Con el calificativo alicantino podría resumir
mi mes de agosto, que desde el 31 de julio al 1 de septiembre ha transcurrido
en esta provincia levantina. Y el grueso de mi estancia se centra en el Xorret
de Catí, un enclave natural situado entre las Sierras del Maigmó, de El Cid y
del Fraile. Tan prolongada permanencia se debe a que he participado en tres
turnos seguidos, de 11 días cada uno, de un Voluntariado sobre vigilancia de
incendios forestales, a lo largo de los cuales he tenido la oportunidad de
conocer a bastantes personas, cada cual con sus peculiaridades, pero todas
interesantes a su manera, que he tenido por compañeros y monitores, y que
pasaron por la casa donde conviví un mes. Además, para el primer turno me
reencontré con David e Irene, dos años después de conocernos en Sierra Nevada.
Los monitores, siempre dos, fueron Raquel y Cristian en el primero y segundo
turno, y Neus y Rossana en el tercero.
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Sierra del Cid |
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La Sierra del Cid, vista desde la casa |
Por parejas y en turnos de 4 horas,
bien por la mañana o bien por la tarde, vigilábamos desde puntos fijos, que en
función de la cantidad de gente que hubiésemos, ocupábamos preferentemente unos
u otros. El primordial en ocupar era aquel que designaban como Mirador, bajo la
crestería de la Sierra
del Fraile, y que paradójicamente muchos preferían que no les tocase, porque
había que ir andando, y subiendo cuesta casi todo el tiempo. El siguiente punto
en prioridad respondía al nombre en clave de Ermita, por la proximidad a una
ermita, y el tercero se llamaba Cachuli, pero nadie me supo explicar el porqué
de ese nombre. Estos dos puntos eran torretas de vigilancia, pero a Cachuli
sólo pude ir un par de veces durante el segundo turno, ya que llegamos a estar
13 voluntarios, a uno de cubrir todas las plazas. Esos nombres usábamos para comunicarnos
con los walkie-talkies. A parte, los días de alerta 3 (alto riesgo de
incendio), y los fines de semana, por la gran afluencia de gente que pudiera
acudir a la zona, había una ronda de vigilancia nocturna, que era opcional para
los voluntarios, y a las que me sumé en algunas ocasiones.
Cuando no teníamos guardia hacíamos
diversas actividades complementarias. Algunas relacionadas con el cometido del
Voluntariado, como lo eran la
Cartografía, para familiarizarnos con los mapas y las
brújulas, y aprender a calcular el rumbo en caso de detectar alguna columna de
humo (por suerte no hubo que hacer ningún aviso), gymkhanas destinadas a la
orientación, rutas tanto diurnas como nocturnas para el reconocimiento de la
zona, o visitar el Parque de Bomberos de Elda. Y otras actividades que eran más
de ocio, como visitar lugares de baño en algún río, la vía ferrata en la Sierra del Fraile y la
escalada en La Foradá. Además
Cristian nos dio una iniciación sobre primeros auxilios, una tarde en el primer
turno Gabriel nos enseñó un poco de acroyoga, con Neus hicimos una excursión reconociendo plantas, y un día de lluvia, Víctor,
compañero del segundo y tercer turno, nos dio unas nociones de defensa
personal. También hicimos un par de batidas de limpieza. Una de ellas tras el
final de una etapa de la vuelta ciclista que terminaba allí, y dejaron basura
esparcida por todo el área y a lo largo de la carretera, y además encontramos
una garduña muerta, probable víctima de atropello por el trasiego de vehículos en los días previos y posteriores.
