Por segundo año consecutivo, he
participado en el Voluntariado que lleva a cabo Amigos de la Tierra y Eco Campus UAM en
Sierra Nevada. Además, la zona de actuación también era el entorno del Mulhacén,
por lo que he vuelto a muchos de los mismos sitios en los que estuve el año
pasado. Y las labores que desempeñamos, como el año anterior, también
consistieron en levantar hitos de piedras y señalizar la vereda de subida y
bajada al Mulhacén (esta vez en la ladera sur), eliminar sendas secundarias
(para evitar el pisoteo de las plantas y la erosión), y eliminar corraletas de
los borreguiles, esta vez de Siete Lagunas.
Lejos de cansarme, o aburrirme, por volver
a los mismos sitios, los momentos vividos siempre son diferentes. Ha sido una maravillosa
experiencia la que he podido compartir con Juanjo, David, Irene y Eduardo, a
quienes he conocido gracias al Voluntariado, y reencontrarme con Sergi, a quien
ya tenía muchas ganas de volver a ver, desde otro Voluntariado en el que nos
conocimos, hacía tres años, y con Pedro, el monitor, y experimentado montañero,
quien una vez más ha conducido el grupo de manera ejemplar. Un extraordinario
equipo, del que he aprendido mucho, gracias a todo lo que han aportado.
Y en la faceta naturalista, puedo decir
que mis expectativas han sido bastante satisfactorias. Dado que nunca hay dos
días iguales en el campo, ni aun repitiendo en el mismo sitio, en cuanto a
observación de fauna se refiere, han convertido estos casi once días en Sierra
Nevada, en unas jornadas naturalistas muy interesantes, que desarrollo en el
siguiente diario.
Martes
4: La llegada.
Con la emoción contenida, me fui para
Granada con bastante antelación, sobre las 14.30, a pesar que la hora de
quedada no era hasta las 17.00, y solo necesitaba hora y media para llegar al
punto de encuentro, la
Estación de Autobuses. A esas horas de calor, no es mejor
momento para observar animales. Tan solo le eché cuentas a los milanos negros
que se arremolinaban en torno al vertedero de Jaén, y a un águila calzada que
volaba sobre la autovía, ya no muy lejos de Granada.
Barranco de Tablate |
Tras
el encuentro de quienes íbamos a integrar el grupo, y la presentación oficial,
salimos hacia Capileira, el lugar donde de nuevo estábamos alojados. Pero antes
de llegar, hicimos una parada, que constituyó nuestra primera visita a Las
Alpujarras, al Puente Nazarí de Tablate. El histórico puente une ambos lados de
un profundo tajo, en cuyo entorno volaban algunos ejemplares de golondrina
común y de avión roquero. También vi una curruca cabecinegra en un arbusto que
crecía en las paredes del precipicio. Sergi, pudo ver además, tres oropéndolas
volar entre los árboles que crecen desde lo más profundo del encajonado cañón,
y extienden sus copas, en busca de la luz, en la parte superior.
Puente viejo de Tablate (Época Nazarí) |
Puente nuevo de Tablate (S: XIX) |
En lo que restaba de camino hasta llegar,
tan solo me fijé en unos vencejos. Ya en el hotel, por sus arriates, estuve
viendo a un par de colirrojos tizones, que quizás por su juventud, resultaban
muy confiados. Y de la espesura de la vegetación circundante a los jardines,
emanaba el canto del chochín.
Miércoles
5: Jornada de sensibilización.
Un vistazo por el balcón, al levantarme,
me permitía ver unas lavanderas blancas por los terrados de las casas de
Capileira, y al colirrojo tizón antes de entrar al comedor a desayunar,
mientras se escuchaba el canto del chochín y los reclamos de un carbonero
común, que se dejó ver, por las cercanías.
Acompañados por Carmen, guía-intérprete
del Parque, y Juan, un voluntario de la red local, dedicamos la mañana a
realizar una campaña de sensibilización ambiental enfocada a la recogida de los
propios residuos generados por los visitantes que subían al Mulhacén, en
peregrinación por la romería. Como incentivo, ofrecíamos una camiseta a quien
se bajara su propia basura. Para ello nos situamos en el Alto del Chorrillo, y
parábamos a los transeúntes que iban hacia arriba, para darles una bolsa de
basura, y animarles a que se bajasen sus propios residuos. También dedicamos
parte de nuestra labor a la recogida de basura por los alrededores, y por el
camino.
Desde donde estábamos pude ver algún
buitre leonado, y también algún cernícalo. Pero me llamaban mucho la atención
los insectos de pigmentación melánica que se podían ver con facilidad, como Baetica ustulata, que ya lo había visto
el año pasado, y ejemplares de Satyrus
actaea, de alas negras, que revoloteaban por allí. Además también había
otros tipos de pequeños saltamontes, unos grises que desplegaban alas azules al
saltar (Oedipoda caerulescens), otros
que combinaban el verde y el pardo-rojizo (Chorthippus
binotatus).
Chorthippus binotatus |
Para no estar todos en el mismo lugar,
pronto el grupo se dividió, y mientras unos limpiarían los alrededores del Alto
del Chorrillo, Pedro, Sergi, Juan y yo subimos un tramo de la senda que va a la
cima del Mulhacén, por la cara sur de la montaña, haciendo lo mismo. Ir mirando
hacia el suelo para buscar basura nos permitió ver cuatro lagartijas
colilargas. Pero más curioso nos resultó cierta oruga vestida con un traje a
base de ramitas secas de piorno. Ese canutillo en el que se enfunda la oruga,
sirviéndole de camuflaje para pasar inadvertida, como guarida en caso de ser
descubierta, y hasta como un posible sistema de aislamiento térmico o solar, o
para evitar ser arrastrada por los vientos, fue denominado “capa de armiño” por
el naturalista Jean Henry Fabre. Se trata de una especie de psíquido
(Psychidae), una familia de polillas.
Vaina protectora, llamada "capa de armiño", que cobija a una oruga de psíquido |
Echando la vista atrás, para comprobar
nuestro ascenso, cruzaron a la carrera unas cabras monteses. Suelen mostrarse
más tranquilas en esta zona de interior del Parque Nacional, donde no se las
caza desde su declaración en 1999 (diez años después que el Parque Natural),
pero la presencia de tanta gente por la romería las inquieta. Además, a causa
de la romería, se permite el acceso de vehículos particulares hasta el Alto del
Chorrillo, cuando lo habitual es que se queden en la Hoya del Portillo. Entre las
piedras también se movían aves como las collalbas grises, y un par de acentores
alpinos. En la bajada también vimos un par de cuervos, que graznaron al pasar
volando.
Sobre todo papeles, pero era cuanto menos
llamativo la variedad de residuos que la gente es capaz de subir a la montaña,
y abandonar allí, tratando de disimularlos bajo las piedras o en las grietas de
las rocas. Diversos envases, que fueron portados hasta allí, con su contenido,
y por tanto con más peso, abandonados tras ser consumidos, cuando son más
ligeros de llevar. Ya no es una cuestión de ecologismo, sino una falta de
civismo, que por suerte, poco a poco se va corrigiendo.
Avispa icneumónida arrastrando una oruga hacia su nido |
Nos bajamos a comer a la Hoya del Portillo, donde
estuvimos hasta la tarde. Llamó nuestra atención una avispa icneumónida que
portaba una oruga a su nido por el área recreativa. También nos fijamos en las
mariposas que revoloteaban en torno a las flores de un cardo, entre ellas una Vanessa cardui. Pudimos ver una
lagartija colilarga por el área recreativa, y una ibérica cerca de la caseta de
la barrera. Se oía el canto de los piquituertos al pasar en pequeños bandos
volando sobre el pinar. Llegamos a descubrir un macho posado en el cogollo
superior de un pino, mas no pudimos apreciar bien su bonita coloración rojiza
por la mala luz de la tarde nublada. Y de una marquesina donde hay un cartel
informativo, rescatamos otra lagartija ibérica que no sabíamos como había
podido acabar allí.
Terminamos la tarde por las calles de
Capileira, haciendo un recorrido en busca de sus fuentes. Pedro encomendó el
plano a Sergi, quien nos guió a ellas. Durante el paseo se vieron aves urbanas,
que aunque apellidadas comunes, no por ello dejan de ser interesantes, como
gorriones, vencejos y aviones.
Jueves
6: De la alta montaña al bajo humedal.
Variopinto día, de visitas a múltiples
lugares, que ostenta la mayor variedad de fauna que observamos de todo el
Voluntariado, por los diversos medios y altitudes que pasamos. Empezando ya por
la mañana, antes de salir, con el colirrojo, habitual por los jardines del
hotel, y un abejaruco que vi durante el camino hasta llegar a las Oficinas del
Parque, nuestra primera parada, donde en los aparcamientos pude escuchar a la lavandera
blanca. Carmen y Javier, otro guía informador del Parque, a quien conocía del
año pasado, nos estuvieron presentando Sierra Nevada, y nos dieron algunos
libros y postes.
