Mi
segunda salida campera del año fue hace tres días a la Sierra de Andújar, en
compañía de Raimundo y Esteban, y en la que pude conocer a Ana. No estaba en el
mejor momento de salud, y el día, gris, húmedo y frío, se tornó en una jornada
bastante completa en lo que a observaciones de fauna se refiere.
Como de costumbre, quedamos al inicio de
la carretera que sube a la sierra, pero en lugar ir directamente hacia allí,
nos dimos una vuelta por la zona de Los Cerrillos. Entre los olivares, otros
cultivos y el cinturón de pastizal que constituyen Los Cerrillos, área de
transición entre la sierra y los campos de labor, podían verse urracas,
estorninos, tórtolas turcas, y lavanderas blancas y cogujadas. Sobre unos
juncos que crecían junto a un arroyó se posó una tarabilla. En nuestro camino
se cruzó literalmente un gavilán, volando bajo y a gran velocidad, al que
paramos a ver hasta ocultarse en unas adelfas. Por allí cerca también pudimos
ver una garcilla bueyera.
Nos acompañaron en nuestro camino por la
sierra urracas, rabilargos, tórtolas turcas, algunos pinzones y unos mirlos.
Nuestro destino fue La Lancha ,
y llegando a las curvas donde aguardaríamos en espera de ver al lince, nos
fijamos en un alcaudón real que oteaba desde lo alto de un poste. Pero eché de
menos durante el recorrido los ciervos que suelen verse junto al camino,
seguramente refugiados en la tranquilidad de áreas más interiores, alejados del
trasiego de vehículos de esta época.
En nuestras observaciones descubrimos
algunos ciervos lejanos. Unas perdices tomaban un baño de tierra en una pista.
Divisamos un par de chovas en vuelo a las que antes escuchamos sus llamadas.
Sonaban entre los arbustos los reclamos de las currucas cabecinegras y
rabilargas. En el interior de un acebuche al que me acerqué atraído por sus
reclamos descubrí unos herrerillos y una familia de mitos. Nunca supe si tal
algarabía se debía a algún conflicto de relaciones interespecíficas. Los
buitres planeaban dispersos, siendo complicado distinguir los leonados de los
negros de lejos, a falta de luz contra el gris cielo.
Buitre Leonado |
Buitre Negro |
Entre los buitres, apareció el águila
imperial. Nos acercamos hacia donde estaba, pero pronto nos centramos en buscar
otra cosa. Nos acababan de decir que un lince acababa de cruzar el camino, y el
moteado gato no tardó en dejarse ver. Lo estuvimos contemplando desde unos 200 metros de distancia,
unos cuantos minutos. Probablemente se tratara del mismo ejemplar que vimos
Raimundo y yo el 2 de enero, y aunque entonces lo vimos en un par de ocasiones,
fue a más de un kilómetro de distancia. En su camino hizo una parada para
orinar, marcando así su territorio. Pero su camino lo llevó a volcar al otro
lado de la ladera. Ya que lo había visto, y no tenía mayor interés en seguirlo.
Me quedé con Esteban, y mientras esperábamos que Ana y Raimundo volvieran, vimos
un verderón posarse en la alambrada.
Apuntar,
eso sí, que con la presencia de tanta gente como acude a este lugar atraída por
el celo del lince, tanto como los propios linces, resulta fácil verlos, pues
más tarde o más temprano alguien acaba localizándolo, más lejos o más cerca. No
es lo más atractivo observarlo entre tanta gente para el naturalista, ni
tampoco el fotógrafo consigue imágenes exclusivas e inéditas de la especie,
pero es un aliciente esta facilidad con la que se puede descubrir al lince, que
también se mueve más impulsado por sus instintos reproductores en esta época,
periodo delicado y crucial para la especie. Y aunque se pude presumir más o
menos un comportamiento éticamente correcto en los observadores y fotógrafos de
naturaleza, también es cierto que estas concentraciones en el camino de La Lancha pueden constituir
una barrera que los linces no pueden cruzar, sobre todo cuando se forman
procesiones de gente que, llevados por el interés que suscita observarlos y que
lógicamente siente cualquiera al que le gusten los animales, les siguen a cada
paso, para satisfacer la curiosidad que sana y egoístamente tenemos los amantes
de la Naturaleza. Por
desgracia sigue quedando algún descerebrado, que intuyendo la trayectoria que
seguirá el lince, se coloca cortándole el paso en aras de capturar la foto
“perfecta”, pero afortunadamente son muchos los que toman consciencia de ello,
y aunque se apelotonen en un determinado punto para verlo, este queda
transversal o paralelo al sentido en el que se desplaza el animal.
