Con una idea clara en mi mente, y que a la
vez me suponía un enorme entusiasmo, una salida en barco que tal vez me diera
la posibilidad de contemplar cetáceos en libertad, en su medio natural, que es
el mar, me desplacé a El Ejido hace un par de días. Participé, una vez más, en
calidad de voluntario para el campo de trabajo local organizado por la
asociación de Moisés Palmero, El Árbol de las Piruletas, dentro del Proyecto
Alborán. La ocasión me brindó la oportunidad de reencontrarme con Moi, con Fran
Silva, con José Luis Sánchez y José Luis Molina, apreciados compañeros con los
que ya he compartido otros voluntariados.
Comenzamos con un breve curso impartido por Paco Toledano, miembro de PROMAR, en el que nos dieron a conocer las especies de cetáceos y de tortugas marinas que pueblan el Mar de Alborán, así como las amenazas, casi siempre de origen antrópico, que ponen en peligro su conservación, y las estadísticas sobre varamientos. Continuamos durante las siguientes horas empapándonos de historia a bordo de la embarcación “Blancazul”, navegando porla
Bahía de San Miguel. No conseguimos avistar ningún mamífero
marino como esperaba, pero disfruté del equipo humano del barco, y de aves que
no estoy habituado a ver en compañía de los pajareros José Luis Molina y Fran.
Nada más salir del Puerto de Almerimar, José Luis Molina y yo no fijamos en un par de charranes comunes que reposaban sobre una boya. A pesar de pasar el barco a su lado, las aves permanecieron tranquilas en su sitio en todo momento. Pero la gran expectación vino algo más adelante, con las otras dos aves las que descubrimos volando a baja altura y que José Luis identificó sin vacilar. Se trataba de alcatraces subadultos. Resultaba complicado poder fijar los prismáticos en las aves con el movimiento del barco. También vimos una joven gaviota patiamarilla, ave que no falta cerca de la costa. Y en cierto modo, comparables a los chotacabras por su comportamiento, me recordaron las pardelas cenicientas, que invisibles sobre la superficie del mar en la que nadaban, no las descubríamos hasta que alzaban el vuelo cuando el barco casi se les había echado encima durante la travesía. Hasta tres pardelas llegué a contar que volando rasantes sobre el mar, se perdían de vista enseguida en el horizonte.
Comenzamos con un breve curso impartido por Paco Toledano, miembro de PROMAR, en el que nos dieron a conocer las especies de cetáceos y de tortugas marinas que pueblan el Mar de Alborán, así como las amenazas, casi siempre de origen antrópico, que ponen en peligro su conservación, y las estadísticas sobre varamientos. Continuamos durante las siguientes horas empapándonos de historia a bordo de la embarcación “Blancazul”, navegando por
Mar de Alborán |
Nada más salir del Puerto de Almerimar, José Luis Molina y yo no fijamos en un par de charranes comunes que reposaban sobre una boya. A pesar de pasar el barco a su lado, las aves permanecieron tranquilas en su sitio en todo momento. Pero la gran expectación vino algo más adelante, con las otras dos aves las que descubrimos volando a baja altura y que José Luis identificó sin vacilar. Se trataba de alcatraces subadultos. Resultaba complicado poder fijar los prismáticos en las aves con el movimiento del barco. También vimos una joven gaviota patiamarilla, ave que no falta cerca de la costa. Y en cierto modo, comparables a los chotacabras por su comportamiento, me recordaron las pardelas cenicientas, que invisibles sobre la superficie del mar en la que nadaban, no las descubríamos hasta que alzaban el vuelo cuando el barco casi se les había echado encima durante la travesía. Hasta tres pardelas llegué a contar que volando rasantes sobre el mar, se perdían de vista enseguida en el horizonte.
Hicimos un par de altos en mitad de la
ruta. Una fue debido a una falsa alarma ocasionada por un banco de bonitos que
de lejos parecía que podía tratarse de un grupo de delfines. En la siguiente,
ya de vuelta y más cercana a tierra, fue aprovechada para darnos un baño sobre
la pradera la pradera de posidonia. Con el snorker contemplamos la multitud de
peces que encuentran el hábitat idóneo para vivir en la formación de esta
planta marina. También, desde el sitio donde estábamos parados, pudimos ver
pasar un págalo, que a pesar de las deliberaciones no nos atrevimos a
identificar. Nos hallábamos en un privilegiado lugar donde convergían diversos
espacios naturales protegidos del poniente almeriense. Se podían divisar las
cumbres de Sierra Nevada, protegidas bajo la figura de Parque Nacional, y cuyo
entorno está envuelto por el cinturón de amortiguación al impacto humano del
Parque Natural. Así mismo era posible ver la Sierra de Gádor. Al frente, se encontraba el
espacio natural de Punta Entinas-Sabinar, protegida una zona como Reserva
Natural, la otra como Paraje Natural. A nuestros pies, bajo la propia
embarcación, teníamos el LIC (Lugar de Interés Comunitario) de la pradera de Posidonia oceanica. Y aunque no estaban
visibles, no demasiado lejos también se encuentran la Reserva Natural de la Albufera de Adra y el
Paraje Natural de la Isla
de Alborán. Toda esta riqueza natural constituye el verdadero tesoro del Mar de
Alborán.
Rumbo al puerto, una gaviota de Audouin sobrevoló la embarcación, dando varias pasadas a baja altura. Y ponen punto final a nuestras observaciones de avifauna marítima una pareja de charranes patinegros que volaban cerca del puerto.
Gaviota de Audouin |
Rumbo al puerto, una gaviota de Audouin sobrevoló la embarcación, dando varias pasadas a baja altura. Y ponen punto final a nuestras observaciones de avifauna marítima una pareja de charranes patinegros que volaban cerca del puerto.
(*)
Fotografías: gentileza de Moisés Palmero y Francisco Silva (Orden Alfabético).
Lista
de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Pardela
Cenicienta (Calonectris diomedea)
- Alcatraz
Atlántico (Morus bassanus)
- Gaviota de
Audouin (Larus audouinii)
- Gaviota
Patiamarilla (Larus michahellis)
- Charrán Común (Sterna hirundo)
- Charrán Patinegro (Thalaseus sandvicensis)
- Bonito (Sarda
sarda)
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