Nuestra siguiente parada la hicimos en el
Charcón, a orillas del Río Genil, donde parte la Vereda de la Estrella. Fue el sitio donde
almorzamos, y algunos nos dimos un remojón en el río. Había por allí aviones
roqueros, golondrinas y gorriones. No lejos de allí, quedaba la Dehesa de San Juan, donde
estuvimos un rato viendo unos bunkers que atestiguan la trágica historia
reciente de nuestro país, pero que situados estratégicamente, dominaban
visualmente el abrupto paisaje del valle. Bajo nosotros volaban aviones
roqueros. Del bosque próximo, emanaron lejanos, los repetitivos pitidos que
componen la estrofa del pito real. Y de alguna otra parte, llegaron a nuestros
oídos el gorgoteo de los abejarucos, pero que aunque miramos hacia arriba,
buscándolos en el cielo, no los vimos.
El siguiente sitio al que fuimos fue el
Centro de Visitantes del Dornajo. Eduardo nos amenizó algunos de estos ratos en
coche cantándonos alguna coplilla. Mientras visitábamos las instalaciones,
David nos señaló donde se encontraba una lagartija ibérica, que se veía en el
exterior a través de una cristalera. Bajo las cornisas del Centro crían los
aviones comunes, que en su constante trasiego de ir y volver a la colonia, se
les podía oír todo el tiempo.
Después nos dirigimos hacia la Estación de Esquí de
Sierra Nevada, en la cara norte del Veleta. Subiendo por la carretera, pude ver
un macho de cabra montés, en la parte baja del talud. Dimos una vuelta con el
coche por Pradollano, y después subimos más, hasta llegar a la zona de los albergues,
a la Hoya de la
Mora. En ese trecho paramos un momento para
ver un bonito macho de collalba gris que divisé sobre las rocas de la parte
baja del talud de la carretera. Nos bajamos del coche para ir hasta unas
cercanas rocas, donde sentados sobre ellas deliberamos sobre los impactos de la
estación de esquí. Los gritos de los gorriones chillones, que se movían entre
el bosquete de pequeños pinos y las cercanas peñas, inundaban el ambiente. Los
vencejos y los aviones comunes surcaban el gris cielo, y sobre nosotros pasó un
cercano cernícalo.
Fuimos después al no muy lejano Jardín Botánico
de Hoya de Pedraza, ya bajando, que ofrece al visitante la posibilidad de
contemplar toda la riqueza botánica que atesora Sierra Nevada en sus montañas.
Hicimos un ameno recorrido, pero que por su brevedad, fue imposible que
pudiésemos detenernos en todas y cada una de las plantas. Probablemente quien
más lo disfrutó fue Juanjo, un gran entusiasta de las plantas. Lo mío son los
animales, y fácilmente se me iba la vista persiguiendo algún sonido, tratando
de encontrar, sin éxito, al agateador, al carbonero garrapinos o a los pardillos bajo el
pinar. Sí vimos en cambio algunas lagartijas colilargas durante nuestro paseo.
A la sombra de unos cercanos arbustos pudimos ver un petirrojo, y casi al final
del recorrido, unos pinzones que se internaron rápidamente en el pinar aledaño
cuando nos acercamos. Sobre un arbusto encontramos un zancudo saltamontes (Pterolepis sp.), y en una zona donde tienen unos pequeños tejos, descubrimos
sobre uno de ellos, una pareja de Steropleurus
andalusius levantinus, otra especie de ortóptero ápetero endémico del
sureste ibérico, aunque no exclusivo de Sierra Nevada. Y volvimos a ver otro de
estos grillos verdes sobre una flor seca más adelante, cuando ya nos íbamos.
Pterolepis sp |
Steropleurus andalusius levantinus, macho |
Hembra de Steropleurus andalusius levantinus, fácilmente distinguible del macho por la presencia del tubo ovopositor al final del abdomen. ¡Ojo! El oviscapto no es un agijón. |
Y exprimiendo al máximo nuestro tiempo, culminamos la tarde en una breve visita al humedal del Padul cuando íbamos de regreso, a propuesta de Sergi. Las blancas garcillas bueyeras podían verse coronando las ramas secas de unos árboles al avanzar hacia el interior del humedal. Sobre las aguas de la laguna nadaban unas pocas fochas. Del agua emergían esos esqueletos de árboles muertos donde además de las garcillas se apostaban palomas torcaces. Las carpas abrían sus bocas sobre la superficie del agua.
Decidimos hacer una pequeña ruta por el
Sendero del Mamut, hasta donde nos permitiera el poco tiempo del que ya
disponíamos. Pájaros a los que no me daba tiempo a fijar la vista con los
prismáticos, que desaparecían entre la vegetación, y sonidos que no
identificaba, fueron la tónica de este paseo. Pequeños bandos de jilgueros,
verderones y gorriones comunes acompañaban nuestros pasos por la pasarela de
madera, poniendo sonido al paisaje lacustre. De las entrañas de la jungla de
carrizos que circundan la pasarela surgía la estrofa del ruiseñor bastardo. Un
papamoscas gris se dedicaba a cebarse con los mosquitos, y volver repetidamente
a su percha desde donde los acechaba. Llegamos hasta el Mirador del Mamut,
desde donde contemplábamos toda la extensión que abarcaba el carrizal, sin
interrupción. A lo lejos, levantó el vuelo un ánade real, pero más cerca,
pudimos disfrutar por unos instantes de un macho de aguilucho lagunero,
alejándose en vuelo rasante sobre la masa verde.
Desde aquí volvimos hacia el coche, por la misma senda por la que habíamos venido. Me fijé en unas carpas, que podían verse bien, que estaban juntas en una pequeña y somera masa de agua, entre ellas, una de variedad espejo. También me percaté de un grupo de gorriones morunos, posados entre las ramas secas de un árbol. Esta zona húmeda, incluida en los límites del Parque Natural de Sierra Nevada, engrandece aún más el concepto y la esencia de este espacio natural, que no es solo altas cumbres y una estación de esquí.
Desde aquí volvimos hacia el coche, por la misma senda por la que habíamos venido. Me fijé en unas carpas, que podían verse bien, que estaban juntas en una pequeña y somera masa de agua, entre ellas, una de variedad espejo. También me percaté de un grupo de gorriones morunos, posados entre las ramas secas de un árbol. Esta zona húmeda, incluida en los límites del Parque Natural de Sierra Nevada, engrandece aún más el concepto y la esencia de este espacio natural, que no es solo altas cumbres y una estación de esquí.
Las observaciones de este día cierran con
otro abejaruco que pude ver en alguna parte de las Alpujarras, cuando ya íbamos
de vuelta hacia Capileira.
Viernes
7: Comenzando el trabajo.
Las lavanderas blancas eran los primeros
pájaros que veía por la mañana, al asomarme al balcón para ver como se
presentaba el tiempo. El colirrojo y el carbonero eran los siguientes, que
aparecían por las inmediaciones del hotel, donde además del chochín, también
acompañaba el petirrojo cantando en la fresca mañana. Se dejó ver además un
mirlo, por las ramas de una moreda. Tampoco faltaron los gorriones para
completar el elenco previo a la partida hacia la montaña.
Volaban los vencejos al pasar por la zona
donde aparecen lo últimos y torturados pinos. Circulando por el siguiente piso,
desprovisto de vegetación de porte arbóreo, no entrañaba ninguna dificultad ver
la silueta de la poderosa cornamenta de un macho montés, que en lo alto unas
peñas dominantes, contrastaba sobre el fondo del cielo, o un par de cernícalos,
más otro cerca del Alto del Portillo. Llegando, también se vieron dos collalbas
grises, y desde el sitio donde aparcábamos, unos buitres.
Fue nuestro primer día de trabajo, que
consistió en levantar hitos, sobreponiendo lajas de piedra una encima de otra, para marcar la senda correcta
que va al Mulhacén por su vertiente sur. Pero no empezamos en el inicio, allí
en el Alto del Chorrillo. Era prioritario coger cierta altura y empezar a
marcar un tramo más conflictivo, que se prolongaría hasta la cumbre (pero
evidentemente no llegamos arriba).
Los pájaros ligados a las rocas, como los
colirrojos o las collalbas no faltaban por los canchales entre los pasábamos,
mientras éramos sobrevolados por los ágiles cernícalos o los pesados buitres.
Aunque los animales que con más frecuencia vimos durante el camino eran los
insectos como Satyrus actaea, Baetica ustulata, y otros tipos de
saltamontes. Conseguimos ver por fin, en la subida, unos pocos ejemplares de Eumigus rubioi, otra de las tres
especies de ortópteros endémicos más conocidas de Sierra Nevada. Bajo algunas
de las lajas que seleccionábamos para construir los hitos, encontrábamos nidos
de avispas. Aunque aturdidas por el frío y por el aire no representaban una
amenaza para nosotros, volvíamos a dejar la piedra en su sitio, con el fin de
que conservaran su hogar en tan hostil lugar. Y por los pedregales arrastraban
lentamente su “capa de armiño” las negras orugas de psíquido, que ya vimos
cuando íbamos bajando.
Nubes de tormenta evolucionando sobre las altas cumbres de Sierra Nevada |
El cielo se cubría, y se tornaba gris por
nubes de evolución que presagiaban la lluvia precipitándose sobre las montañas,
aunque todavía ilumina el sol en la ladera donde nos hallábamos. En el descenso
también vimos un pequeño grupo de cabras, que nos permitieron acercarnos
bastante. Alguna collalba también se movía por las rocas, y además de los
cernícalos, también se dejaron ver unos cuervos. La tarde la pasamos en Capileira,
que estaba de fiestas, e invitaban a chocolate y buñuelos.
