Con motivo de acondicionar el muladar para
próximas carroñadas, José Luis y yo nos desplazamos ayer hasta una finca
ubicada en Sierra Madrona. Por las dehesas de encinas del Valle de los
Pedroches, veíamos sobre todo urracas dispersas, algunos bandos de pinzones que
se levantaban de la carretera a nuestro paso y tórtolas turcas cerca de los
pueblos. Unas lavanderas blancas se paseaban sobre la verde hierba de una
pequeña pradera donde pastaban unas ovejas. Unos buitres leonados, volaban
bajos, sobre las encinas, enfrentándose a la tenue lluvia que dejaba caer el
denso cielo gris. Se cruzaron en vuelo un arrendajo y un pito real. Como un
pequeño bolo de granito más, permanecía un rechoncho mochuelo posado sobre unas
redondeadas rocas de este tipo. A un lado del camino también quedaron un conejo
sobre un montículo de arena junto a un arroyo, un alcaudón real posado
visiblemente en una rama seca de un arbusto, una abubilla posada en la rama
seca de una encina, y un carbonero que se ocultó en el interior de la copa de
una encina.
Al entrar a la finca había reunidos bajo
unas encinas grupos de muflones que se ponían a cubierto de la fina llovizna.
Mientras estuvimos en los aledaños de la casa me fue posible observar a una
pareja de mirlos en el jardín, y un colirrojo tizón. También me era posible
escuchar a una cercana ranita meridional. Los gorriones estaban presentes en el
interior de una nave a la que fuimos a coger algunas de las herramientas que
necesitábamos.
Empleamos todo el tiempo de luz a la limpieza y arreglo de los hides y a quitar tantos huesos como pudimos de anteriores carroñadas, con la ayuda de dos voluntarios estadounidenses que están en la finca como woofers. Vimos una perdiz sobre una piedra de camino al muladar. Y antes de entrar, hicimos una parada casi obligatoria para contemplar los buitres que volaban entre las espesas nubes que envolvían los roquedos más altos. No tardamos en descubrir que había muchos más buitres posados en las rocas, con sus enormes alas extendidas. Aparentemente todos eran leonados, tanto los que estaban en vuelo, como los incontables buitres hacinados en las rocas, pero en el entorno del muladar había un par de negros posados en el suelo. Estuvieron sobrevolando el muladar a lo largo de la mañana mientras nos dedicábamos a nuestra labor. Los rabilargos también se movían por la zona. Entre tanto, podía oírse de vez en cuando la totovía, el pito real y las chovas piquirrojas.
Buscamos para comer la cercanía de un par de albercas contiguas, donde un martín pescador realizó una formidable zambullida, y en cuyo entorno encontramos bastantes excrementos de nutria. Desde allí nos era posible también escuchar la berrea del ciervo. De vuelta al muladar, una familia de perdices corría por el mismo camino por donde íbamos, hasta que con una volada se echaron a un lado, hasta los juncos de un arroyo donde se ocultaron. Un zorzal charlo se cruzó y fue a posarse a una piedra en medio de un prado.
Una vez en el muladar, a primera hora de la tarde, mientras llevaba una carretilla de huesos que había recogido al remolque donde los estábamos cargando, me encontré con una culebra de escalera, que a pesar de su considerable tamaño, era todavía un ejemplar subadulto, pues aún se le intuían en el dorso el dibujo de los peldaños de la escalera que presentan los juveniles. El día húmedo y fresco hacía que sus movimientos fueran muy lentos.
Algunos rayos de sol se abrieron paso entre las nubes a media que atardecía. También apareció por el muladar un colirrojo tizón. Y además de seguir oyéndose a ratos la totovía, el pito real y las chovas, también hubo un momento en el que oí unos pardillos que no pude localizar con la vista, y un arrendajo que empezó a graznar desde el interior de una encina. Pude ver unos lejanos ciervos que iban a la carrera, fuera del recinto vallado del muladar.
