viernes, 6 de enero de 2012

BUSCANDO AL LINCE

     Aprovechando el celo del lince, época en la que se mueve más y se le puede escuchar maullar y ronronear, Raimundo y yo salimos ayer a probar suerte. El azar nos brindó la oportunidad de ver un ejemplar de esta especie, a mucha distancia y durante poco tiempo, solo algo más de 15 minutos, pero era un lince al fin y al cabo. También habíamos salido hacía tres días, con la misma idea, pero entonces no tuvimos éxito. El inusual invierno, seco y relativamente cálido, no ha favorecido un celo especialmente intenso en el gran gato manchado, por lo que no se le ha oído demasiado, pero tampoco ha impedido que acuda un gran número de naturalistas, fieles a su cita, para intentar presenciarlo. Igualmente tampoco se está dejando ver con facilidad, o al menos eso nos contaban algunos de los que llevan días pateando la sierra en su busca. No cabe duda que este felino genera una enorme expectación, pero conviene ser un poco autocrítico, y reconocer que a veces nosotros mismos, presionamos y acosamos demasiado a los animales, aunque no sea esa nuestra intención, en nuestro afán de llegar a observarlos, firmarlos o fotografiarlos. Demasiado turismo, atraído por un determinado valor, ejercerá una excesiva presión sobre el mismo, y puede acabar afectándole negativamente, y más aún tratándose de algo tan frágil como lo es un valor natural, que en el caso del lince, podría llegar a abandonar ciertos territorios, como parece ser que ya lo ha hecho puntualmente en algunas de sus zonas de paso, que ha dejado de transitar. Igualmente hay letrinas en las que ya no se encuentran excrementos nuevos, que pueden indicar que han dejado de usarse, sustituidas por otras en lugares más tranquilos donde no se les moleste. 
     Pero además del lince, en nuestra excursión naturalista hubo otros muchos avistamientos interesantes que bien merecen ser destacados, y que desde luego justifican por si solos salir al campo. Saliendo de Andújar vimos unos estorninos, y a lo largo de la carretera algunas tórtolas turcas. Por el camino deliberábamos adonde ir primero, si a La Lancha o al Encinarejo. Al final fuimos a echar un vistazo rápido al Encinarejo por la mañana, y luego nos fuimos a La Lancha, donde estuvimos hasta pasado el medio día, para luego volver al Encinarejo por la tarde y quedarnos allí hasta que empezó a oscurecer.
      Pasadas las viñas y antes de llegar al Encinarejo vimos un ciervo, y varias urracas por las inmediaciones de la carretera. En el entorno del puente había algunas grajillas posadas en los chopos. Antes de llegar al mirador vimos tres garzas reales, la primera volando sobre el río, las otras dos posadas en fresnos, una al lado de la otra. Por la mañana la luz está en contra en el mirador del lince, pero no impidió que viésemos el paso de algunos cormoranes. Mientras que Raimundo se quedó allí esperando, junto con unos sorianos que llevaban varios días en la sierra sin haber visto ni oído al lince, yo bajé dando un paseo hacia la presa, aunque no llegué hasta allí. Solo vi unos pinzones, mosquiteros y un escribano montesino. A los ciervos se les escuchaba berrear. No tardé en volver, y nos fuimos hacia La Lancha. Al cruzar el puente nos encontramos con algunas grajillas posadas sobre el mismo.
     De camino hacia La Lancha, se nos cruzó una perdiz, y pasadas las últimas viñas, paramos un momento junto a las primeras dehesas para observar unas pocas avefrías que andaban en los pastos, entre las vacas. En la alambrada que cercaba la finca había una pareja de tarabillas. En otras dehesas, más adelante, destacaba la figura de los zorzales charlos entre la escasa hierba o sobre bolos graníticos. Los rabilargos, los pinzones y alguna tórtola turca también se dejaron ver de camino hacia las conocidas “curvas de La Lancha”, y poco antes de llegar a la primera, observamos un águila imperial volando sobre el monte de encinas hasta posarse en una copa.
     Nos detuvimos en una pequeña recta del primer tramo de la sucesión de curvas, donde estuvimos haciendo una espera casi hasta la hora de comer. Desde allí teníamos una perspectiva del camino. Prácticamente no había un tramo donde no hubiera alguien con prismáticos o telescopio vigilando cada rincón de la finca. Naturalistas (y algún curioso) de toda España, y de fuera de nuestras fronteras, que vienen en busca del lince.
     La mañana discurrió tranquila, sin demasiada actividad. Escuchábamos en ocasiones los cacareos de las urracas y los rabilargos, y observábamos sus desplazamientos, pero nunca delataban al lince. También vimos pasar alguna que otra paloma torcaz. Oímos cantar al carbonero y también al mochuelo. Entre tanto pasaba el rato observando a los aviones roqueros que volaron por allí, y a las currucas cabecinegras que se movían entre los lentiscos y las aulagas cercanas. El soleado día permitió que un par de lagartijas colilargas estuviesen activas. Se escuchaba el reclamo de la curruca rabilarga, y conseguí ver una un momento posada en la ramita seca de un cantueso. También algún petirrojo se dejaba ver de vez en cuando. Los zorzales comunes volaban rápidos por las laderas de los montes, bajos, a ras de suelo, de arbusto en arbusto. Los mirlos se manifestaban acústicamente y se descubrían al volar. También vimos un conejo, y un par de ciervos en las colinas cercanas.
