domingo, 31 de agosto de 2014

SUBIDA AL MULHACÉN

     Hoy ha finalizado un Campo de Voluntariado Ambiental al que he asistido durante los últimos días de Agosto, organizado por Eco Campus y Amigos de la Tierra. A pesar de solo ofertarse 6 plazas, el Campo me ha servido para coincidir con Fran Checa un año después de conocernos en otro Voluntariado y quien me ha acompañado en el viaje desde Andújar, y reencontrarme con Fran Silva después de más de un año sin vernos, así como conocer a personas tan interesantes como Hada, Álvaro, Mabel y Pedro, el monitor, quien metódicamente tenía todo organizado. ¡Una compañía inmejorable!
    El pasado día 24 de Agosto coronamos la montaña más alta de la Península Ibérica, la cota de 3.482 metros del Mulhacén. Pero no subimos a la cima haciendo una relajada excursión, si no realizando parte del trabajo del Campo, junto con los miembros de la Red de Voluntariado Ambiental del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada.

Cumbre del Veleta



Hembra de Cabra Montés































     Pero empecemos por el principio. Partimos en coche después de prepararlo todo desde Capileira, donde todas las mañanas nos amenizaba el carbonero con su estribillo musical. Los pisos de vegetación se sucedían rápidamente durante el camino a medida que ascendíamos. Del bosque mediterráneo compuesto por encinas y robles del entorno de los pueblos de La Alpujarra, pasamos al de pinos resineros y silvestres, donde habitaban los pinzones, procedentes en su mayor parte de repoblaciones forestales, y torturados los que escalan mayores cotas por las duras condiciones de la montaña, antes de dar paso a los enebros que se arrastran entre las piedras y a los piornos. Desde este piso de vegetación de porte rastrero, sobrevolado por los buitres, emprendimos la caminata. Poco a poco las rocas destacaban más sobre el paisaje que la pocas plantas que disminuían con la altitud. De vez en cuando, entre las piedras descubríamos alguna collalba gris. Más adelante vimos algunas cabras, y localizamos a unos pocos pardillos mediante su canto.

Los Lagunillos

Estrella de las Nieves
(Plantago nivalis)
     Tras algo más de dos horas de caminata llegamos al Refugio de La Caldera, y un poco más adelante a la laguna glacial del mismo nombre, y que presta su nombre al refugio. Por encima de los 3.000 metros aparecía la estrella de las nieves, emblema del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, y que como copos de nieve, emblanquece el suelo en verano. En las inmediaciones del refugio nos alcanzaron los voluntarios de la Red del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada entre los cuales estaba Mariano Sevilla, a quien conocí el pasado mes de Mayo en la Sierra de Cazorla. Venían acompañados por Javier y Antonio, personal del Parque que estuvieron ayudándonos en nuestras labores.
     Piedra a piedra, eliminamos dos corraletas del entorno de la Laguna de La Caldera, y otras dos del borreguil próximo al refugio. Las corraletas son unas construcciones de forma circular hechas con piedras por los montañeros para vivaquear. El problema ambiental que tienen es que al hacerse sobre los borreguiles, o prados que crecen en torno a las lagunas glaciares, acaban asfixiando a las especies endémicas de pastos que dejan de crecer. Además, donde pone el pie el ser humano deja algo más que la huella de su zapato, y conforme desmontábamos las corraletas, aparecían restos de basura (latas, vidrios y papeles).


Laguna de La Caldera

Amapola de Sierra Nevada
(Papaver lapeyrousianum)
     Tras un descanso para almorzar, empezamos la subida al Mulhacén, marcando la vereda principal y cerrando trochas, para evitar que los excursionistas atajen por donde les venga en gana. Perseguíamos con esto una doble finalidad, por un lado evitar la erosión de la montaña y el deterioro de vegetación endémica, como la escasa amapola de Sierra Nevada, por el pisoteo de la gente que sube a la montaña por cualquier parte, y por otro la seguridad de las personas, que si se conducen por el camino correctamente marcado se disminuye el riesgo de perdida en condiciones meteorológicas adversas. Aprovechando estos momentos en los que nos deteníamos a cerrar veredillas y señalizar el camino a seguir, era posible ver a los aviones roqueros volando sobre la pedrera. El duro camino a la cima cada vez se hacía más empinado. Una pareja de chovas voló con toda facilidad por encima de la cumbre que a veces parecía inalcanzable.
     Pero al final, con esfuerzo, todo el grupo consiguió llegar a la cima, e íbamos sentándonos sobre las rocas para recuperar el aire y comer tranquilamente. Pronto nos llamó la atención a Fran Silva y a mí lo confiados que se mostraban los acentores alpinos que se acercaban y pululaban entre nosotros con toda tranquilidad. Entre los resquicios de las piedras, Álvaro descubrió al topillo nival que estaba delante de nosotros, y que durante sus prospecciones conseguimos ver Fran Checa y yo. En la cima del Mulhacén continuó el trabajo de limpieza de basura, y de “ofrendas“ que la romería de gente que desfila hasta el techo de la península deja allí. Estando allí también se acercaron unas cabras.
     Antes de que siguiera avanzando la tarde, bajamos por otra vereda, de pendiente menos acusada. Conseguimos ver unos machos monteses, más esquivos que las hembras y los chivos, y algunas chovas más. Recorriendo la pista forestal de vuelta a Capileira, pudimos ver un cernícalo. A los dos días regresamos al entorno del Mulhacén, para vivaquear y proseguir con nuestras actividades del Voluntariado.

(*) Fotografías: gentileza de Mabel Roldán.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Topillo Nival (Chionomys nivalis)
  • Cabra Montés (Capra pyrenaica hispanica)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Avión Roquero (Ptyonoprogne rupestris)
  • Acentor Alpino (Prunella collaris)
  • Collalba Gris (Oenanthe oenanthe)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Chova Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Pardillo Común (Carduelis cannabina)

2 comentarios:

  1. Vaya Pedro! Más que un voluntariado ambiental parece un voluntariado entre amigos.
    Sierra Nevada cautiva, un paisaje de ensueño y una naturaleza única.

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    1. ¡Ya ves Javi! Un Volunta para solo seis personas, y resulta que ya conocía a dos compañeros. Pero curro hubo, y del bueno, que subir al Mulhacén con el dedo de una mano vendado y moviendo pedruscos es cuanto menos original. El paisaje de altas cumbres era fantástico, parecía La Luna.

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