOBLE SESIÓN DE HIDE: Y POR LA TARDE EN LA SIERRA

     Por la tarde me volvió a llamar David para proponerme otra espera en hide que acepté, esta vez en la sierra. Se trataba de subir a la viña de José Luis Ojeda, donde es fácil que baje el pico picapinos a beber agua en una fuente. En las más de dos horas que estuvimos bajaron varios pájaros, pero no el picapinos, al que en cambio escuchamos por los alrededores.
     De camino hacia las viñas vimos a los habituales rabilargos, y un mochuelo posado en un poste desde el que controlaba sus dominios a media tarde.

Mito

     Cuando llegamos la vida bullía en los alrededores de la casa de campo. Los mirlos, alarmados, y los gorriones levantaron el vuelo a nuestra llegada. Rápidamente montamos el hide junto a la fuente, y no tardaron en bajar los primeros pájaros, los mitos. El verano se está resistiendo a dar paso al anhelado otoño, y los animales se ven forzados a aliviar su sed en los escasos puntos de agua que encuentran. Algunos mitos estuvieron bajando en distintos turnos a beber, pero no fueron los únicos que se acercaron a la fuente. Las distintas especies de paros no tardaron en hacer acto de presencia, y así bajaron el carbonero común y los herrerillos común y capuchino. La curruca capirotada y el petirrojo también se acercaron a tomar unos tragos de agua, pero todos los pájaros dejaban libre la fuente cuando se acercaba el dominante trepador azul. Un mosquitero también estuvo revoloteando por las inmediaciones, pero no entró a la fuente, y desde el hide, a lo lejos, conseguimos avistar un pequeño agateador que ascendía por un poste, que dejó oír su reclamo cuando voló a algún otro sitio en el que yo no lo veíamos. También escuchamos los pitidos del pico picapinos, así como picar la madera de un eucalipto cercano. Y sobre las altas ramas de los eucaliptos se movían algunos estorninos.

Fotografía: gentileza de David Torres.


Lista de Aves Observadas (Orden Sistemático):

  • Mochuelo Europeo (Athene noctua vidalii)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Curruca Capirotada (Sylvia atricapilla)
  • Mosquitero Común (Phylloscopus collybita)
  • Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Herrerillo Capuchino (Lophophanes cristatus)
  • Trepador Azul (Sitta europaea caesia)
  • Agateador Común (Certhia brachydactyla)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)