Cuando de nuevo nos juntamos los cuatro,
elegimos un nuevo destino, y tiramos para el Encinarejo. Volvimos a ver al
alcaudón real cuando nos íbamos. De camino, vimos rabilargos, urracas y
bastantes tórtolas turcas. Paramos para ver una pareja de pitos reales en una
dehesa. Mientras uno de los componentes voló lejos, el otro se posó en una
encina no muy lejana, pero como es costumbre en los pájaros carpinteros optó
por ponerse en la otra cara del tronco, opuesta a nosotros. Más adelante
volvimos a parar, junto a un arroyo en cuyo entorno encontramos un tritón
ibérico, en fase terrestre, y que aunque era adulto, se trataba de un ejemplar
inmaduro.
Tritón Ibérico |
Pasaron los cormoranes sobre el Río
Jándula, mientras comíamos en la aledaña área recreativa del Encinarejo,
sobrevolada por los aviones roqueros. Después de almorzar dimos un paseo junto
al río. Revoloteaba un mosquitero entre los cantos rodados entre los que corría
el agua, adonde acudieron a beber unos jilgueros. Fue fácil descubrir al
escribano montesino en las desnudas ramas de un sauce. Se escuchó el regañante
reclamo del carbonero provenir del soto fluvial.
Pasamos el resto de la tarde, hasta que
nos fuimos, en el mirador, desde donde divisamos ciervos ciervos y gamos al frente. Los aviones roqueros también volaban por allí, y
además de los cormoranes, también pasó la garza real, dejándonos oír su
graznido. Acudió un carbonero que estuvo posado brevemente en los lentiscos
cercanos. Y vimos el vuelo batido del martín pescador recorrer el cauce, junto
a la deshojada fresneda, que más tarde eligió una rama como posadero no muy
lejos del mirador desde el que lo observábamos.
Martín Pescador |
(*)
Fotografías: gentileza de Raimundo Gómez.
Lista
de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Lince Ibérico (Lynx pardinus)
- Ciervo Rojo
(Cervus elaphus)
- Gamo (Dama dama)
- Cormorán
Grande (Phalacrocorax carbo)
- Garcilla
Bueyera (Bubulcus ibis)
- Garza Real (Ardea cinerea)
- Buitre
Leonado (Gyps fulvus)
- Buitre Negro
(Aegypius monachus)
- Gavilán
Común (Accipiter nisus)
- Águila
Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
- Perdiz Roja
(Alectoris rufa)
- Tórtola
Turca (Streptopelia decaocto)
- Martín
Pescador Común (Alcedo atthis)
- Pito Real Ibérico (Picus sharpei)
- Pico Picapinos (Dendrocopos major)
- Cogujada Común (Galerida cristata)
- Avión Zapador (Ptyonoprogne rupestris)
- Lavandera
Blanca (Motacilla alba alba)
- Tarabilla Europea (Saxicola rubicola)
- Mirlo Común (Turdus
merula)
- Curruca Rabilarga (Sylvia undata)
- Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
- Mosquitero Común (Phylloscopus collybita)
- Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
- Carbonero
Común (Parus major)
- Herrerillo
Común (Cyanistes caeruleus)
- Alcaudón
Real (Lanius meridionalis)
- Rabilargo
Ibérico (Cyanopica cooki)
- Urraca (Pica pica melanotos)
- Chova
Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
- Estornino
Negro (Sturnus unicolor)
- Pinzón
Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
- Jilguero (Carduelis carduelis)
- Verderón
Común (Chloris chloris)
- Escribano
Montesino (Emberiza cia)
- Tritón
Ibérico (Lissotriton boscai)
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