Mis últimas salidas de campo son también
jornadas laborales, por lo que suelo repetir en los mismos sitios, y aunque no
hay dos días iguales, habitualmente acabo contemplando casi las mismas
especies. Memorando la salida de hace dos días he caído en la cuenta de que fue
una de las jornadas más prósperas que he vivido (51 especies identificadas de
vertebrados, de las cuales 46 fueron aves), en la que dediqué las algo más 12
horas de luz que tienen ahora los días, a moverme por un área inferior a las 1.000 Ha en la Sierra de Andújar. Una
sesión de campo llena de gratas sorpresas entre los integrantes del mundo
alado, probablemente debido a la recién entrada primavera.
Se levantaba la mañana. Dirigiéndome hacia
el punto de encuentro donde recogería a los clientes, una liebre cruzó el
camino aún en penumbra bajo el pinar. Mientras los esperaba, pude contemplar en
compañía de uno de ellos el vuelo matutino de un azor sobre el dosel forestal
que acabo internándose en la copa de un pino. Cuando cargaron sus cosas en el
coche, salimos inmediatamente hacía la zona de campeo. A su entrada se oía con
fuerza la estrofa del carbonero, y bajando lentamente por la pista íbamos
viendo conejos que buscaban refugio bajo las rocas o entre los arbustos,
perdices que o bien corrían campo a través o bien levantaban el vuelo a la vez
que emitían su voz de alarma, y más adelante ciervos. En una breve parada que
hicimos en un recodo del camino se escuchaba con intensidad el pinzón. Habíamos
parado para observar un rato un canchal, pero había un fuerte contraluz.
Pronto volvimos a parar en un balcón desde el que podíamos otear una dehesa, y donde estuvimos algunas horas. Se escuchaba el canto del pinzón, del verdecillo, del carbonero, y de vez en cuando retumbaba el del pito real. Por la pequeña dehesa se movían urracas y perdices. Un par de mochuelos se maullaban respondiéndose uno al otro, y en la lejanía se oía el cuco. Al elevar la vista sobre las faldas de los montes, entre el sotobosque, descubríamos ciervos. Entre los romeros que tapizaban la ladera donde nos encontrábamos se oía la áspera voz de la curruca rabilarga, a la que se unió una hembra de escribano montesino. Pasado algún tiempo apareció el águila real elevándose en el cielo, y más tarde se acercó el buitre negro remontando su pesado vuelo. Después pasó otra águila que me desconcertó porque parecía ser una perdicera subadulta que se perdió entre los montes sin que me atreviese a asegurar su identificación. A lo lejos, sobre los montes, cicleaban unos buitres leonados, y entre ellos un águila imperial.
Pronto volvimos a parar en un balcón desde el que podíamos otear una dehesa, y donde estuvimos algunas horas. Se escuchaba el canto del pinzón, del verdecillo, del carbonero, y de vez en cuando retumbaba el del pito real. Por la pequeña dehesa se movían urracas y perdices. Un par de mochuelos se maullaban respondiéndose uno al otro, y en la lejanía se oía el cuco. Al elevar la vista sobre las faldas de los montes, entre el sotobosque, descubríamos ciervos. Entre los romeros que tapizaban la ladera donde nos encontrábamos se oía la áspera voz de la curruca rabilarga, a la que se unió una hembra de escribano montesino. Pasado algún tiempo apareció el águila real elevándose en el cielo, y más tarde se acercó el buitre negro remontando su pesado vuelo. Después pasó otra águila que me desconcertó porque parecía ser una perdicera subadulta que se perdió entre los montes sin que me atreviese a asegurar su identificación. A lo lejos, sobre los montes, cicleaban unos buitres leonados, y entre ellos un águila imperial.
Seguimos la ruta bajando hacia la dehesa.