viernes, 18 de marzo de 2011

UNA VUELTA POR LA ROPERA

     En la tarde de hace un par de días, David y yo estuvimos moviéndonos por la desembocadura del Río Jándula en el Guadalquivir. Nuestro paseo, aunque corto, pues solo duró algo más de dos horas, no por ello dejó de ser intenso y tuvimos unos increíbles avistamientos.
     Nada más llegar, y sin habernos apeado todavía del coche, ya podíamos observar a la curruca capirotada moviéndose inquieta entre los sauces del río, aún desnudos, solo con algunas yemas y hojas que empiezan tímidamente a asomar e indican el despertar de la primavera. Cuando bajamos, una explosión de sonidos bombardeaba nuestros oídos. Entre ellos verdecillos y pardillos, y además de los siempre presentes rabilargos y gallinetas, ya delataban su presencia mediante su canto el cuco y el críalo. Una pareja de esta última especie pudimos ver nada más empezar a andar por un camino. Otra ave que también se mostró emparejada fue la abubilla, a la que vimos según avanzábamos. Un andarríos chico y unas pocas cigüeñuelas se encontraban en la pequeña laguna de las inmediaciones del carril donde habíamos aparcado.
     El camino, todavía embarrado, discurre paralelo al río, delimitado por la maleza ribereña compuesta por sauces y zarzas, entre las cuales se movía un pequeño bando de mitos. Nos dirigíamos a otra pequeña laguna que se forma en un meandro del río. A nuestro paso descubrimos que al sedentario ruiseñor bastardo, se le sumaba el recién llegado ruiseñor común, ambos habitantes de estos medios y a los cuales escuchamos. Entre los claros del sotobosque descubríamos garzas reales, garcetas comunes y gallinetas en los carrizales de las inaccesibles orillas del río.
     Pero en uno de estos claros pudimos contemplar algo que llamó nuestra atención, que provocó nuestra expectación. Se trataba de un bando de 17 flamencos, al que estuvimos observando atónitos, gratamente sorprendidos, y con cautela para no asustarlos. Esto es una muestra de las enormes posibilidades de este humedal y de la increíble riqueza faunística que potencialmente es capaz de albergar. Continuamos nuestra marcha, ligeros para no espantarlos, y pasamos a su lado consiguiendo que no levantaran el vuelo. David, que fue el primero en verlos, lamentó no llevar la cámara de fotos.
     Llegamos hasta la pequeña laguna, donde algunos galápagos se apresuraron a refugiarse en sus turbias aguas, y una pareja de ánades azulones levantaron el vuelo. Escuchamos los maullidos del ratonero, y al asomarnos a la orilla del río, bajo la cobertura de algunos sauces de porte arbóreo, conseguimos ver que se trataba de una pareja entregada a la parada nupcial, que se respondía mutuamente mediante reclamos y sobrevolaba delimitando su territorio. Y desde esta posición también descubrimos a un macho de pato cuchara nadando tranquilamente sobre las aguas del río, en compañía de algunos ánades reales. Antes de reanudar la marcha pudimos también escuchar el tenue y fugaz canto del martín pescador. Rodeamos la laguna, y en una zona más despejada de vegetación conseguimos ver una pareja de cigüeñas y unos picogordos, que previamente habíamos escuchado. También desde esta zona era posible distinguir el canto de herrerillos, carboneros y pinzones, así como el escribano soteño.
     Volvimos al camino inicial, con la intención de llegar hasta el coche. Algunos mirlos y conejos lo cruzaron. El grupo de flamencos seguía en el mismo sitio, así que volvimos a pasar con cuidado para no molestarlos y disfrutar de la presencia de estos visitantes esporádicos. En cambio, las habituales garzas y garcetas se mostraron más huidizas. En la pequeña laguna del principio, cerca del coche, volvimos a ver al andarríos pero esta vez dirigimos nuestras atentas miradas a otro limícola que estaba posado allí. Sin duda alguna se trataba de un correlimos, pero nos fue imposible identificar la especie concreta. En esta ocasión también conseguimos ver un gavilán. Y entre los paseriformes que observamos a la vuelta están unos mosquiteros y un grupo de gorriones morunos que revoloteaban entre las ramas de los arbustos mientras que volando en pleno cielo vimos golondrinas y aviones.
     Cogimos el coche y fuimos hasta el puente que cruza el río. En este corto trecho vimos gallinetas, lavanderas blancas y gorriones comunes. Una vez que cruzamos el puente, nos paramos a observar una joven águila imperial. No avanzamos mucho más en el camino que se adentra entre el monte y los olivares, y nos volvimos a bajar para asomarnos al último cañón que encauza al Río Jándula antes de su desembocadura. Desde aquí vimos unos pocos ánades reales y cormoranes en el río. Las sierras del fondo eran sobrevoladas por algunos buitres. Y a nuestro alrededor se dejaron ver jilgueros, cogujadas y trigueros entre los olivos, así como una curruca cabecinegra entre la espesura de los arbustos que recubren el talud del río.
     Y así concluyo nuestra breve pero satisfactoria jornada en este enclave de lujo, expuesto a ciertas agresiones humanas, ya que no goza de ninguna figura de protección ambiental. Concretamente el cultivo del olivar, cada vez más intensivo, ha llegado incluso a sustituir a la vegetación de la ribera en algunos tramos de río, cuando menos en zonas de monte que han sido degradadas con esta finalidad. Y aunque las fuertes riadas de estos dos últimos inviernos hayan demostrado al hombre cual es la verdadera fuerza de la Naturaleza, que ha reclamado lo que es suyo y ha devuelto las aguas a su cauce, el daño ya está hecho. Sería cuestión, a partir de ahora, dejar que donde yacen los secos esqueletos de esos olivos ahogados por las aguas, plantados en un lugar inapropiado, volviera a regenerarse naturalmente.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)
  • Garceta Común (Egretta garzetta)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Cigüeña Blanca (Ciconia ciconia)
  • Flamenco Común (Phoenicopterus roseus)
  • Ánade Azulón (Anas platyrhynchos)
  • Cuchara Común (Anas clypeata)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Gavilán Común (Accipiter nisus)
  • Busardo Ratonero (Buteo buteo)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Gallineta Común (Gallinula chloropus)
  • Cigüeñuela Común (Himantopus himantopus)
  • Andarríos Chico (Actitis hypoleucos)
  • Críalo Europeo (Clamator glandarius)
  • Cuco Común (Cuculus canorus)
  • Martín Pescador Común (Alcedo atthis)
  • Abubilla (Upupa epops)
  • Cogujada Común (Galerida cristata)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Ruiseñor Común (Luscinia megarhynchos)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Ruiseñor Bastardo (Cettia cetti)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Curruca Capirotada (Sylvia atricapilla)
  • Mosquitero Común (Phylloscopus collybita)
  • Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Gorrión Moruno (Passer hispaniolensis)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Verdecillo Común (Serinus serinus)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Pardillo Común (Carduelis cannabina)
  • Escribano Soteño (Emberiza cirlus)
  • Triguero (Miliaria calandra)
  • Galápago Leproso (Mauremys leprosa)