Sábado
8: Continuando el trabajo.
Día bastante similar al anterior, en
cuanto a trabajo y meteorología. En cambio, seguramente porque no estaría muy
atento, hice muy pocas observaciones de fauna. Pero también es verdad que me
pude percatar de algunas especies que no habíamos visto hasta entonces.
Volvimos a la falda sur del Mulhacén, a
seguir levantando hitos, pero además también nos dedicamos a tapar veredas
alternativas, con el fin de evitar la confusión del camino a los excursionistas
y montañeros, y al mismo tiempo evitar el pisoteo de la delicada y exclusiva
vegetación “nevadense”.
Rebasado el encinar, y antes de entrar en
el pinar, puede ver en un claro un par de zorzales charlos. Cabras, cernícalos
y buitres fueron los vertebrados que observamos por el área en la que estuvimos
trabajando, y saltamontes, ejemplares de Baetica
ustulata y Satyrus actaea los
insectos que vimos en la zona. Sergi y yo pudimos presenciar además la cópula de
una dispar pareja de Eumigus rubioi,
y en la que el macho resultaba minúsculo en comparación con la hembra, hecho
que por habitual que sea en la especie, nos llamó mucho la atención poder verlo
con nuestros ojos.
Empezamos a ascender, mientras
trabajábamos, por el tramo de mayor pendiente que hay en la subida al Mulhacén por la
cara sur. Almorzando en mitad de la ladera, veíamos jugar con el aire a los
cernícalos, que volando en contra, se quedan cernidos, suspendidos en el
firmamento como cometas. Y anunciaron su llegada, con graznidos, tres cuervos
que se posaron ladera abajo.
A la vuelta, entrando en el pinar, vimos
la silueta de una gran rapaz planeando en círculos sobre el dosel forestal. Sus
colores aparecían quemados contra el cielo plomizo y la mala luz de la tarde.
Pero su gran tamaño, y la forma de su silueta evidenciaban que se trataba de un
águila real adulta. El resto de la tarde la echamos en Pampaneira.
Domingo
9: Eliminación de corraletas en Siete Lagunas.
Tercer día consecutivo de “doblaje de
lomo”, como decía Juanjo, pero esta vez en Siete Lagunas, en lugar de en el
Mulhacén. Tampoco se trataba de alzar hitos que marcasen el sendero correcto,
sino de desmantelar las corraletas que hacen los montañeros para dormir a
resguardo del viento sobre los borreguiles de las lagunas. Y tampoco íbamos
solos, como de costumbre, sino que nos acompañaban los voluntarios de la red
local, Javier y Carmen.
Subiendo por la pista, hice frenar el
coche a Pedro, pues en la parte superior de unos riscos, no muy lejanos, y que
se encontraban a la misma altura del polvoriento camino, localicé la silueta de
una gran rapaz. Con los prismáticos comprobamos que se trataba de un águila
perdicera, que permaneció posada sobre su atalaya, todo el rato que estuvimos
detenidos en el carril. Poco más adelante me fijé también en los aviones
comunes que volaban por los alrededores del camino.
Durante la caminata a Siete Lagunas
pudimos ver vencejos, cuervos, buitres y cernícalos, antes que desatara la
lluvia que anunciaban las nubes. Anduvimos inmersos por desoladores paisajes
pétreos, entre montones de rocas resquebrajadas, azotadas por el viento, la
lluvia y la nieve, donde aparte de nosotros, nada se movía. Todo estaba
envuelto en la más absoluta quietud, en perpetuo silencio y hasta el tiempo
parecía estar congelado, trasmitiendo un profundo sentimiento de soledad. Pero
mirando a nuestro alrededor podía hallarse la vida, en forma vegetal, como por
ejemplo la estrella de las nieves, o de animal, tales como la pareja de
acentores alpinos que revoloteaban entre unas rocas no muy lejanas. La lluvia
ya había cesado.
Laguna Hondera |
Y en medio de aquel inhóspito paisaje,
aparece ante nuestra vista un oasis. Una laguna rodeada de una amplia orla verde. La Laguna Hondera ,
o Culo de Perro, una de las que forman el enclave de Siete Lagunas, en cuyo entorno volaban los
aviones roqueros. Para llegar hasta el borreguil, nuestro lugar de trabajo,
debíamos bajar una pronunciada cuesta.
El verde borreguil de la Laguna Hondera |
Piedra a piedra, íbamos desmontando las
corraletas, y devolviéndolas a los canchales de los alrededores. La razón de
hacer esto es conservar las especies herbáceas que componen la pradera del
borreguil, y esperar a que comience la regeneración natural de los puntos
afectados por las corraletas. Allí donde se encuentra una corraleta, no crece
la hierba. Pero no solo a lo largo y ancho de la propia estructura, tampoco en
su interior, pues de ir pasando distintas personas que allí duermen, la hierba
desaparece aplastada y asfixiada, dando lugar a calveros, manchas de suelo
desnudo que tardarán años en recuperarse. Muchas de esas especies de hierbas
que integran el borreguil, que a ojos de mucha gente carecerán de importancia,
son exclusivas de Sierra Nevada, únicas en el planeta.
La pedrera del entorno de Siete Lagunas |
Pero no solo nos limitamos a eliminar
corraletas. También quitamos piedras sueltas que hubiese sobre la pradera
lacustre. Moviendo piedras, aparecía basura que íbamos recogiendo. Y cuando
bajo las piedras aparecían insectos, tales como ejemplares de Baetica ustulata, tijeretas o
escarabajos, o también arañas y opiliones, las dejábamos donde estaban. Nos dio
aliento ver como unos excursionistas que había allí, al que le explicamos la
razón de nuestra labor, se sumaron espontáneamente a ayudarnos un poco.
Ladera oriental del Mulhacén |
También vimos algún individuo de Eumigus rubioi. Por la frontera entre el
borreguil y la pedrera, donde se movían colirrojos y collalbas, acudió una
hembra de cabra montés a pastar. Almorzamos a orillas de un lagunillo más
arriba, donde también estuvimos trabajando. Pero ante la amenaza de tormenta,
no nos quedamos mucho más tiempo allí. De hecho, mientras estábamos quitando
una corraleta, la última, cayeron algunas gotas. Al comenzar a subir por la
empinada cuesta, cuando ya nos íbamos, oí unos pardillos, que pasaron por allí,
pero que no logré ver. Empezó otra vez a llover mientras caminábamos hacia el
coche, aunque no tardó demasiado en parar. Caminando mirando al suelo, para
comprobar donde ponía los pies, hacía que pudiese fijarme poco en el entorno. Y
menos todavía en el cielo. Tan solo advertí unas cabras, a las que tampoco me
paré a mirar. En una parada, antes de llegar a los coches, el compañero Juanjo, y Rafa, un
voluntario de la red local, nos deleitaron los oídos con su arte para tocar el
arpa tailandesa, o de boca.
Eumigus rubioi, hembra |
Saliendo del pinar, cuando íbamos bajando,
dos pequeñas rapaces que cicleaban en el cielo atrajeron mi atención. No
pudimos contemplarlas en todo su esplendor, porque el contraste con el cielo y
la luz vespertina quemaban sus colores, pero se apreciaba lo suficiente el
barreado de sus vientres y las partes inferiores de sus cortas y redondeadas
alas, y sus largas colas, delataban que se trataba de una pareja de gavilanes.
Por las fiestas de Capileira, estaban los
aparcamientos del pueblo bastante congestionados, así que Pedro se vio obligado
a estacionar en las afueras. También para esperar a Carmen, Javier y los
voluntarios locales, e indicarles un sitio rápido donde aparcar. Y mientras
esperábamos, pude escuchar al agateador en la arboleda de la zona. Fuimos al
hotel solo a dejar las mochilas. En sus jardines llegué a ver tres colirrojos
diferentes. Tras dejarlas en las habitaciones, fuimos a despedir al grupo de
voluntarios junto a los que habíamos trabajado, a Carmen y a Javier. Después
volvimos al hotel, nos duchamos, nos cambiamos, y pasamos el resto de la tarde
por el pueblo.
Lunes
10: Visita a Tajo Cortés y a Fuente Agria. Ruta Busquístar – Ferreirola –
Atalbéitar.
Cascada del Río Bermejo, en Tajo Cortés |
El tiempo nos trastocó los planes.
Llovizneaba por la mañana en el pueblo, y hubo que cambiar el día de trabajo en
la montaña, por excursiones a lugares cercanos a los pueblos alpujarreños en
las que nos acompañaron Paco y Laura, los padres de Pedro. Desde el balcón de
la habitación, además de ver el paisaje montano que configura el Barranco de
Poqueira traslucido por la tenue lluvia, vi también una lavandera blanca
caminando por la calle.
Por la mañana nos acercamos al Barranco de
Tajo Cortés, a ver los saltos de agua del Río Bermejo. Dejamos el coche en el
área recreativa del mismo nombre que el barranco. Los aviones roqueros volaban
junto a los acantilados por los que se precipitaba el cauce. También nos
detuvimos a contemplar una pequeña náyade (Celastrina
argiolus) de alas azuladas y punteadas, que creímos que podría ser la niña
del Mulhacén, que revoloteaba por la zona, sin quedarse demasiado tiempo parada
allí donde se posara. Al volver a la cercana área recreativa, nos encontramos
con una pareja que no podía sacar el coche del sitio donde lo habían metido, en
el sendero, y a los que le echamos una mano, literalmente, empujando el
vehículo hasta el aparcamiento.