En el trayecto levantaban el vuelo algunos pinzones, y a nuestro paso vimos
urracas y palomas torcaces. Paramos un rato junto al arroyo, para ver una roca
donde hay letrina de lince. Sobre el cauce pasó volando una pareja de
golondrinas dáuricas. Continuamos el camino, pasando por la dehesa donde según
avanzábamos íbamos viendo pinzones y estorninos. Un zorzal charlo levantó el
vuelo a nuestro paso. Improvisamos una parada para intentar observar un pájaro
que se ocultaba entre las ramas de las encinas, entre las que volaba pero
difícil de ver cuando se posaba, y que solo me permitió un instante para
comprobar que se trataba de un torcecuello. Sonaba el melódico canto de la
totovía.
Llegando a las proximidades del río vimos
unas lavanderas blancas. Salimos a dar un breve paseo junto a la orilla, donde
el ruiseñor común cantaba infatigablemente, acompañado por el coro de las ranas.
El chochín también cantaba con fuerza entre las próximas rocas graníticas, e
incluso se acabo por dejar ver. De vez en cuando sonaba la estrofa del ruiseñor
bastardo. De la orilla de en frente provenían los potentes reclamos del
trepador azul. Los herrerillos también manifestaban su presencia mediante su
variado repertorio de cantos y reclamos. También entre los chopos del otro lado
del río se movían las grajillas. Algunos galápagos se apresuraban a sumergirse
en las aguas, alertados a nuestro paso. También descubrimos por la zona un
pequeño escorpión.
Escorpión Común (Buthus occitanus) |
Tras un rato en el río, nos movimos hacia
otro lugar. Al pasar otra vez por la dehesa había estorninos y pinzones, y
algún que otro gorrión. Yendo por una explanada más abierta pudimos ver algunos
conejos, también un alcaudón real al que le dedicamos una parada. Despacio,
íbamos subiendo por una cuesta hasta llegar al centro del valle por el que
discurría un arroyo, que formaba una olla. En el interior de la olla se
encuentra una pequeña alberca, donde también había algunos galápagos. Por las
paredes de la olla trepaban manchas de quejigo mezcladas con otras especies
mediterráneas. Provechoso rato pasamos aquí, pues además del escribano soteño y
la curruca cabecinegra, también escuchamos a un ave que solo está aquí de paso,
pero que hace su viaje migratorio prenupcial catando, el mosquitero musical.
Además, aunque algo lejos vimos pasar una cigüeña negra. Pero también
concurrieron en el lugar otras aves planeadoras, aunque no cigüeñas, si no
rapaces. El paso, algo tardío, de un grupo de 18 milanos negros, y bajo ellos, cicleaba una encapuchada águila culebrera. Y ahora pudimos despejar la duda que nos
quedó por la mañana, porque esta vez pudimos ver claramente al ejemplar
subadulto de águila perdicera, que además iba acompañado de un juvenil. Otro
momento de distracción que tuvimos se lo debimos a una Empusa pennata, una esbelta mantis que coloquialmente es llamada
mantis palo.
Empusa pennata |
Bajamos de nuevo hacia la explanada para
dirigirnos ahora hacia otro punto desde el que tener vistas para otear. Las
perdices, emparejadas, se movían por los prados adehesados, por donde volaban
urracas y algunas palomas. En este punto elevado pasamos las horas centrales y
más calurosas del día, donde comimos, y donde vimos algunos buitres y águilas
culebreas. Y como testigos de boda, asistimos a la formalización de una pareja
de culebreras, con la entrega de una culebra como regalo de compromiso. Un
deleite para nuestra vista, al que se añadieron otros tres ejemplares más, que vimos
poco después. Tampoco nos faltó el águila imperial, que pasó por el lugar.
Nos dirigimos de nuevo hacia el río. Por
los espacios abiertos de la explanada se movía la abubilla, hincando su pico en
el suelo, y una pareja alcaudones comunes vigilaban su territorio desde sendos
lentiscos donde se encontraban apostados. El triguero cantaba desde una encina.
