domingo, 30 de abril de 2006

CAMPEANDO POR LOS ALREDEDORES DE LINARES

     Como todos los años, en el último fin de semana de abril, la Sierra de Andújar se llena con un bullicioso gentío como consecuencia de la romería. De una parte, el dispositivo de seguridad que prohíbe el tráfico en un determinado sentido de la circulación según el momento del día, y de otra parte, la falta de tranquilidad que impera en estas fechas derivado del alboroto que genera la muchedumbre, imposibilitan salir al campo para observar animales, o simplemente para disfrutar de la tranquilidad en contacto con la naturaleza. Así que ayer quedé con Antonio para salir al campo por su zona, en los terrenos que mejor conoce por los alrededores de Linares, donde me guió por sitios muy interesantes, en la campiña olivarera y por las riberas de dos ríos cercanos. Pudimos disfrutar de un magnífico día primaveral, pero sobre todo de los animales que llegamos a observar, algunos de los cuales, me sorprendieron, al no esperar encontrarlos por allí.
    Entré a Linares por la carretera de Baños de la Encina, que, pasado el Río Guadiel, atraviesa unas zonas de dehesa, donde los olivos todavía no han sustituido a las encinas. Por allí se veían bastantes rabilargos, pero una gran culebra bastarda que cruzó la carretera, forzó que me parase, por un lado para evitar atropellarla, y por otro para tratar de observarla con más detenimiento, pero la rapidez con la que el ápodo reptil se ocultó entre la hierba, y la valla en la linde de la finca, evitó que lo hiciera.
     Cuando llegué a Linares, recogí a Antonio, y el primer lugar al que sugirió que fuésemos, fue a su olivar. Para ello salimos hacía la carretera por la que yo había entrado, pero pronto tomamos un desvío. Antes de llegarnos a sus olivos, nos acercamos a una especie de vertedero próximo. Allí nos encontramos con algunas garcillas bueyeras, y con unos milanos negros cicleando en el despejado cielo azul.
     Cuando llegamos a su campo, aparqué a un lado del mismo carril por el que circulábamos, a la sombra de unos eucaliptos. Salimos a andar, a dar un paseo entre olivos plantados en lo que antaño había sido una parte de los campos mineros de Linares, donde aún permanecen como testigos de ello, las múltiples ruinas de la variada infraestructura minera. De estas ruinas abandonadas, han hecho algunos animales su morada, y por aquí es donde tratábamos de observarlos. Concretamente buscábamos ver una pareja de lechuzas, que no se dejó ver. Los más frecuentes eran los estorninos, pero también había gorriones que aprovechan cualquier grieta o agujero que encuentren en los viejos muros para instalarse. Las tórtolas turcas también eran abundantes por el lugar. Caminando por un tramo de la vía verde vimos unos verderones, que destacaban posados en unos hinojos, y que enseguida levantaron el vuelo. También localizamos unos abejarucos en vuelo, por su continuo canto.
     Volvimos a Linares, para comer en su casa. Después fuimos hacia el Río Guadalimar, cerca de Torreblascopedro. Por la carretera pudimos ver un bando del colorido jilguero. Antes de atravesar el puente que cruza el río, nos metimos por un carril, donde pronto aparcamos. Antes de acercarnos al cauce del río, y adentrarnos en el bosque en galería, estuvimos escuchando el canto del cuco, que procedía de un árbol solitario. Esperando un poco, conseguimos verlo, aunque solo fue fugazmente en vuelo. Pero a raíz de seguir con los prismáticos el vuelo del cuco, descubrimos un cernícalo posado en un tendido de la cercana vía ferroviaria.
     Bajábamos hacia la ribera tratando de evitar pisar el barro que aún queda por algunas partes del estéril suelo de la campiña. Caminamos un tramo entre los límites entre la campiña y el bosque, apreciando algunas enormes gritas abiertas por la erosión de la escorrentía del agua de las lluvias, que incluso habían volcado un olivo al que ya no le quedaba entre las raíces sustrato donde agarrarse. Bajo las sombras de la arboleda retumbaban los ecos de las voces de los mirlos, que se movían entre el sotobosque. Nos acercamos a la orilla, donde encontramos unos anfibios que en primer momento creímos que eran ranas, pero que al fijarnos bien nos dimos cuenta que se trataba de sapillos pintojos.
     Y para acabar la jornada, antes de que anocheciese, fuimos al Piélago, un espacio natural adyacente al Río Guarrizas, protegido como Monumento Natural. En este lugar están las ruinas de un antiguo puente romano, pero también existe un puente mucho más reciente, en desuso  debido al nuevo trazado de la carretera que va hasta Arquillos, desde el que estuvimos fijándonos en las huellas de nutria impresas en el barro. Entre las ruinas, los pilares del puente, y las rocas también hay garduña, que sin embargo tampoco vimos. Pero sí vimos por allí rabilargos y algún que otro mirlo, y tras un rato de espera, también unas gallinetas entre la vegetación de la orilla. Al acercarnos al puente romano, descubrimos un colirrojo muerto en un cepo, o costilla, como llamamos a esta trampa en Jaén, pero que nunca volverá a hacerlo, porque nos encargamos de retirarla. Estuvimos andorreando el resto de la tarde por las rocas que encauzan el río en aquel tramo. Cuando ya nos íbamos de allí, casi de noche, vimos pasar un búho real que se posó en una roca, encima de un cerro, que de haber habido más luz, hubiéramos podido contemplar con mayor nitidez.


Lista de Especies Observadas:

  • Garcilla Bueyera (Bubulcus ibis)
  • Milano Negro (Milvus migrans)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Gallineta Común (Gallinula chloropus)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Cuco Común (Cuculus canorus)
  • Búho Real (Bubo bubo)
  • Abejaruco Europeo (Merops apiaster)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Rabilargo (Cyanopica cyanus cooki)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Verderón (Carduelis chloris)
  • Culebra Bastarda (Malpolon monspessulanus)
  • Sapillo Pintojo Meridional (Discoglossus jeanneae)

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