     Cambiamos de sitio, yéndonos más abajo. No tardamos entonces en ver un par de buitres negros pasar, y siguiendo con los prismáticos su trayectoria, descubrimos en la lejanía una gran espiral ascendente de buitres leonados. Poco después apareció en el cielo un águila imperial volando a baja altura, que nos permitió contemplarla con todo lujo de detalle. No se mostró desconfiada, ni hizo ningún viraje brusco a pesar de la gente que estábamos observándola desde el carril. Por el contrario, se puede decir que se exhibió ante el público, volando suavemente en círculos hasta ponerse a la altura del sol, donde era imposible verla, y desde donde acabó tomando un rumbo rectilíneo. Tres días antes también estuvimos allí mismo, y también vimos a estas tres especies de rapaces, pero entonces fueron un par de buitres negros los que volaron a tan baja altura, que casi no hacía falta ni prismáticos para contemplarlos.
     Mientras comíamos a la sombra de una encina, ¡resguardándonos del calor de enero!, fueron tres buitres leonados los que estuvieron planeando sobre nuestras cabezas. Después de comer, todo estaba muy tranquilo, no se detectaba ningún movimiento. Estábamos pensando en irnos cuando volvimos a ver a la pareja de buitres negros volando sobre los barrancos en los que buscábamos al lince. Y sobre ellos un águila imperial. De los montes que teníamos a nuestras espaldas, apareció una segunda. El águila que volaba con los buitres vino a juntarse con la que volaba sobre los cerros, y cada pareja de rapaces se fue en una dirección.
     De nuevo se hizo la calma, y para aprovechar estas horas muertas decidimos irnos al Encinarejo, pero antes quise acercarme a echarle un vistazo al embalse. Solo bajamos hasta el viejo poblado, donde vimos en sus inmediaciones una lavandera cascadeña. Subiendo, volvimos a ver unos pocos buitres leonados, antes de llegar a la zona de las curvas. Muchos de los observadores que habían echado allí la mañana ya no estaban. Ningún animal se cruzó en el camino. Volvimos a parar un rato para ver a las avefrías, y con ellas había también un zorzal charlo y una lavandera blanca. Por la carretera solo vimos un conejo, y una garza real en el río cuando tomamos el carril del Encinarejo.
     Cuando llegamos al mirador, nos encontramos con muchos de los que habían estado en La Lancha. Fue aquí, después de esperar un tiempo, donde vimos al lince, gracias a que alguien lo encontró con el telescopio. Estaba tan lejos que apenas se veía con prismáticos, y desde luego era imposible identificarlo. Estaba moviéndose, y tras avistarlo desapareció rápidamente, pero era posible seguir su pista. Un bando de palomas que levantó el vuelo bruscamente y las urracas que acudían a hostigarlo, nos indicaban donde estaba. Al poco rato reapareció y se tumbó sobre unas piedras en las que estuvo acicalándose. Su presencia seguía perturbando a las urracas, y alguna llegó a posarse en las mismas rocas donde se hallaba el lince. Después de algo más de un cuarto de hora se fue, y ya no volvimos a verlo más.
     Mientras la mayoría estaban con su vista fijada en el lince, yo me dediqué por un momento a observar una garceta grande que pasó en vuelo frente al mirador. También pasó un andarríos chico, así como pequeños grupos de cormoranes. Por un momento se oyó croar a una ranita. En cambio se escuchaban con frecuencia los pitidos del pito real, y uno pasó con su ondulante vuelo entre los árboles de la ribera. Los ciervos lanzaban sus berridos al aire con fuerza. Los petirrojos revoloteaban por las inmediaciones del mirador. Hacia el final de la tarde se dejó oír un cárabo. Dos garzas reales que vimos en el río, cuando ya volvíamos para Andújar, pusieron fin a nuestra sesión campera.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Lince Ibérico (Lynx pardinus)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)
  • Garceta Grande (Casmerodius albus)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Avefría Europea (Vanellus vanellus)
  • Andarríos Chico (Actitis hypoleucos)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Mochuelo Europeo (Athene noctua vidalii)
  • Cárabo Común (Strix aluco sylvatica)
  • Pito Real (Picus viridis sharpei)
  • Avión Roquero (Ptyonoprogne rupestris)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Lavandera Cascadeña (Motacilla cinerea)
  • Petirrojo Europeo (Erythacus rubecula)
  • Tarabilla Común (Saxicola torquatus rubicola)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Zorzal Común (Turdus philomelos)
  • Zorzal Charlo (Turdus viscivorus)
  • Curruca Rabilarga (Sylvia undata)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Mosquitero Común (Phylloscopus collybita)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Escribano Montesino (Emberiza cia)
  • Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus)
  • Ranita Meridional (Hyla meridionalis)

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