Celastrina algiolus (Náyade) |
Salto de agua |
La caída del agua |
Tajo Cortés |
Fuente Agria |
Y lo que restaba de tarde lo dedicamos
hacer senderismo, recorrido que ya hice el año pasado. Aparcamos no muy lejos
de Busquístar, antes de llegar al pueblo, y de allí comenzamos a descender
hacia el Río Trevélez. Al otro lado del valle, Pedro nos hizo fijarnos en las
carihuelas (aferética de escarihuela) que ascendían zigzagueando por las laderas.
Al fondo del barranco discurría el río, confinado en un estrecho y profundo
cañón de paredes verticales.
Barranco del Río Trevélez |
Estuvimos en las ruinas de un viejo
molino, al que llegaba una acequia que tampoco tiene uso, de donde seguimos la
marcha más o menos paralelos al río, siguiendo la corriente. Al poco de
comenzar esta etapa de nuestro recorrido divisé un arrendajo en vuelo. Pasamos
al lado de tres pequeñas albercas, también abandonadas, y antes de llegar a
Ferreirola nos estuvimos fijando en una era, junto a la cual había un gran
castaño que estuvimos abrazando Juanjo, Sergi y yo. En el bosque aledaño, podía
escucharse el aflautado canto de la oropéndola, que contrastaba con su áspera
voz de reclamo.
Entramos en el bosque que nos separaba de
Ferreirola, en el que había dos fuentes de agua con gas, que aunque no nos
entusiasmaba el sabor, al menos nos sirvieron para aliviarnos del calor. Juanjo
pudo ver una curruca capirotada entrando al pueblo, y yo, un poco más adelante,
pude escuchar a la curruca cabecinegra.
Después de pasear por las calles de
Ferreirola, emprendimos la siguiente etapa de nuestra ruta, encaminándonos
hacia Atalbéitar, donde también dimos una vuelta pos sus calles antes de irnos.
Antes de salir del pueblo, vi pasar una golondrina. La senda ascendente atravesaba
las huertas del pueblo, donde pude ver y oír, primero a un carbonero común, y
después a un mirlo. Durante el camino encontramos algunas moredas, de las que
estuvimos comisqueando sus moras, que con apenas cogerlas, soltaban su jugo,
como si las exprimiésemos en nuestras manos. Tras pasar una zona de sombrío
bosque, salimos a un área despejada, ya cerca del coche, donde entre la linde
del bosque y una era, había un arrendajo posado en el suelo que después de un
rato voló hacia el interior de la cubierta vegetal.
Martes
11: Excursión senderista por el Bosque de Soportújar – Cáñar.
Guiados por Carmen y Javier, hicimos un
recorrido a pie desde el Bosque de Soportújar – Cañar hasta Capileira
correspondiente al tramo 5 del Sulayr (GR 240). Para ello, nos desplazamos en
coche desde Capileira, donde ya por la mañana había visto y oído al carbonero
común, hasta un poco más allá del Área Recreativa de Puente Palo, donde
iniciamos nuestro recorrido. Antes de llegar, subiendo por la pista forestal
que conducía al bosque, pudimos ver un ingente grupo de abejarucos,
concentrados y posados sobre un tendido eléctrico.
El bosque de Soportújar – Cáñar, tal y como nos explicaron Javier y Carmen, es el robledal, más meridional de Europa. ¿Y cómo es posible que aparezca un robledal en una latitud tan sureña, de marcado clima mediterráneo, y además en una ladera orientada al sur, es decir, con exposición de solana? La respuesta está por un lado en la influencia de la cercanía al mar (en línea recta) que aporta brisas húmedas, y a las altas cumbres de Sierra Nevada, que aportan agua durante la primavera y el verano, al derretirse la nieve. Además de las grandes encinas y robles melojos, bajo sus copas, crecen arbustos y exuberantes helechos junto a los arroyos. Pero el robledal queda interrumpido por el pinar en la zona aledaña al Río Chico. La razón se debe que esta zona, la más sensible a la erosión además, fue la que mayor degradación sufrió, por ello fue necesaria la plantación de pinos silvestres, de crecimiento rápido, que mantengan el suelo hasta que el robledal pueda recolonizar sus antiguos dominios, y volver a unirse formando una masa continua.
Bosque de Soportújar - Cáñar |
El bosque de Soportújar – Cáñar, tal y como nos explicaron Javier y Carmen, es el robledal, más meridional de Europa. ¿Y cómo es posible que aparezca un robledal en una latitud tan sureña, de marcado clima mediterráneo, y además en una ladera orientada al sur, es decir, con exposición de solana? La respuesta está por un lado en la influencia de la cercanía al mar (en línea recta) que aporta brisas húmedas, y a las altas cumbres de Sierra Nevada, que aportan agua durante la primavera y el verano, al derretirse la nieve. Además de las grandes encinas y robles melojos, bajo sus copas, crecen arbustos y exuberantes helechos junto a los arroyos. Pero el robledal queda interrumpido por el pinar en la zona aledaña al Río Chico. La razón se debe que esta zona, la más sensible a la erosión además, fue la que mayor degradación sufrió, por ello fue necesaria la plantación de pinos silvestres, de crecimiento rápido, que mantengan el suelo hasta que el robledal pueda recolonizar sus antiguos dominios, y volver a unirse formando una masa continua.
Por la zona cercana al área recreativa se
movían los carboneros garrapinos entre las ramas, dejando oír sus notas
musicales, mientras que sobre el techo del bosque volaban los vencejos reales.
No tardamos mucho en empezar a caminar paralelos a una acequia. Sergi, que se
había quedado rezagado, pudo ver una culebra ocultarse, y aunque volví con él
al sitio donde la había visto, no conseguimos encontrarla. Caminando bajo la
sombra de aquellos frondosos árboles de gruesos troncos y enorme porte,
resultaba más fácil detectar a sus alados habitantes por el oído, que con los
ojos. El sonido del bosque estaba puesto por el mirlo, los herrerillos comunes,
el trepador azul y los agateadores. De cuando en cuando, se veía alguna rana en
la acequia.
Rana, bajo el agua de la acequia |
La acequia, y por tanto nuestro camino, nos llevaron
a una alberca, la Balsa
de Almiar, donde yo ya había estado el año pasado, pero haciendo el recorrido
inverso, que empezaríamos a hacer continuación. El nivel del agua era
apreciablemente inferior al del año pasado. Se hacinaban las ranas a orillas
del agua. Iban saltando progresivamente, en cuanto se sentían intranquilas por
nuestra presencia. Otras aguantaban más que algunas, que estando más lejos, ya
se habían zambullido. Y había otras, que mientras nadaban con su cuerpo
sumergido, asomaban sus saltones ojos por encima de la película superficial del
agua. Las libélulas de diferente coloración y tamaño, también eran frecuentes
volando en los alrededores.
Seguimos la marcha, pasando por el tramo
que recorrí y en el que estuve trabajando (señalizando las marcas del GR) junto
a mis compañeros del año pasado. Por la acequia seguía viéndose alguna que otra
rana, y escuchándose algunos cantos de los pájaros forestales. Vimos también
algunas lagartijas colilargas. Sergi me mostró un tábano, sobre una flor, que
había hecho presa en una abeja. Y mimetizada sobre la rugosa piel de un roble,
descubrí un ejemplar de Hipparchia semele.
Hipparchia semele, mimetizada en la corteza de roble rebollo |
Nos
desviamos un poco del camino, para acercarnos a la cima de la Atalaya , para contemplar
las vistas al Barranco de Poqueira, al este y al Valle del Guadalfeo, al sur,
delimitado, al otro lado, por las Sierras de la Contraviesa y de
Lújar, al fondo. Nuestro campo de visual se abría hasta el mar, por los pueblos
de Motril y Salobreña. Aquí fue donde tomamos el picnic, y mientras
almorzábamos, Carmen nos hizo notar lo que estaba aconteciendo sobre nuestras
cabezas, el paso migratorio de los milanos negros. Centenares de ellos
estuvieron pasando durante bastante tiempo, en vuelo de crucero, dirigiéndose
hacia la costa. Algunos se arremolinaban aprovechando alguna corriente térmica,
a la que pronto abandonaban, en cuanto cogían un poco de altura. Entre ellos,
Juanjo fue capaz de ver un águila calzada.
Las cumbres de Sierra Nevada, vistas desde la Atalaya |
También volaron por allí algunos vencejos,
y tres macaones (Papilio machaon) sobre el pasto. Se oyeron los reclamos del herrerillo común, y cuando nos íbamos
descubrimos entre el pastizal una mantis y un individuo de Steropleurus andalusius levantinus.
Nuestra siguiente etapa fue descender por
el Barranco de Poqueira, hasta llegar al río que presta su nombre al barranco,
donde David, Sergi y yo nos dimos un chapuzón, para refrescarnos, antes de
afrontar la última parte de nuestro recorrido, la subida hasta Capileira. Durante
este pronunciado ascenso, deparé en algunos aviones comunes que volaban sobre
las huertas por las que pasaba el sendero. A la llegada al hotel, pude ver al
colirrojo. En un paseo nocturno para bajar la cena por las calles de Capileira
en el que acompañé a Sergi, vimos murciélagos, y una pequeña salamanquesa en la
pared de una casa.
