Inesperadamente no trabajé hace dos días,
lo que me brindó la oportunidad de salir al campo en compañía de Julia, Lucía y
Paquillo, que junto a otros compañeros de su promoción de Ciencias de
Ambientales de Málaga, entre los que están Lola, promotora de la quedada, vinieron a pasar este fin de
semana en la Sierra
de Andújar. El grupo había contratado una visita guiada por Inma y Paco, y
durante nuestro recorrido me encontré con Raimundo, con quien pasé la mitad de
la jornada. Una jornada naturalista que además haría las delicias del más
exigente de los naturalistas, en la que se dejaron ver las seis especies
emblemáticas que residen permanentemente en este privilegiado enclave de Sierra
Morena que es Andújar, acompañadas de un variado elenco de otras especies
igualmente interesantes, siendo de entre aquellas primeras el lince el que en mejores
condiciones pude observar.
La cauta mirada del lince |
Me encontré con el grupo en El Encinarejo. Ellos ya me llevaban cierta ventaja, pues hasta que supe que ese sábado no trabajaría, ya llevaban en el campo casi un par de horas, y habían visto a la nutria. Por el camino yo había visto algunas de las aves más usuales que suelen verse al recorrer ese trayecto, estorninos, algunas urracas y al mirlo. Lamentaba no haber podido llegar antes, y haber compartido el avistamiento de la nutria, pero mientras aún esperábamos su aparición en las tranquilas aguas del río, podíamos oír a un par de gorriones chillones posados en un cable, ver a los mosquiteros y a la lavandera cascadeña pulular entre los guijarros del río y a unos cuantos estorninos sobre un eucalipto seco. Pero tan solo vimos salir de la espesura de la vegetación a un picogordo que cruzo el caudal volando de orilla a orilla, para ocultarse nuevamente entre las plantas.
Pero con el cambio de ubicación, sí que
logramos ver al mustélido acuático, delatada por sus movimientos, aunque tan sólo unos
instantes. También divisamos, a pesar del fuerte contraluz, a los dos miembros
de una pareja de águilas imperiales posadas en sendos postes, mientras podíamos
oír al zorzal charlo y los arrullos de palomas torcaces, de las que vimos
alguna que otra pasar por allí. Una familia de mitos se movía por unas encinas
próximas, mientras se descubrió entre el matorral por unos momentos una curruca
cabecinegra hembra, a la cual habíamos oído. También pasaron unos pocos
cormoranes, y vimos a la garza real.
Del Encinarejo no movimos hacia La Lancha. Lucía me
acompañó durante todo este recorrido, lo que nos dio más tiempo para hablar
sobre nuestras vidas y ponernos al día, que ya hacía más de un año que no nos habíamos visto. Por
el camino vimos urracas, rabilargos, tórtolas turcas, alguna abubilla,
perdices, trigueros, petirrojos y pinzones, e hicimos algunas paradas para
observar el terreno en las que pudimos ver colirrojos y al andarríos grande.
Sobre una redondeada roca de granito aparecían un par de mochuelos, como parte
de la misma, a modo de dos pequeños bolos graníticos puestos sobre ella. Un par
de madrileños que venían con un niño, que pararon junto a nosotros se entusiasmaron
bastante con estos avistamientos, que además, por su entusiasmo motivado, parecían estar descubriendo estas aves por primera vez. Una satisfacción que ya es menos
patente en los que nos hemos acostumbrado a ver con cierta asiduidad estos
animales, pero que no debemos olvidarnos del placer que supone seguir
observándolos, pese a lo comunes que puedan resultar.
Bajando por la zona de curvas, divisamos
un buitre leonado y un negro. Pero eché de menos a lo largo de todo el trayecto
no haber visto ningún ciervo. Paramos en el Mirador del Jándula, desde donde
vimos más buitres, aunque más lejos. El águila real, posada sobre una roca, a
lo lejos, que poco después emprendió el vuelo compartiendo el espacio aéreo con
los buitres. Más cerca, vimos un ejemplar damero de águila imperial alejándose.
Y por las inmediaciones no nos faltaron los petirrojos, frecuentes ahora, en la
invernada, y las torcaces que sobrevolaron el área. También divisamos con los
telescopios un ciervo. Inma además estrenaba su “tele” ese día.
Seguimos hacia la presa del Embalse del
Jándula sobrevolada por múltiples aviones roqueros. También vimos algunos
buitres planeando, y un leonado particularmente pasó volando bastante cerca.
Con Paquillo rememoramos cuando él vio el lince por aquella zona en el
Voluntariado en el que nos conocimos Inma, él y yo, así como la valoración del
trabajo que allí acometimos con los eucaliptos. Julia, un compañero de su grupo
y yo entramos un momento en el túnel a ver los murciélagos que allí reposan
durante el día. Desde los aparcamientos, volvimos a levantar la mirada al cielo
para ver al águila imperial volando entre los buitres.