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Sierra del Maigmó |
De esas actividades, las que más me
gustaron fueron las rutas senderistas. Dos subidas al Despenyador (1262 m.), en el primer turno
con Gabriel y guiados por Raquel, y en el segundo turno en compañía de Bruno,
Fer y Mar, también conducidos por Raquel. Otras dos fueron al Pantanet, que no
es un embalse, una andando por carretera en el segundo turno, pero la más
aventurera fue por donde nos llevó Rossana en el tercer turno, siguiendo la
crestería de la Sierra
del Fraile. Otra caminata muy agradable fue siguiendo un sendero PR en el tercer turno
que Tomás conocía, ofreciéndonos buenas vistas panorámicas de las Sierras del
Maigmó y de El Cid. Además en este recorrido pasamos por un pozo de nieve y una
pequeña gruta. Las dos rutas nocturnas que hice en el primer y segundo turno fueron
en torno a La Foradá,
más larga en el segundo turno, conducidos por Saúl y Víctor, además de una
subida hasta el Mirador. Pero además están las andanzas que pude hacer por
libre, bajo las paredes de la cresta del Fraile, siguiendo una pista forestal abandonada
que llega hasta la roca que le da el nombre a la sierra, aunque en mi opinión
parece una gárgola, primero con Saúl, en el segundo turno, y posteriormente lo
repetí en el tercero con Héctor. Y aparte, el día de la vuelta ciclista tuvimos que ir andando desde la casa hasta
la torre de Ermita a hacer una guardia, pasando por otro pozo de nieve, aunque a
Susana no le gustó demasiado este atajo.
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La crestería de la Sierra del Fraile |
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La roca que le da nombre a la Sierra del Fraile |
Pinos carrascos más bien jóvenes formaban
los bosques del Xorret de Catí, con algunas manchas de encinar, carrascas como las llaman aquí, que atestiguan
el bosque primigenio que allí debió existir. Coscojas, jaras y espino negro (Rhmanus lycioides) componían el estrato
arbustivo. Concretamente el espino negro, indicador de que la naturaleza del
terreno es caliza, me lo identificó Marcos, el hermano de Bruno, un compañero
que estuvo en los dos primeros turnos, con quien me reí un montón, y que alguno
de los sobrenombres que me puso, tenía que ver con mi faceta bichera. El
paisaje también estaba integrado por bancales de cultivo de almendros, y hasta
cerezos, indicador de que existe cierto grado de humedad en la zona,
seguramente aportada por el aire que entra desde el cercano Mar Mediterráneo.
No destaca el Xorret en cuanto a fauna, al
menos por cantidad, a pesar de haber cierta variedad. Quizás por la época, o
porque yo no estuve muy acertado, pero en general hacía sólo observaciones
puntuales de aves, que es el grupo más numeroso y fácil de reconocer. Y de
estas, me resultó curioso que fueran los piquituertos los que en más ocasiones
detecté por vista u oído, y probablemente también fueran los más numerosos,
cuando en la mayor parte de los lugares en los que he estado, no es ni mucho
menos el ave más frecuente. Al arrendajo también se le veía o se le escuchaba
con relativa asiduidad. Los vencejos comunes tenían algunos días en los que se
dejaban ver en gran número. Y de las aves de presa, el pequeño cernícalo era la
que más a menudo se movía, bien en torno a los bancales, o bien cerca los
riscos y las altas rocas. El águila real o la culebrera sólo las vi algunos
días sueltos.
Tal vez ante la escasez de aves y otros
vertebrados, me empleé más a fondo que quizás en ninguna otra etapa de mi
afición como naturalista, a fijarme en el complejo universo de los insectos y
los arácnidos. Saúl, que disponía de un objetivo macro que acoplaba al móvil,
hizo fotos con bastante detalle de estos pequeños animales. A veces era cómico
ver como Gabriel, o algún otro compañero intentaba desembarazarse con poco
éxito de las avispas que siempre compartían nuestros desayunos en la terraza, o el talento innato de Tamara para encontrar arañas y avisarme para que las expulsara de su habitación. En cambio
despertaban mucha expectación polillas, crisopas, escarabajos y hasta mantis que
acudían, atraídas por la luz, a esa misma terraza por la noche, cuando después
de haber cenado, interrumpíamos nuestros juegos o nuestras charlas, para
centrar nuestra atención sobre los lances de caza que las salamanquesas
ejercían sobre ellas. Hasta tres salamanquesas que por estar allí siempre,
llegamos a reconocer individualmente. Alguna estilizada Empusa pennata de las que acudían precisamente a la luz para capturar
polillas, se convirtió en el cazador cazado, al ser presa de una gran
salamanquesa.