Río Poqueira |
Miércoles
12: Vivac a 3.482 m .
A diferencia del año pasado, tan solo
vivaqueamos un día, y no dos, pero lo hicimos en el punto más alto de la Península Ibérica ,
en la cima del Mulhacén. Mientras desayunábamos, un alarmado mirlo pasó por la
ventana del comedor que daba al jardín. Después de desayunar, nos dedicamos a
preparar las mochilas, y a repartir la comida y otras cosas en común para
nuestra aventura en la montaña. Podía escucharse el petirrojo y el chochín,
mientras cargábamos el coche. Con nosotros dentro, llevando algunas cosas sobre
las piernas, no cabía ni un alfiler.
Por la pista, cuando ya habíamos dejado
atrás los últimos pinos, vimos un águila calzada, que volaba sobre barranco,
casi a la misma altura de la pista. Tanto era así, que no pude observar sus
partes inferiores, y comprobar si se trataba de un ejemplar de fase clara u
oscura.
Pero no subimos directamente al Mulhacén,
sino que estuvimos trabajando, levantando hitos, y tapando con rocas veredas
dobles en el tramo de máxima pendiente que asciende a la cumbre por el lado
sur. Durante la subida, y mientras permanecimos en la ladera meridional del
Mulhacén, nos acompañaron colirrojos, collalbas y cabras por los roquedos
cercanos. Entre tanto los cernícalos, y también unos cuervos que pasaron,
desafiaron la incesante corriente de aire que soplaba. Incluso habíamos visto
volar algunas frágiles, pero atrevidas Satyrus
actaea al comienzo de nuestro ascenso, compartiendo la zona con pequeños
saltamontes. Conseguimos acabar ese tramo, el más difícil, hacia media tarde.
Entonces Pedro pensó que lo mejor que
podíamos hacer, era llegar a la cima, dejar allí las pesadas mochilas, y
empezar a trabajar en sentido descendente antes de cenar. No obstante, al
coronar el techo de Iberia, lo primero que hicimos fue darnos un abrazo
colectivo alrededor del vértice geodésico, y sacarnos fotos. Además,
completamos nuestro trabajo con la recogida de basura en la cima y alrededores.
En el cielo vespertino se habían formado algunas nubes lenticulares. Varios
confiados acentores alpinos se movían por la cima. Los cernícalos viraban en el
aire con una agilidad asombrosa a pesar del viento, por encima de la cumbre, mientras
los buitres, vistos desde arriba, con su pesado vuelo y su dificultad para
maniobrar, lo encaraban para evitar ser derribados. Irene, Sergi y yo tuvimos
la suerte de poder ver al genuino habitante de esta cumbre, al neverón mientras
reforzábamos con piedras el muro de la estructura donde pasaríamos la noche
para protegernos del viento. A mí de hecho, llegó a pasarme por encima de las
botas en una de sus apresuradas carreras, buscando ocultarse bajo las piedras.
Estas inhóspitas cumbres, castigadas por los rigores de la meteorología, son
islas de tierra adentro, que albergan reductos poblacionales de especies que son reliquias glaciares, como el acentor alpino o el topillo nival. Otro tanto sucede con la
flora y los insectos, además representados aquí por varios endemismos,
exclusivos en el mundo.
Mientras cenábamos se nos acercó una
cabra, acompañada de su chivo, a los que no les ofrecimos nada de comer. Aunque
pueda parecer un gesto egoísta por nuestra parte, hay motivos para obrar así. En
primer lugar porque muchos de nuestros alimentos tal vez no sean lo más
apropiados para estos animales, incluso aunque los tomen con aparente gusto.
Por otro lado, es un error acostumbrar a un animal silvestre a tener cierta
dependencia del ser humano para comer, ya que desnaturaliza su comportamiento.
Y por último, por propio interés humano, ya que cabras, zorros y otros animales
llegan a saquear las mochilas de aquellos incautos que las dejan abiertas. De
hecho, ni siquiera cenamos en el mismo sitio donde íbamos a dormir, para no
dejar rastros olorosos que pudieran atraer animales por la noche. Antes de que
oscureciera por completo, Sergi nos recitó un poema de Mario Benedetti y un
fragmento de William Blake, y Juanjo nos tocó el arpa.
Nuestro objetivo había sido realizar el
trabajo para el que estaba encomendado el Voluntariado, que no consistía en
realizar ninguna observación astronómica del cielo nocturno. Pero así, sin
haberlo pretendido, era la noche que la que más perseidas se vieron. Además,
jugaron a nuestro favor los factores de poder gozar de un cielo despejado, y
sin luna. Una de esas perseidas fue especialmente vistosa, por la gran estela
que dejo tras de si al quemarse en la atmósfera, cruzando el cielo de norte a
sur, sobre la cima más alta de la península, a la que habíamos ido justo a
parar esa precisa noche. Además de las estrellas fugaces, estuvimos
reconociendo las que aparecen fijas en el firmamento, y algunas constelaciones
que forman, como la Osa Mayor y la
Osa Menor , la Cruz del Cisne, Casiopea, el
Dragón, el Triángulo de Verano, señalando el sur, o la inmensidad de la Vía Láctea.
Junto a otra gente que también se quedó allí,
fuimos las personas que dormimos aquella noche a la mayor altitud en España,
porque aunque el Teide es más alto, su refugio queda por debajo de la cota del
Mulhacén, según nos explicó Pedro. Aunque dormir poco, pues a ratos abría los ojos para levantar la
vista al cielo. El viento arreció durante la noche, la sensación térmica era muy baja, e incluso llegó a lloviznar
un poco. Pero las inclemencias pasaron, y los buenos recuerdos, aquí narrados,
son para siempre.
Jueves
13: El descenso.
El cielo clareaba con las primeras luces. Ya
tenía los ojos abiertos antes que el sol asomara sobre las cumbres, y que
sonase la alarma que habíamos programado. Afortunadamente no habíamos dormido
todos juntos, con lo que podíamos levantarnos sin preocupaciones de molestar a
los compañeros. Al poco rato se nos sumaron Juanjo y Eduardo a Sergi y a mí,
que fuimos los más madrugadores, y que nos habíamos situado en el lado oriental
del Mulhacén. Y mirando hacia La
Alcazaba , vimos el amanecer desde lo más alto. Además, para
Juanjo y para Eduardo resultaba más especial, todavía si cabe, estar allí, pues
ese día ambos cumplieron años.
El alba de un nuevo día, desde la cima |
Desde el lado este también era posible divisar Siete Lagunas. Al norte, donde se halla la cara más escalpada de esta mole pétrea que pisaban nuestros pies, teníamos
Siete Lagunas, al este |
La Mosca, al norte |
El Veleta y la Caldera, al oeste |
No faltaban los acentores alpinos moviéndose en el entorno de la cima desde por la mañana, en busca de su desayuno Temprano también, habían emprendido el vuelo unos pocos buitres, que volaban ligeramente por encima de nosotros, luchando contra la corriente de viento, por mantenerse en el aire. En el caso opuesto, parecían disfrutar de la ventisca un par de chovas, haciendo acrobacias y piruetas, lazándose vertiginosamente al vacío, y virando y elevándose a la vez, en el último instante antes de golpearse contra las rocas, haciendo gala de su asombrosa habilidad para el vuelo, y su control sobre el viento.
Tras desayunar, recoger las cosas y
preparar la mochila, comenzamos el descenso por misma vereda por la que
ascendimos, sin poder trabajar, como estaba previsto. El viento era demasiado
fuerte, como yo nunca antes había experimentado, soplando constante y
lateralmente respecto al sentido de la marcha, capaz de empujarnos y hacernos
perder el equilibrio a cada paso que dábamos. La bajada pues, fue algo
apresurada. Solo fui capaz de ver unos cernícalos, a los que envidiaba por su
demostrada habilidad para volar incluso en medio del vendaval.
Antes de llegar a Capileira, hicimos una
parada en el Mirador de Puerto Molina, que a pesar de no estar a mucha altitud,
ofrece unas panorámicas increíbles. A nuestras espaldas quedaban las altas
cumbres, y al frente el Mar de Alborán, bañando con sus aguas la costa de
Granada y de Almería, allí hasta donde alcanzaba la vista. Y sobre la línea del
horizonte en el mar, se erigían difusas, las montañas del Rif, las cuales,
desde la lejanía, también me despertaron recuerdos. Golondrinas y aviones
volaban por la zona.
Después de dejar nuestras grandes y
pesadas mochilas en las habitaciones, nos fuimos de picnic a orillas del río
Poqueira, pero por la zona de Pampaneira, donde los más acuáticos del grupo,
también nos dimos un chapuzón. Por el río pudimos ver tres lavanderas blancas.
Después, estuvimos en el pueblo, donde Juanjo y Eduardo nos invitaron a una
ronda de cervezas. Durante la cena en el hotel, le regalamos a los cumpleañeros
un libro sobre los pueblos de La
Alpujarra a cada uno.
Viernes
14: Terminando el trabajo.
