Salimos ayer Raimundo y yo para dar una
vuelta por la Sierra
de Andújar. El rincón elegido, como casi siempre fue La Lancha , y sobre todo
porque, aunque aprovechamos incluso la noche, habíamos quedado algo tarde en la
mañana. En nuestra mente y en nuestras conversaciones estuvo muy presente
nuestro reciente viaje a la
Sierra de la
Culebra.
De camino hacia el punto de encuentro, me
fije en las avefrías esparcidas por los campos de cultivo, acompañadas por los
negros estorninos. La imagen que ofrece la sierra es bastante seca en general,
sin apenas pasto verde cubriendo el suelo, e incluso con encinas secándose en
alguna zona. No titubeamos demasiado en decidir ir a La Lancha , y por el camino
miraba con cierto interés a los pinzones, esperando descubrir algún real entre
los comunes. Urracas, rabilargos, y algún lejano buitre fueron el resto de aves
que se dejaron ver durante el recorrido. Y tampoco faltaron ciervos y algún
gamo.
Detalle de la cabeza de un ciervo |
La mayor parte del día la invertimos en la
espera en las curvas. Oímos a los rabilargos y a las urracas, y los
descubrimos, pero no delataban a nadie. Encontramos algunos ciervos en nuestros
barridos con los prismáticos sobre el terreno a lo largo de casi toda nuestra
estancia allí. Sobre el cable de un tendido eléctrico localizamos al macho azul
del roquero solitario. A menudo se oía al petirrojo, y de vez en cuando a la
curruca cabecinegra, dejándose ver más tarde al menos un petirrojo más un macho
de curruca cabecinegra. Raimundo divisó una altanera águila imperial, a la que
previamente escuchamos, volando al lado de dos buitres leonados. También asomó
un mirlo macho que se apresuró a ocultarse en un lentisco, además de algún que
otro colirrojo tizón que se movía entre las rocas y por el suelo. Y cada vez
que escuchaba el reclamo de la curruca rabilarga entre los arbustos próximos al
carril, no podía evitar acordarme de aquella pista forestal en la Sierra de la Culebra , porque era
precisamente esta pequeña ave siempre emboscada, una de las que ponía el sonido
a nuestras esperas de lobo allí.
Raimundo divisó un conejo que a mí no me
dio tiempo a ver. Unas pocas perdices se pasearon por un camino privado, del
interior del sitio que observábamos detenidamente. A primeras horas de la tarde,
empezaron a pasar buitres leonados, aunque bastante altos en su mayoría, y
junto a ellos, también algunos negros. Mas cerca, nos sobrevolaban unos aviones
roqueros. Pasó un pequeño bando de torcaces, y compacto grupo de estorninos que
se movía por allí, fue a pararse en la copa de una encina. Cantó una chova
piquirroja, y descubrimos su negra silueta recortada en el azul cielo.
Con la caída de las horas vespertinas se oían el choque de las cuernas de un par de ciervos, que pese a la cercanía, el accidentado terreno nos impedía verlos. Empezaron las llamadas de los mochuelos, contestándose entre ellos. Pero sobre los maullidos
de los mochuelos, se impusieron otros con un cierto tono rugiente. Se trataba
de un lince que estaba en las proximidades, y que para despajar cualquier duda que
tuviéramos al respecto, volvió a entonar una segunda vez su desgarradora voz,
rompiendo el silencio que se había hecho en esos instantes en los que
aguardábamos con tensión que apareciese. Pero tras esa segunda secuencia de
maullidos, sólo quedó eso, el silencio, además del frío y la casi total oscuridad impuesta por
la noche incipiente. En cierto modo, me recordó a mi primera observación de
lince, que fue únicamente acústica, una mañana de enero de 2008, en el
Encinarejo, y que me quedé con las ganas de verlo.
De noche, con la luna prácticamente llena,
seguimos el camino hasta el Embalse del Jándula. La luz de la luna reflejaba
perfectamente las paredes desnudas y blancuzcas del cuenco de un embalse que se halla casi vacío de agua. Esperábamos
escuchar al búho real, pero allí sólo vimos unas cabras, en las rocas de las
inmediaciones. Pasamos al otro lado del túnel, que usaba para dormir una hembra
de colirrojo tizón. Entre las grietas del techo descubrimos algunos
murciélagos, entre ellos el ratonero grande, y el de cueva. No nos quedamos
demasiado tiempo allí, para no molestar y evitar que emprendieran el vuelo. Al
salir del túnel nos encontramos con una garduña que con tremenda agilidad, se
apresuró a huir por la pared rocosa. A la vuelta vimos algunos ciervos junto al
camino, y se son cruzó de cerca una piara de siete u ocho jabalíes, que aunque
alguno destacaba más sobre el resto, eran todos bastante grandes en general, o
esa es la sensación que nos dieron.
(*) Fotografías: gentileza de Raimundo Gómez.
(*) Fotografías: gentileza de Raimundo Gómez.
Lista
de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Murciélago
Ratonero Grande (Myotis myotis)
- Murciélago
de Cueva (Miniopterus schreibersii)
- Conejo
Europeo (Orytolagus cuniculus
algirus)
- Garduña (Martes foina)
- Lince
Ibérico (Lynx pardinus)
- Jabalí (Sus scrofa)
- Cabra Montés
(Capra pyrenaica hispanica)
- Ciervo Rojo
(Cervus elaphus)
- Gamo (Dama dama)
- Buitre
Leonado (Gyps fulvus)
- Buitre Negro
(Aegypius monachus)
- Águila
Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
- Perdiz Roja
(Alectoris rufa)
- Avefría
Europea (Vanellus vanellus)
- Paloma
Torcaz (Columba palumbus)
- Mochuelo
Europeo (Athene noctua vidalii)
- Avión
Roquero (Ptyonoprogne rupestris)
- Petirrojo
Europeo (Erithacus rubecula)
- Colirrojo
Tizón (Phoenicuros ochruros)
- Roquero
Solitario (Monticola solitarius)
- Mirlo Común
(Turdus merula)
- Curruca
Rabilarga (Sylvia undata)
- Curruca
Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
- Rabilargo
Ibérico (Cyanopica cooki)
- Urraca (Pica pica melanotos)
- Chova
Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
- Estornino
Negro (Sturnus unicolor)
- Pinzón
Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
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