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Cymbalophora pudica |
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Dendrolimus pini |
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Sphinx maurorum |
Algunas de estas polillas eran bastante
vistosas, como Cymbalophora pudica de
alas anteriores densamente punteadas, o de considerable tamaño como Sphinx maurorum, o los varios ejemplares de Dendrolimus pini, haciendo notable su presencia en las paredes de
la terraza, aunque las más frecuentes eran las de la procesionaria (Thaumetopoea pytiocampa) más modestas en cuanto a tamaño y discreta librea gris. Pero además de estos lepidópteros nocturnos, también había
mariposas diurnas en la zona, tales como Hipparchia
fidia, que además resultaba corriente localizarla.
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Hipparchia fidia en cópula |
Desde los puestos de vigilancia, cuando no
estaba inmerso en alguna conversación con el compañero de turno, trataba
también de localizar algún ave. Y según el punto, era más fácil de ver unas u
otras especies. Varias veces pude ver los aviones roqueros, los vencejos
comunes, y algún real, volando sobre las paredes que se elevaban verticalmente
tras el Mirador, o cuando hacíamos alguna excursión por la Sierra del Fraile. Las
chovas piquirrojas, que creí que serían frecuentes por allí, sólo pasaron muy de tarde en tarde, y en pequeño número. Por la ladera que asciende hacia esta sierra
era usual toparse con las lagartijas colilargas, y alguna vez también con el
lagarto bético, o fardacho como lo llaman allí, separado como especie propia
del lagarto ocelado hace pocos años. Por el camino que iba a la torre de
Ermita, se veían de vez en cuando arrendajos, torcaces o pinzones, o se escuchaba al pito
real. Y desde la misma torre, a parte de piquituertos, vencejos y algún
cernícalo, llegué a ver y a escuchar a la curruca rabilarga, al herrerillo
capuchino y a los carboneros garrapinos y común.
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Hembra de Lagartija Colilarga |
Cerca del propio Xorret, que sería como
una especie de surgencia de agua, ahora oculta y canalizada por una estructura
construida por el ser humano, había una pequeña charca, artificial también, que
no obstante está muy naturalizada por los juncos que crecen en su entorno, que
usaban como posaderos las múltiples libélulas que por allí revoloteaban, y en
cuyas orillas era fácil encontrar ranas de apreciable tamaño. Aquí los
piquituertos elegían las horquillas altas de los chopos para posarse. Las
ardillas, de cuando en cuando, solían también verse por los alrededores. Y
hasta una perdiz seguida por su prolífica pollada, llegué a ver por la zona. Aunque
las perdices, al igual que algún conejo, cuando llegaba a verlos, solían estar
en el entorno de los bancales.
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Rana Verde Ibérica |
La propia casa también se convertía en un
punto de observación durante mi estancia al aire libre. Las golondrinas comunes
y dáuricas a veces se concentraban por los aledaños, siendo fácil verlas en
vuelo. Alguna vez también pasaron unas abubillas. De vez en cuando observaba
fugazmente una pequeña lagartija marrón, que no terminaba de ver claro. Suponía
que podría ser una cenicienta, pero no fue hasta los últimos días, cuando conseguí
fotografiar una, y que me identificaron como lagartija de Edwards, una de las
tres especies en las que los taxónomos separaron la cenicienta. Y no sólo cerca
de la casa, sino también en claros con rocas, tomillos y matorrales bajos la
encontré.
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Juvenil de Lagartija de Edwards |
Las
arañas que solían encontrarse dentro de la casa eran las patilargas Pholcus phalangioides, completamente
inofensiva y beneficiosa como todas arañas. En los exteriores teníamos
localizada a una hembra de Argiope lobata,
aguardando pacientemente en el centro de su telaraña vertical construida en el
pasto seco frente a la puerta de casa, a que algún saltamontes o un insecto
volador cayese en su trampa invisible, especie de la que Víctor y yo vimos otro
espécimen en otro sitio. También encontramos tanto cerca de casa como en otras
zonas algunos negros ejemplares de la valiente e imponente Amblyocarenum walckenaeri. Jorge, compañero del primer turno con él
que me quedó pendiente hacer una guardia, y María, compañera del segundo turno,
trataban de evitar encuentros con estos artrópodos de ocho patas a toda costa.