Día claro y de calma, en el que lucía el
sol con todo su esplendor. Ya desde por la mañana me era posible ver a los
habituales vecinos del hotel, el carbonero común, que se posó en el brazo
metálico de una farola que la anclaba a la pared, y un par de lavanderas
blancas paseándose por los terrados con su incesante balanceo de cola. También
pasaron unos gorriones por la calle.
Camino de la montaña, en nuestro último
día de trabajo, pude ver un par de carboneros garrapinos sobre las ramas bajas
un pino silvestre que las proyectaba horizontalmente sobre la pista, mientras
Pedro disminuía la velocidad al acercarnos a la barrera de la Hoya del Portillo. Poco más
adelante, levantamos del carril a unos pinzones que fueron cobijarse en las
copas de los pinos. Y en lo más alto de la copa de un pino localicé un águila
real, que despegó antes de llegar a su altura, dejándonos ver su enorme
envergadura, mientras se alejaba lentamente, dibujando ciclos en el aire. Donde
el pinar perdía espesura con la altura, volaban aviones y golondrinas.
En cotas superiores, con total ausencia de
árboles, eran fáciles de ver los buitres y los cernícalos sobrevolando estos
espacios abiertos montanos. También pude distinguir sobre las piedras algún que
otro colirrojo.
Nuestra primera labor fue reparar una
señal en el Alto del Chorrillo, que indica precisamente el nombre de este lugar
y la dirección a seguir hacia Trevélez, y hasta donde estábamos autorizados
llegar cuando subíamos a trabajar, pues hasta aquí solo pueden subir autobuses,
y no vehículos particulares. Desde aquí contemplamos una gran concentración de
milanos negros, cicleando, a la que se sumaron después, algunos buitres.
Después de un rato, ya habían pasado todos los milanos, y solo quedaban los
buitres elevándose en espiral.
En nuestro ascenso vimos collalbas,
colirrojos y unas cabras sobre las rocas, mientras algún buitre nos pasó
volando por encima. Individuos de Satyrus
actaea volaban a ras de los piornos, los enebros rastreros y las pedreras
por las que correteaban ejemplares de Baetica
ustulata y brincaban los saltamontes. Pasamos ligeramente de los 3.000 metros de
altitud, donde se encuentra el desvío a Siete Lagunas, y aquí fue donde
señalizamos sobre una roca la vereda a seguir en el ascenso al Mulhacén, y el
camino hacia Siete Lagunas. Mientras nos dedicábamos a ello, irrumpió en el
lugar un ingente bando de vencejos comunes. Había algo llamativo en ellos, y no
era su rápido vuelo. Era que volaban completamente en silencio, sin emitir un
solo pitido con los que suelen acompañar sus desplazamientos en los pueblos y
ciudades.
También nos dedicamos a tapar unas trochas
por la zona, que utiliza la gente para atajar, y que tanto perjudican a la
vegetación. Bajo alguna piedra encontramos avispas. Con el trabajo acabado,
emprendimos la marcha descendente de vuelta, sin demorarnos. Pero no tardé
mucho en hacer una parada para mirar al águila calzada que planeaba cercana
sobre la ladera. Otra parada no la exigió la nítida panorámica que podía
contemplarse ese día, el atmósfera más limpia de todos cuanto tuvimos, que llegaba
hasta el mar blanco de plástico de los invernaderos de El Ejido, y el mar azul
de las aguas del Alborán. Y más allá de las aguas, aunque difuminadas,
despuntaban las cumbres del Rif.
De vuelta en el hotel, cantaba el
petirrojo desde la espesura de los setos del jardín, mientras se dejaba ver el
colirrojo posado sobre un coche aparcado. Por la tarde fuimos a tomar el té a
un sitio que Sergi nos sugirió, que regenta un artista que él conoce. Desde la
terraza donde estábamos sentados, pasaron rápidamente unos gorriones, mientras
vencejos y aviones daban vueltas, volando más altos, y se oyeron los gorgoteos
de los abejarucos.
En la última noche que pasamos juntos,
teníamos que hacer especial para despedirnos, algo distinto. Así que después de
cenar, en lugar de irnos de bares, nos fuimos al campo. Volvimos a Tajo Cortés,
a ver la cascada en la oscuridad. Pero antes habíamos estado en la parte de
arriba, contemplando los pueblos iluminados en medio el paisaje nocturno, y las
perseidas recorrer el cielo. Y después ya, fue cuando nos fuimos un rato de
bares.
Sábado
15: La vuelta.
Nuestro último día, ya solo nos quedaban horas
por estar juntos. Me afloraba un poco de nostalgia. Desde la ventana, miraba a
la lavandera blanca sobre el terrado. Cantaba el chochín desde las
profundidades de la vegetación del jardín, mientras colocábamos las mochilas en
el coche, y sobre la moreda bajo cuya sombra nos cobijábamos del sol, vino un
carbonero emitiendo su reclamo.
Después de haber desayunado, y cargado el equipaje en el coche, fuimos de vista al Museo de Artes y Costumbres Pedro Antonio de Alarcón, a propuesta de Pedro, que exhibe una variada colección de utensilios tradicionales, de nuestra historia reciente, pero que dejaron de usarse hace tiempo, y que de no ser rescatados por museos como estos, hubieran caído en el olvido. Por las calles de Capileira, en camino hacia el museo, revoloteaban gorriones, y pasaba en vuelo rasante alguna golondrina común. Desde un balcón de la casa donde estaba el museo, pude ver aviones y vencejos reales, volando altaneros.
Después de haber desayunado, y cargado el equipaje en el coche, fuimos de vista al Museo de Artes y Costumbres Pedro Antonio de Alarcón, a propuesta de Pedro, que exhibe una variada colección de utensilios tradicionales, de nuestra historia reciente, pero que dejaron de usarse hace tiempo, y que de no ser rescatados por museos como estos, hubieran caído en el olvido. Por las calles de Capileira, en camino hacia el museo, revoloteaban gorriones, y pasaba en vuelo rasante alguna golondrina común. Desde un balcón de la casa donde estaba el museo, pude ver aviones y vencejos reales, volando altaneros.
A los primeros que despedimos fueron a
David e Irene, que decidieron quedarse en hotel, para organizar sus cosas, tras
un cambio de habitación. Los demás nos fuimos a pasar el día y comer juntos en
un lugar que conocía Sergi no muy lejos de Granada, los Baños de Urquízar, en
Dúrcal. Por el camino vi tres golondrinas dáuricas, una de ellas mientras
atravesábamos la comarca de las Alpujarras, las otras dos, llegando ya a los
Baños de Urquízar.
Techo de la caverna |
Cascada del Arroyo del Alcázar |
Ribera del Río Dúrcal |
Y ese fue el último lugar en el que
estuvimos juntos. Antes de llegar adonde habíamos dejado el coche, pudimos ver tres rapaces volando por la zona, algo lejanas, que no conseguimos identificar, pues ni Juanjo ni yo llevábamos los prismáticos a mano. Nuestro siguiente destino, Granada, donde despedimos a Juanjo
y a Eduardo en la Estación
de Autobuses. Después Pedro llevó a Sergi cerca de donde vive, donde nos
despedimos de él. Y finalmente nos despedimos Pedro y yo.
Pero mis anotaciones de campo prosiguen, a
pesar de que ya no iba muy atento. Desde la autovía, por la provincia nazarí,
solo me di cuenta de una urraca que volaba cerca de la calzada. Al llegar a
Jaén, y dejar la autovía, para meterme por una carretera rodeada
fundamentalmente de olivares, se incrementaron las animales que fui capaz de
ver. De entrada, cerca del vertedero de Jaén, multitud de milanos negros lo
sobrevolaban. Próximos a la carretera, vi dos conejos. Y sobre un olivar volaba
un compacto bando de estorninos negros.
FECHA
|
LUGAR
|
ESPECIE
|
OBSERVACIÓN
|
04/08/2015
|
Vertedero de Jaén
|
Milano Negro
(Milvus migrans)
|
Algunos
|
04/08/2015
|
Prov. de Granada (autovía)
|
Aguililla Calzada
(Aquila pennata)
|
Un ind.
|
04/08/2015
|
Las Alpujarras
|
Vencejo Común
(Apus apus)
|
Pocos
|
04/08/2015
|
Puente Nazarí de Tablate (Lanjarón)
|
Golondrina Común
(Hirundo rustica)
|
Pocas
|
04/08/2015
|
Puente Nazarí de Tablate (Lanjarón)
|
Avión Roquero
(Ptyonoprogne rupestris)
|
Pocos
|
04/08/2015
|
Capileira
|
Chochín Común
(Troglodytes troglodytes)
|
Oído
|
04/08/2015
|
Capileira
|
Colirrojo Tizón
(Phoenicurus ochruros)
|
2 inds.
|
04/08/2015
|
Puente Nazarí de Tablate (Lanjarón)
|
Curruca Cabecinegra
(Sylvia melanocephala)
|
Un ind.
|
05/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Cabra Montés
(Capra pyrenaica
hispanica)
|
Pocas
|
05/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Buitre Leonado
(Gyps fulvus)
|
Algunos
|
05/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Cernícalo Vulgar
(Falco tinnunculus)
|
Pocos
|
05/08/2015
|
Capileira
|
Vencejo Común
(Apus apus)
|
Pocos
|
05/08/2015
|
Capileira
|
Avión Común
(Delichon urbicum)
|
Pocos
|
05/08/2015
|
Capileira
|
Lavandera Blanca
(Motacilla alba alba)
|
Pocas
|
05/08/2015
|
Capileira
|
Chochín Común
(Troglodytes troglodytes)
|
Oído
|
05/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Acentor Alpino
(Prunella collaris)
|
2 inds.
