El jueves 9 y la mañana del viernes 10 los
dedicamos a labores de señalización y acondicionamiento del GR 7, con la
peculiaridad que la noche que trascurre entre ambos días la pasamos en la
montaña. Fue una de las dos noches que no dormimos en el hotel (la siguiente,
algunos días después, dormimos en una choza de pastores rehabilitada en el
Sulayr), pero solo esa fue la que hicimos vivac, durmiendo a la intemperie. El
lugar que Pedro había previsto fue Laguna Seca, muy cerca del Chullo, en la Sierra Nevada almeriense.
El trabajo realizado el jueves fue en una
zona que a mí particularmente me gustó bastante, y que me sorprendió mucho y
para bien. Se trataba de un barranco por el que discurría un arroyo de pobre
caudal, pero que botánicamente albergaba alisos, cerezos, castaños y serbales,
que componían un relíctico bosque atlántico. Algunas de estas especies nos fue
posible identificarlas gracias a Loyola, una gran entendida en plantas. Pero
más allá de los grandes árboles, de porte imponente, fue muy grato descubrir
pies muy jóvenes, de pocas savias, que indican que sigue existiendo regeneración
natural, al menos por ahora, de un tipo de formación vegetal tan escasa en
Andalucía. Más allá de la galería en la que desarrolla este bosque, asociado a
la umbría y al agua presentes a lo largo de la hondonada del valle, se
extienden los pinares por sus alrededores.
Pyronia bathseba |
Una explosión de mariposas y libélulas se
daban cita en aquella pequeña vaguada, en la que la primavera se resiste al verano, atraídas por las favorables condiciones que brinda la
cercanía al agua, del arroyo, y también de una acequia por la que pasamos. Las
mariposas se hacinaban en la tierra empapada para libar agua, o bien se
concentraban en torno a las flores. Entre ellas, resulta llamativa por ser
relativamente frecuente y de gran tamaño, además de ser muy atractiva y fácil
de identificar, la que llaman podalirios o chupaleches (Iphiclides podalirus), de alas anteriores con diseño acebrado y
posteriores formando dos “colas”. También aparecían ejemplares de Pyronia bathseba, con vistosos ocelos
negros pintando sus alas pardas y anaranjadas, y de Aporia crataegi, de alas blancas surcadas por nervios negros, entre
una gran diversidad.
Aporia crataegi |
Al Puerto de la Ragua , paso que comunica la
comarca granadina del Marquesado del Zenete (al norte), con Las Alpujarras,
tanto la granadina como la almeriense (al sur), solíamos acudir para descansar
a medio día, para almorzar o para recargar de agua las cantimploras por la
cercanía al lugar de trabajo. Pero aquel jueves fue el lugar donde cenamos. La
penumbra que iba envolviendo al bosque de pinos silvestres con la caída de la
tarde, propició que sonara la llamada del cárabo. Pero a pesar de la tenue luz
aún estaban activos los pinzones, carboneros garrapinos y algún arrendajo que
prospectaba con cierta confianza la zona.
En plena oscuridad nos dirigimos con el
coche hacia Laguna Seca. Con las luces vimos una liebre, que estuvo un rato
siguiendo nuestro camino, y más adelante un grupo de cabras monteses que
cruzaron la pista forestal. Desde donde dejamos el coche, al borde de los
últimos pinares, había muy poca distancia a pie hasta llegar al sitio donde
dormimos. El recorrido era descendente, y cerca del sitio donde echamos los
esterillos aislantes y los sacos al suelo, encontramos una pareja de Pycnogaster inermis, conocido como
grillo del matorral. De las tres especies de ortópteros endémicos que alberga
Sierra Nevada, este era él último que me faltaba por ver. De manera que he ido
bimbando una por voluntariado. Cómodamente desde nuestros sacos, dedicamos un
rato antes de dormir a observar las estrellas, aunque la reverberación
producida por el calor y la luz de la luna no nos lo pusieron fácil.
La cascada incesante de notas producidas
por la alondra anunciando la mañana fue nuestro despertador Y aunque tampoco le
hicimos demasiado caso, algunas de mis compañeras sí que se levantaron antes y
fueron a pasear. Como si estuviésemos en el interior de un cráter, o un cuenco,
alrededor nuestra se alzaban las paredes o bordes que contendrían el agua de
esa laguna. La vegetación del fondo, comparada los piornos de los bordes,
atestigua la presencia temporal de agua, que probablemente por filtración del
suelo, le dé ese marcado carácter estacional que hace que se seque tan
rápidamente.
Hembra de Pycnogaster inermis |
Además de las alondras, volando a la vez que
cantando sobre nosotros, por el perímetro de la laguna se dejó ver alguna que
otra collalba gris. Verdecillos y pardillos pasaron por allí en pequeño número,
cantando y de forma rauda. Revoloteaban mariposas por allí, y me encontré con negras aceiteras (Berberomeloe majalis) y una hembra de Pycnogaster inermis. El calor apretaba
desde por la mañana, estando expuestos al sol. Nos fuimos a desayunar al coche,
aprovechando la sombra de los pinos. Se oían a los pinzones por el bosque, y
mientras desayunábamos acudió a un pino cercano una pareja de carboneros
garrapinos.
Lista
de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Liebre
Ibérica (Lepus granatensis)
- Cabra Montés
(Capra pyrenaica hispanica)
- Cárabo Común
(Strix aluco sylvatica)
- Alondra
Común (Alauda arvensis)
- Collalba
Gris (Oenanthe oenanthe)
- Carbonero
Garrapinos (Periparus ater)
- Arrendajo
Común (Garrulus glandarius)
- Pinzón
Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
- Verdecillo
Común (Serinus serinus)
- Pardillo
Común (Carduelis cannabina)
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