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Macho de Amblyocarenum walckenaeri |
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Hembra de Argiope lobata, con un saltamontes como presa |
Los escorpiones, que solíamos encontrar
activos por las noches en las que salíamos de ruta o de vigilancia, se
ocultaban bajo piedras durante las horas diurnas. Bajo las rocas, y cerca de
casa también, podían verse luciérnagas y milpiés. Y en una de mis prospecciones
volteando piedras, a parte de alguna lagartija, encontré un día un eslizón
ibérico. Si se hace esta práctica de levantar piedras, que menos que tras de la
molestia ocasionada a cualquier inquilino que se encuentre bajo ellas por
satisfacer nuestro gusto en contemplarlos, que dejar la piedra en la posición
original en la que se hallaba, y posteriormente permitir que el animal que sea
retorne a ella, y no antes, para evitar un posible aplastamiento.
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Escorpión, también conocido como alacrán |
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Eslizón Ibérico |
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Sapo Común Ibérico |
Que en aquel lugar se mantenía cierta humedad
nos lo ponían de manifiesto los sapos comunes que en más de una noche llegamos
a encontrar por la carretera o en los caminos durante nuestros recorridos.
Estas salidas nocturnas también nos permitieron ver un joven mochuelo una
noche, y algún chotacabras.
Se abrió la media veda estando allí,
aunque paradójicamente Natalia, una compañera del segundo turno con una gran
sensibilidad por los animales e interesada en aprender sobre la fauna, y yo apreciamos
un mayor número de cazadores en la zona, que sus potenciales piezas, perdices y
palomas. Con el paso de los días también se notaban cambios en el
comportamiento de las aves, que ya empezaba a agruparse para sus viajes
migratorios. Los vencejos hacía tiempo que no los veía, y empezaba a verse
alguna tarabilla por los bancales y los espacios abiertos. Y en compañía de
Neus y de Susana, detectamos a los abejarucos a través de su canto, que
revoloteaban altos sobre nuestras cabezas. Tuvimos lluvia en los últimos días, y hasta una espectacular noche de tormenta que contemplamos desde la terraza, como el resplandor de los relámpagos iluminaba la noche.
Lista
de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Ardilla Roja
(Sciurus vulgaris)
- Conejo
Europeo (Oryctolagus cuniculus
algirus)
- Culebrera
Europea (Circaetus gallicus)
- Águila Real
(Aquila chrysaetos)
- Cernícalo
Vulgar (Falco tinnunculus)
- Perdiz Roja
(Alectoris rufa)
- Paloma
Torcaz (Columba palumbus)
- Mochuelo
Europeo (Athene noctua vidalii)
- Chotacabras
Cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis)
- Vencejo
Común (Apus apus)
- Vencejo Real
(Tachymarptis melba)
- Abejaruco
Europeo (Merops apiaster)
- Abubilla (Upupa epops)
- Pito Real
Ibérico (Picus sharpei)
- Golondrina
Común (Hirundo rustica)
- Golondrina
Dáurica (Cecropis daurica)
- Avión
Roquero (Ptyonoprogne rupestris)
- Tarabilla
Europea (Saxicola rubicola)
- Curruca
Rabilarga (Sylvia undata)
- Carbonero
Común (Parus major)
- Carbonero
Garrapinos (Periparus ater)
- Herrerillo
Capuchino (Lophophanes cristatus)
- Arrendajo
Común (Garrulus glandarius)
- Chova
Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
- Pinzón
Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
- Piquituerto
Común (Loxia curvirostra)
- Salamanquesa
Común (Tarentola mauritanica)
- Eslizón
Ibérico (Chalcides bedriagai)
- Lagarto
Bético (Timon nevadensis)
- Lagartija
Colilarga (Psammodromus algirus)
- Lagartija de
Edwards (Psamodromus edwardsianus)
- Sapo Común
Ibérico (Bufo spinosus)
- Rana Verde
Ibérica (Pelophylax perezi)