|
05/08/2015
|
Capileira
|
Colirrojo Tizón
(Phoenicurus ochruros)
|
Un ind.
|
05/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Collalba Gris
(Oenanthe oenanthe)
|
Algunas
|
05/08/2015
|
Capileira
|
Carbonero común
(Parus major)
|
Un ind. Oído
|
05/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Cuervo Común
(Corvus corax)
|
2 inds. Oído
|
05/08/2015
|
Capileira
|
Gorrión Común
(Passer domesticus)
|
Algunos
|
05/08/2015
|
Hoya del Portillo
|
Piquituerto Común
(Loxia curvirostra)
|
Pocos. Oído
|
05/08/2015
|
Hoya del Portillo
|
Lagartija Ibérica
(Podarcis hispanica)
|
2 inds.
|
05/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén. Hoya del Portillo
|
Lagartija Colilarga
(Psamodromus algirus)
|
5 inds. total
|
06/08/2015
|
Carretera a Pradollano
|
Cabra Montés
(Capra pyrenaica
hispanica)
|
Un macho
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Garcilla Bueyera
(Bubulcus ibis)
|
Algunas
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Ánade Azulón
(Anas platyrhynchos)
|
Un ind.
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Aguilucho Lagunero Occidental
(Circus aeruginosus)
|
Un macho
|
06/08/2015
|
Estación de esquí del Veleta
|
Cernícalo Vulgar
(Falco tinunnculus)
|
Un ind.
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Focha Común
(Fulica atra)
|
Pocas
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Paloma torcaz
(Columba palumbus)
|
Pocas
|
06/08/2015
|
Estación de esquí del Veleta
|
Vencejo Común
(Apus apus)
|
Pocos
|
06/08/2015
|
Las Alpujarras. Dehesa de San Juan.
|
Abejaruco Europeo
(Merops apiaster)
|
2 inds. total. Oído
|
06/08/2015
|
Dehesa de San Juan
|
Pito Real Ibérico
(Picus sharpei)
|
Oído
|
06/08/2015
|
El Charcón (Río Genil)
|
Golondrina Común
(Hirundo rustica)
|
Pocas
|
06/08/2015
|
Centro de Visitantes del Dornajo. Estación de Esquí
|
Avión Común
(Delichon urbicum)
|
Algunos. Oído
|
06/08/2015
|
El Charcón (Río Genil). Dehesa de San Juan
|
Avión Roquero
(Ptyonoprogne rupestris)
|
Pocos
|
06/08/2015
|
Oficina del Parque
|
Lavandera Blanca
(Motacilla alba alba)
|
Oída
|
06/08/2015
|
Jardín Botánico Hoya de Pedraza
|
Petirrojo Europeo
(Erithacus rubecula)
|
Un ind.
|
06/08/2015
|
Capileira
|
Colirrojo Tizón
(Phoenicurus ochruros)
|
Un ind.
|
06/08/2015
|
Pradollano
|
Collalba Gris
(Oenanthe oenanthe)
|
Un macho
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Ruiseñor Bastardo
(Cettia cetti)
|
Oído
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Papamoscas Gris
(Muscicapa striata)
|
Un ind.
|
06/08/2015
|
Jardín Botánico Hoya de Pedraza
|
Carbonero Garrapinos
(Periparus ater)
|
Oído
|
06/08/2015
|
Jardín Botánico Hoya de Pedraza
|
Agateador Común
(Certhia brachydactyla)
|
Oído
|
06/08/2015
|
El Charcón (Río Genil). Humedal de Padul
|
Gorrión Común
(Passer domesticus)
|
Algunos
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Gorrión Moruno
(Passer hispaniolensis)
|
Pocos
|
06/08/2015
|
Estación de esquí del Veleta
|
Gorrión Chillón
(Petronia petronia)
|
Pocos. Oído
|
06/08/2015
|
Jardín Botánico Hoya de Pedraza
|
Pinzón Vulgar
(Fringilla coelebs
coelebs)
|
Pocos
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Verderón Común
(Chloris chloris)
|
Pocos. Oído
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Jilguero
(Carduelis carduelis)
|
Algunos. Oído
|
06/08/2015
|
Jardín Botánico Hoya de Pedraza
|
Pardillo Común
(Carduelis cannabina)
|
Oído
|
06/08/2015
|
Centro de Visitantes del Dornajo
|
Lagartija Ibérica
(Podarcis hispanica)
|
Un ind.
|
06/08/2015
|
Jardín Botánico Hoya de Pedraza
|
Lagartija Colilarga
(Psamodromus algirus)
|
Pocas
|
06/08/2015
|
Humedal de Padul
|
Carpa
(Ciprinus carpio)
|
Pocas
|
07/08/2015
|
Pista forestal. Ladera sur del Mulhacén
|
Cabra Montés
(Capra pyrenaica
hispanica)
|
Algunas
|
07/08/2015
|
Alto del Chorrillo. Ladera sur del Mulhacén
|
Buitre Leonado
(Gyps fulvus)
|
Algunos
|
07/08/2015
|
Pista. Alto del Chorrillo. Ladera sur del Mulhacén
|
Cernícalo Vulgar
(Falco tinnunculus)
|
Algunos
|
07/08/2015
|
Pista forestal
|
Vencejo Común
(Apus apus)
|
Pocos
|
07/08/2015
|
Capileira
|
Lavandera Blanca
(Motacilla alba alba)
|
Pocas
|
07/08/2015
|
Capileira
|
Chochín Común
(Troglodytes troglodytes)
|
Oído
|
07/08/2015
|
Capileira
|
Petirrojo Europeo
(Erithacus rubecula)
|
Oído
|
07/08/2015
|
Capileira. Ladera sur del Mulhacén
|
Colirrojo Tizón
(Phoenicurus ochruros)
|
Algunos
|
07/08/2015
|
Alto del Chorrillo. Ladera sur del Mulhacén
|
Collalba Gris
(Oenanthe oenanthe)
|
Algunas
|
07/08/2015
|
Capileira
|
Mirlo Común
(Turdus merula)
|
Un ind. Oído
|
07/08/2015
|
Capileira
|
Carbonero Común
(Parus major)
|
Un ind. Oído
|
07/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Cuervo Grande
(Corvus corax)
|
Pocos
|
07/08/2015
|
Capileira
|
Gorrión Común
(Passer domesticus)
|
Pocos
|
08/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Cabra Montés
(Capra pyrenaica hispanica)
|
Pocas
|
08/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Buitre Leonado
(Gyps fulvus)
|
Pocos
|
08/08/2015
|
Pista forestal
|
Águila Real
(Aquila chrysaetos)
|
Un ind.
|
08/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Cernícalo Vulgar
(Falco tinnunculus)
|
Pocos
|
08/08/2015
|
Pista forestal
|
Zorzal Charlo
(Turdus viscivorus)
|
2 inds.
|
08/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Cuervo Grande
(Corvus corax)
|
3 inds. Oído
|
09/08/2015
|
Sendero de Siete Lagunas. Siete Lagunas
|
Cabra Montés
(Capra pyrenaica
hispanica)
|
Pocas
|
09/08/2015
|
Sendero de Siete Lagunas
|
Buitre Leonado
(Gyps fulvus)
|
Pocos
|
09/08/2015
|
Pista forestal
|
Gavilán Común
(Accipiter nisus)
|
2 inds.
|
09/08/2015
|
Pista forestal
|
Águila de Bonelli
(Aquila fasciata)
|
Un ind.
|
09/08/2015
|
Sendero de Siete Lagunas
|
Cernícalo Común
(Falco tinnunculus)
|
Pocos
|
09/08/2015
|
Sendero de Siete Lagunas
|
Vencejo Común
(Apus apus)
|
Pocos
|
09/08/2015
|
Pista forestal
|
Avión Común
(Delichon urbicum)
|
Pocos
|
09/08/2015
|
Siete Lagunas
|
Avión Roquero
(Ptyonoprogne rupestris)
|
Pocos
|
09/08/2015
|
Sendero de Siete Lagunas
|
Acentor Alpino
(Prunella collaris)
|
2 inds.
|
09/08/2015
|
Capileira. Siete Lagunas
|
Colirrojo Tizón
(Phoenicurus ochruros)
|
Pocos
|
09/08/2015
|
Siete Lagunas
|
Collalba Gris
(Oenanthe oenanthe)
|
Pocas
|
09/08/2015
|
Capileira
|
Agateador Común
(Certhia brachydactyla)
|
Oído
|
09/08/2015
|
Sendero de Siete Lagunas
|
Cuervo Grande
(Corvus corax)
|
Pocos
|
09/08/2015
|
Siete Lagunas
|
Pardillo Común
(Carduelis cannabina)
|
Oído
|
10/08/2015
|
Atalbéitar
|
Golondrina Común
(Hirundo rustica)
|
Un ind.
|
10/08/2015
|
Tajo Cortés
|
Avión Roquero
(Ptyonoprogne rupestris)
|
Pocos
|
10/08/2015
|
Capileira
|
Lavandera Blanca
(Motacilla alba alba)
|
Un ind.