De camino hacia arriba fue muy propicio
que me encontrara a Raimundo, con quien me quedé a comer y a echar el resto del
día, puesto que el grupo tenía una visita al interior de una finca privada. El zumbido de las abejas entre los florecidos romeros era continuo. Poco
antes de comer se escuchaba la curruca cabecinegra, y un macho acabó elevándose
sobre el lentisco donde se ocultaba, para volver a esconderse a continuación.
Después de almorzar Raimundo sugirió que deberíamos darnos un paseo. Acertada proposición, pues no muy lejos un grupo de gente acababa de ver al lince. Entre ellos estaban los madrileños con los que había coincidido por la mañana. No debimos esperar demasiado rato para verlo. Aunque dada nuestra posición y la del felino resultaba difícil hacer una observación cómoda. Lo descubrimos inmóvil, contra una roca. Algo llamaba poderosamente su atención, que le atrapaba la mirada como para ignorar la expectación que había despertado entre el público que lo contemplaba. Y tras una breve pero apresurada y certera carrera el lince se precipitó sobre su presa por excelencia, un joven conejo en el que yo por lo menos, no había deparado en su presencia. Quizá porque mi atención en el lince estaba tan centrada como la del lince lo estaba en el conejo. Pero durante el tiempo que duró el acecho, me dio tiempo a suponer que podría estar haciendo lo que finalmente hizo. ¡Acabábamos de ver la secuencia de un documental, en vivo!
Es predador especialista con su presa específica |
El conejo no emitió chillido alguno al ser
cazado. Pensé que pudiera haber sido silenciado por el murmullo de la gente que
me rodeaba, pero lo cierto es que nadie lo escuchó. No tardó mucho en
comisquearlo en el mismo sitio donde cazó al lagomorfo, junto a un lentisco, y poco a poco se fue alejando
del lugar. Pero antes de largarse volvió a brincar entre las rocas, en las que
estuvo un rato echado al sol, tranquilo. Tras perderse de la vista de todo el
mundo, la gente volvió a dispersarse, colocándose cada cual en su posición para
seguir oteando el paisaje a la espera de que la suerte les sonría de nuevo.
Prologando la espera tan solo divisábamos las urracas sobre el terreno por que cruzaban palomas de vez en cuando, más algún que otro lejano ciervo que descubríamos. Y unas horas más tarde, cuando estábamos apunto de marcharnos, de nuevo se dejó ver el punteado gato. Había vuelto de su campeo a la misma área donde anteriormente había cazado. Costaba seguirle sus movimientos entre rocas, lentiscos y acebuches. De hecho yo dejé de verle pronto. Pero Raimundo, que volvió a estar acertado, supo posicionarse mejor y consiguió verle durante más tiempo y más cerca. Volvió a tener éxito al cazar de nuevo, otro joven conejo, y tras comérselo consiguió cruzar la pista, y recuperar su intimidad, penetrando en el monte que lo apartaba de curiosas miradas y objetivos fotográficos. No todos los días se puede presenciar al felino mediterráneo en acción, ejerciendo su papel de depredador. Ya podíamos irnos más que satisfechos. A parte de los ciervos, de regreso, con la luz del atardecer, pude ver también algún gamo.
(*)
Fotografías: gentileza de Raimundo Gómez.
Lista
de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Conejo
Europeo (Oryctolagus cuniculus
algirus)
- Nutria
Paleártica (Lutra lutra)
- Lince
Ibérico (Lynx pardinus)
- Ciervo Rojo
(Cervus elaphus)
- Gamo (Dama dama)
- Cormorán
Grande (Phalacrocorax carbo)
- Garza Real (Ardea cinerea)
- Buitre
Leonado (Gyps fulvus)
- Buitre Negro
(Aegypius monachus)
- Águila
Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
- Águila Real
(Aquila chrysaetos)
- Perdiz Roja
(Alectoris rufa)
- Andarríos
Grande (Tringa ochropus)
- Paloma
Torcaz (Columba palumbus)
- Tórtola
Turca (Streptopelia decaocto)
- Mochuelo
Europeo (Athene noctua vidalii)
- Abubilla (Upupa epops)
- Avión
Roquero (Ptyonoprogne rupestris)
- Lavandera
Cascadeña (Motacilla cinerea)
- Petirrojo
Europeo (Erithacus rubecula)
- Colirrojo
Tizón (Phoenicurus ochruros)
- Mirlo Común
(Turdus merula)
- Zorzal
Charlo (Turdus viscivorus)
- Curruca
Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
- Mosquitero
Común (Phylloscopus collybita)
- Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
- Rabilargo
Ibérico (Cyanopica cooki)
- Urraca (Pica pica melanotos)
- Chova Piquirroja
(Pyrrhocorax pyrrhocorax)
- Estornino
Negro (Sturnus unicolor)
- Gorrión
Chillón (Petronia petronia)
- Pinzón Común
(Fringilla coelebs coelebs)
- Picogordo (Coccothraustes coccothraustes)
- Triguero (Miliaria calandra)
Genial compartir y aprender contigo. Un abrazo.
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