Empleamos todo el tiempo de luz a la limpieza y arreglo de los hides y a quitar tantos huesos como pudimos de anteriores carroñadas, con la ayuda de dos voluntarios estadounidenses que están en la finca como woofers. Vimos una perdiz sobre una piedra de camino al muladar. Y antes de entrar, hicimos una parada casi obligatoria para contemplar los buitres que volaban entre las espesas nubes que envolvían los roquedos más altos. No tardamos en descubrir que había muchos más buitres posados en las rocas, con sus enormes alas extendidas. Aparentemente todos eran leonados, tanto los que estaban en vuelo, como los incontables buitres hacinados en las rocas, pero en el entorno del muladar había un par de negros posados en el suelo. Estuvieron sobrevolando el muladar a lo largo de la mañana mientras nos dedicábamos a nuestra labor. Los rabilargos también se movían por la zona. Entre tanto, podía oírse de vez en cuando la totovía, el pito real y las chovas piquirrojas.
Buscamos para comer la cercanía de un par de albercas contiguas, donde un martín pescador realizó una formidable zambullida, y en cuyo entorno encontramos bastantes excrementos de nutria. Desde allí nos era posible también escuchar la berrea del ciervo. De vuelta al muladar, una familia de perdices corría por el mismo camino por donde íbamos, hasta que con una volada se echaron a un lado, hasta los juncos de un arroyo donde se ocultaron. Un zorzal charlo se cruzó y fue a posarse a una piedra en medio de un prado.
Ejemplar subadulto de Culebra de Escalera |
Una vez en el muladar, a primera hora de la tarde, mientras llevaba una carretilla de huesos que había recogido al remolque donde los estábamos cargando, me encontré con una culebra de escalera, que a pesar de su considerable tamaño, era todavía un ejemplar subadulto, pues aún se le intuían en el dorso el dibujo de los peldaños de la escalera que presentan los juveniles. El día húmedo y fresco hacía que sus movimientos fueran muy lentos.
Algunos rayos de sol se abrieron paso entre las nubes a media que atardecía. También apareció por el muladar un colirrojo tizón. Y además de seguir oyéndose a ratos la totovía, el pito real y las chovas, también hubo un momento en el que oí unos pardillos que no pude localizar con la vista, y un arrendajo que empezó a graznar desde el interior de una encina. Pude ver unos lejanos ciervos que iban a la carrera, fuera del recinto vallado del muladar.
Apuramos la tarde para colocar un hide
sobre una estructura metálica, enfocado al águila imperial, con el objetivo de
conseguir unos fondos adecuados de cara a la fotografía. Los ciervos empezaron
a mostrarse activos al caer la tarde, que vimos cuando nos íbamos de la finca. De
vuelta, ya de noche, se nos cruzaron por la carretera un par de ratones de
campo.
Lista
de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Ratón de
Campo (Apodemos sylvaticus)
- Conejo
Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
- Muflón (Ovis orientalis)
- Ciervo Rojo
(Cervus elaphus)
- Buitre
Leonado (Gyps fulvus)
- Buitre Negro
(Aegypius monachus)
- Perdiz Roja
(Alectoris rufa)
- Tórtola
Turca (Streptopelia decaocto)
- Mochuelo
Europeo (Athene noctua vidalii)
- Martín
Pescador Común (Alcedo atthis)
- Abubilla (Upupa epops)
- Pito Real (Picus
viridis sharpei)
- Totovía (Lullula
arborea)
- Lavandera
Blanca (Motacilla alba alba)
- Colirrojo
Tizón (Phoenicurus ochruros)
- Mirlo Común
(Turdus merula)
- Zorzal
Charlo (Turdus viscivorus)
- Carbonero
Común (Parus major)
- Alcaudón
Real (Lanius meridionalis)
- Arrendajo
Común (Garrulus glandarius)
- Rabilargo
Ibérico (Cyanopica cooki)
- Urraca (Pica pica melanotos)
- Chova
Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
- Gorrión
Común (Passer domesticus)
- Pinzón
Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
- Pardillo
Común (Carduelis cannabina)
- Culebra de
Escalera (Rhinechis scalaris)
- Ranita
Meridional (Hyla meridionalis)
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