Antes de salir para Daimiel, a otro
Voluntariado, me urgía dejar terminada esta crónica, escrita con un poco de
prisa. Ayer acompañé a Fran Checa a una reunión en Benamaurel. Cuando terminó,
nos encontramos con Fran Silva, y este nos llevó a aprovechar un rato por la
tarde a un rincón de la Sierra
de Baza, al Cortijo Narváez, donde se encuentra el Centro de Visitantes del
Parque Natural y un Complejo Rural. De camino se nos había cruzado un zorzal
charlo. Encontramos cerradas las instalaciones. Pero a cambio disfrutamos de la
tranquilidad de no tener a nadie cerca, hablar de nuestras cosas, reírnos y de
conectar con la Naturaleza
del entorno. Como si quisieran intervenir en nuestra conversación, solían
escucharse a los piquituertos desde lo alto de los cipreses y los cedros, a los
carboneros garrapinos y a los pinzones de entre los pinos, los arrullos de la
torcaz procedentes del interior del bosque, y de vez cuando también un cercano
pico picapinos con sus monosilábicas notas.
Tras almorzar nos dimos un breve paseo por
los alrededores. Mientras concluíamos que una pequeña encina que había nacido
bajo unos cipreses era obra de los arrendajos, reputados sembradores de
bosques, nos sorprendió un ciervo que bajaba a la carrera por la ladera. Se
situó unos instantes cerca de nosotros, quieto, pudiendo ver que era un macho
en el que despuntaban los pivotes óseos de la incipiente cuerna, carraspeó,
sacudiendo la cabeza, quizás tratando de librarse del acoso de las moscardas, y
se marchó. Y mientras mirábamos la cantidad de muérdago que amenazaba la vida
de algunos pinos laricios, descubrimos a una ardilla en la copa de otro, pegada
al tronco. Nuestro paseo nos llevó a la mancha de cipreses donde de vez en
cuando cantaba y tamborileaba en la madera el pico picapinos, pudiendo ver al
pájaro carpintero volar, mientras pasaban cantando los pequeños bandos de verdecillos
y piquituertos. Llegamos a ver algún piquituerto posado en la parte superior de
estos lanceolados árboles de los que extraen las semillas de sus gálbulos.
Pero Silva no podía quedarse toda la tarde
con nosotros, de manera que cuando nos despedimos, Checa y yo decidimos hacer el
par de senderos que de allí parten. Pero una cosa es lo que planificas, o lo
que teníamos intención de hacer, y otra es lo que luego realmente haces, a
menudo en función de la disponibilidad de tiempo. Y es que nos entretuvimos más
de lo que quisimos en el itinerario circular que recorrimos. Antes de empezar
el recorrido, estando en el entorno del cortijo, recibí la llamada del
coordinador de WWF/Adena, para confirmar mi plaza en el Voluntariado. El
sendero discurría casi ininterrumpidamente entre bosques de pino laricio,
resinero y carrasco, mezclados entre si. Al poco rato de empezar la caminata,
llegamos a una fuente donde se agolpaban los piquituertos, y algún que otro
pinzó, para beber. El canto del carbonero garrapinos podía escucharse casi todo
el tiempo, y más tarde acabamos viendo algunos.
Llegamos a un mirador, elevado y sobre un
área despejada, desde el que podíamos contemplar las cumbres de la Sierra de Baza que nos
rodeaban. Oímos las graznantes llamadas de las chovas, y las descubrimos altas,
surcando el cielo plomizo de la tarde. Del pinar surgían los ásperos reclamos
del arrendajo, consiguiendo ver alguno. También vimos algunas palomas torcaces,
en vuelos altos y rápidos, sobre el techo de las copas de los pinos, y algún
mirlo, volando bajo, a los cuales además pudimos escuchar. Los relinchos del
pito real y las agudas notas del agateador también sonaron entre los murmullos
del bosque, pero sin que llegásemos a verlos. Logramos ver al herrerillo
capuchino, aunque apenas un instante, gracias a que lo delató su canto.
Cuando llegamos de vuelta al Cortijo de
Narváez, determinamos que se nos haría muy tarde si hacíamos también el otro
sendero. Antes de montarnos en el coche para irnos, pudimos observar sobre el
tejado del cortijo al carbonero común. Pero toda esta historia tan solo es un
fragmento que he querido destacar de la Naturaleza con la que estuve en contacto y de los
avistamientos que realicé en el día de ayer. La siguiente lista de especies es
por lo tanto, solo una parte del total que pude observar, por la carretera, en
el entorno de Benamauriel por el que anduve mientras esperaba a que Fran
terminase, y en Sierra Mágina, donde paramos a cenar en un área recreativa.
Lista
de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Ardilla Roja
(Sciurus vulgaris)
- Ciervo Rojo
(Cervus elaphus)
- Paloma
Torcaz (Columba palumbus)
- Pito Real
Ibérico (Picus sharpei)
- Pico
Picapinos (Dendrocopos major)
- Mirlo Común
(Turdus merula)
- Zorzal
Charlo (Turdus viscivorus)
- Carbonero
Común (Parus major)
- Carbonero
Garrapinos (Periparus ater)
- Herrerillo
Capuchino (Lophophanes cristatus)
- Agateador
Común (Certhia brachydactyla)
- Arrendajo
Común (Garrulus glandarius)
- Chova
Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
- Pinzón
Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
- Verdecillo
Común (Serinus serinus)
- Piquituerto
Común (Loxia curvirostra)
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