|
10/08/2015
|
Atalbéitar
|
Mirlo Común
(Turdus merula)
|
Un ind. Oído
|
10/08/2015
|
Ferreirola
|
Curruca Cabecinegra
(Sylvia melanocephala)
|
Oída
|
10/08/2015
|
Atalbéitar
|
Carbonero Común
(Parus major)
|
Un ind. Oído
|
10/08/2015
|
Ferreirola
|
Oropéndola Europea
(Oriolus oriolus)
|
Oída
|
10/08/2015
|
Tajo Cortés. Busquístar
|
Arrendajo Común
(Garrulus glandarius)
|
3 inds. total. Oído
|
10/08/2015
|
Fuente Agria. Ferreirola
|
Gorrión Común
(Passer domesticus)
|
Algunos. Oído
|
11/08/2015
|
La Atalaya
|
Milano Negro
(Milvus migrans)
|
Muchos
|
11/08/2015
|
La Atalaya
|
Vencejo Común
(Apus apus)
|
Pocos
|
11/08/2015
|
Bosque de Soportújar - Cáñar
|
Vencejo Real
(Tachymarptis melba)
|
Algunos
|
11/08/2015
|
Pista forestal
|
Abejaruco Europeo
(Merops apiaster)
|
Varios
|
11/08/2015
|
Barranco de Poqueira
|
Avión Común
(Delichon urbicum)
|
Pocos
|
11/08/2015
|
La Atalaya
|
Avión Roquero
(Ptyonoprogne rupestris)
|
Pocos
|
11/08/2015
|
Capileira
|
Colirrojo Tizón
(Phoenicurus ochruros)
|
Un ind.
|
11/08/2015
|
Bosque de Soportújar - Cáñar
|
Mirlo Común
(Turdus merula)
|
Oído
|
11/08/2015
|
Capileira
|
Carbonero Común
(Parus major)
|
Un ind. Oído
|
11/08/2015
|
Bosque de Soportújar – Cáñar. La Atalaya
|
Herrerillo Común
(Cyanistes caeruleus)
|
Oído
|
11/08/2015
|
Bosque de Soportújar - Cáñar
|
Carbonero Garrapinos
(Periparus ater)
|
Pocos. Oído
|
11/08/2015
|
Bosque de Soportújar - Cáñar
|
Trepador Azul
(Sitta europaea caesia)
|
Oído
|
11/08/2015
|
Bosque de Soportújar - Cáñar
|
Agateador Común
(Certhia brachydactyla)
|
Oído
|
11/08/2015
|
Capileira
|
Salamanquesa Común
(Tarentola mauritanica)
|
Un ind.
|
11/08/2015
|
Bosque de Soportújar - Cáñar
|
Lagartija Colilarga
(Psamodromus algirus)
|
Pocas
|
11/08/2015
|
Bosque de Soportújar - Cáñar
|
Rana Verde Ibérica
(Pelophylax perezi)
|
Bastantes
|
12/08/2015
|
Cima del Mulhacén
|
Topillo Nival
(Chionomys nivalis)
|
Un ind.
|
12/08/2015
|
Subida y cima del Mulhacén
|
Cabra Montés
(Capra pyrenaica
hispanica)
|
Algunas
|
12/08/2015
|
Cima del Mulhacén
|
Buitre Leonado
(Gyps fulvus)
|
Pocos
|
12/08/2015
|
Pista forestal
|
Águililla Calzada
(Aquila pennata)
|
Un ind.
|
12/08/2015
|
Subida y cima del Mulhacén
|
Cernícalo Vulgar
(Falco tinnunculus)
|
Algunos
|
12/08/2015
|
Capileira
|
Chochín Común
(Troglodytes troglodytes)
|
Oído
|
12/08/2015
|
Cima del Mulhacén
|
Acentor Alpino
(Prunella collaris)
|
Varios
|
12/08/2015
|
Capileira
|
Petirrojo Europeo
(Erithacus rubecula)
|
Oído
|
12/08/2015
|
Subida al Mulhacén
|
Colirrojo Tizón
(Phoenicurus ochruros)
|
Pocos
|
12/08/2015
|
Subida al Mulhacén
|
Collalba Gris
(Oenanthe oenanthe)
|
Pocas
|
12/08/2015
|
Capileira
|
Mirlo Común
(Turdus merula)
|
Un ind. Oído
|
12/08/2015
|
Subida al Mulhacén
|
Cuervo Grande
(Corvus corax)
|
Pocos. Oído
|
13/08/2015
|
Cima del Mulhacén
|
Buitre Leonado
(Gyps fulvus)
|
Pocos
|
13/08/2015
|
Bajada del Mulhacén
|
Cernícalo Vulgar
(Falco tinnunculus)
|
Pocos
|
13/08/2015
|
Puerto Molina
|
Golondrina Común
(Hirundo rustica)
|
Pocas
|
13/08/2015
|
Puerto Molina
|
Avión Común
(Delichon urbicum)
|
Pocos
|
13/08/2015
|
Río Poqueira
|
Lavandera Blanca
(Motacilla alba alba)
|
3 inds.
|
13/08/2015
|
Cima del Mulhacén
|
Acentor Alpino
(Prunella collaris)
|
Algunos
|
13/08/2015
|
Cima del Mulhacén
|
Chova Piquirroja
(Pyrrhocorax pyrrhocorax)
|
2 inds.
|
14/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Cabra Montés
(Capra pyrenaica
hispanica)
|
Pocas
|
14/08/2015
|
Alto del Chorrillo
|
Milano Negro
(Milvus migrans)
|
Bastantes
|
14/08/2015
|
Pista. Alto del Chorrillo. Ladera sur del Mulhacén
|
Buitre Leonado
(Gyps fulvus)
|
Varios
|
14/08/2015
|
Pista forestal
|
Águila Real
(Aquila chrysaetos)
|
Un ind.
|
14/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Aguililla Calzada
(Aquila pennata)
|
Un ind. (morfo claro)
|
14/08/2015
|
Pista forestal. Ladera sur del Mulhacén
|
Cernícalo Vulgar
(Falco tinnunculus)
|
Algunos
|
14/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén. Capileira
|
Vencejo Común
(Apus apus)
|
Varios
|
14/08/2015
|
Capileira
|
Abejaruco Europeo
(Merops apiaster)
|
Oído
|
14/08/2015
|
Pista forestal
|
Golondrina Común
(Hirundo rustica)
|
Pocas
|
14/08/2015
|
Pista forestal. Capileira
|
Avión Común
(Delichon urbicum)
|
Algunos
|
14/08/2015
|
Capileira
|
Lavandera Blanca
(Motacilla alba alba)
|
2 inds.
|
14/08/2015
|
Capileira
|
Petirrojo Europeo
(Erithacus rubecula)
|
Oído
|
14/08/2015
|
Pista forestal. Ladera sur del Mulhacén. Capileira
|
Colirrojo Tizón
(Phoenicurus ochruros)
|
Algunos
|
14/08/2015
|
Ladera sur del Mulhacén
|
Collalba Gris
(Oenanthe oenanthe)
|
Pocas
|
14/08/2015
|
Capileira
|
Carbonero Común
(Parus major)
|
Un ind.
|
14/08/2015
|
Hoya del Portillo
|
Carbonero Garrapinos
(Periparus ater)
|
2 inds.
|
14/08/2015
|
Capileira
|
Gorrión Común
(Passer domesticus)
|
Algunos
|
14/08/2015
|
Hoya del Portillo
|
Pinzón Vulgar
(Fringilla coelebs
coelebs)
|
Pocos
|
15/08/2015
|
Campiña olivarera de Jaén
|
Conejo Europeo
(Oryctolagus cuniculus
algirus)
|
2 inds.
|
15/08/2015
|
Baños de Urquízar (Dúrcal)
|
Cabra Montés
(Capra pyrenaica
hispanica)
|
2 inds.
|
15/08/2015
|
Vertedero de Jaén
|
Milano Negro
(Milvus migrans)
|
Varios
|
15/08/2015
|
Capileira
|
Vencejo Real
(Tachymarptis melba)
|
Pocos
|
15/08/2015
|
Capileira
|
Golondrina Común
(Hirundo rustica)
|
Pocas
|
15/08/2015
|
Las Alpujarras. Baños de Urquízar (Dúrcal)
|
Golondrina Dáurica
(Cecropis daurica)
|
3 inds. total
|
15/08/2015
|
Capileira
|
Avión Común
(Delichon urbicum)
|
Pocos
|
15/08/2015
|
Capileira
|
Lavandera Blanca
(Motacilla alba alba)
|
Un ind.
|
15/08/2015
|
Capileira
|
Chochín Común
(Troglodytes troglodytes)
|
Oído
|
15/08/2015
|
Capileira
|
Carbonero Común
(Parus major)
|
Un ind. Oído
|
15/08/2015
|
Prov. Granada (autovía)
|
Urraca
(Pica pica melanotos)
|
Un ind.
|
15/08/2015
|
Campiña olivarera de Jaén
|
Estornino Negro
(Sturnus unicolor)
|
Varios
|
15/08/2015
|
Capileira
|
Gorrión Común
(Passer domesticus)
|
Pocos
|
15/08/2015
|
Baños de Urquízar (Dúrcal)
|
Salamanquesa Común
(Tarentola mauritanica)
|
Un ind.
|
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