La actividad se había reducido, pero todavía era posible ver algunos estorninos
y pinzones por las dehesas que íbamos atravesando de camino al río. Las ranas,
el ruiseñor y el herrerillo seguían cantando, pero parecía que unos pájaros
habían cambiado a otros. Ahora también estaba el verderón, que cantaba con
fuerza desde lo alto de un fresno. También un pequeño bando de jilgueros
apareció por allí. Al acercarme a la orilla, llegué a ver por unos instantes al
ruiseñor común, con el gaznate abierto, cantando con todo su vigor.
Al irnos vimos algún que otro mirlo
pululando por las dehesas. También descubrimos a un picapinos con su ondulante
vuelo y emitiendo sus característicos pitidos monosilábicos. Íbamos hacía el
primer sitio donde estuvimos por la mañana observando, para terminar la
jornada. La curruca rabilarga y el verdecillo estuvieron haciéndonos compañía
el resto de la tarde. También pasó un pequeño bando integrado por 7 golondrinas
comunes. Los ciervos, poco a poco, iban mostrándose más activos con el crepúsculo,
que también vimos después, al irnos, junto al camino.
Y así concluyó una jornada primaveral en la
que en prácticamente el mismo lugar concurrieron algunas las especies de aves
más representativas de la
Sierra de Andújar, entre sedentarias, más otras de carácter
estival, más otras que solo estaban en paso migratorio, e incluso una especie,
el águila perdicera, que podríamos decir que aquí es una rareza.
Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):
- Liebre
Ibérica (Lepus granatensis)
- Conejo
Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
- Ciervo Rojo
(Cervus elaphus)
- Cigüeña
Negra (Ciconia nigra)
- Milano Negro
(Milvus migrans)
- Buitre
Leonado (Gyps fulvus)
- Buitre Negro
(Aegypius monachus)
- Azor Común (Accipiter gentilis)
- Culebrera
Europea (Circaetus gallicus)
- Águila Real
(Aquila chrysaetos)
- Águila
Imperial (Aquila adalberti)
- Águila de
Bonelli (Aquila fasciata)
- Perdiz Roja
(Alectoris rufa)
- Paloma
Torcaz (Columba palumbus)
- Cuco Común (Cuculus canorus)
- Mochuelo
Europeo (Athene noctua vidalii)
- Abubilla (Upupa epops)
- Torcecuello
Euroasiático (Jynx torquilla)
- Pito Real (Picus
viridis sharpei)
- Pico Picapinos (Dendrocopos major)
- Totovía (Lullula
arborea)
- Golondrina Común (Hirundo rustica)
- Golondrina Dáurica (Cecropis daurica)
- Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
- Chochín Común (Troglodytes troglodytes)
- Ruiseñor Cómún (Luscinia megarhynchos)
- Mirlo Común (Turdus
merula)
- Zorzal Charlo (Turdus viscivorus)
- Ruiseñor Bastardo (Cettia cetti)
- Curruca Rabilarga (Sylvia undata)
- Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
- Mosquitero Musical (Phylloscopus trochilus)
- Trepador Azul (Sitta europaea caesia)
- Carbonero Común (Parus major)
- Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
- Alcaudón Real (Lanius meridionalis)
- Alcaudón Común (Lanius senator)
- Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
- Urraca (Pica
pica melanotos)
- Grajilla Común (Corvus
monedula)
- Estornino Negro (Sturnus unicolor)
- Gorrión Común (Passer domesticus)
- Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
- Verdecillo Común (Serinus serinus)
- Verderón Común (Chloris chloris)
- Jilguero (Carduelis carduelis)
- Escribano Montesino (Emberiza cia)
- Escribano Soteño (Emberiza cirlus)
- Triguero (Miliaria
calandra)
- Galápago Leproso (Mauremys leprosa)
- Rana Verde
Ibérica (Pelophylax perezi)
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