miércoles, 14 de septiembre de 2016

RUTA AL IBÓN DE ANAYET

     Dedicamos la mañana completa del jueves 8 a hacer una ruta ascendente a pie de algo más de dos horas hasta el Ibón de Anayet. El punto de partida era la carretera que sube hasta la estación de esquí de Anayet, donde comienza el sendero propiamente dicho hasta llegar al ibón, a los pies del pico Anayet.
     Antes de empezar la marcha, ya era posible ver algunas aves por la zona, como un par de garzas reales, cornejas y cernícalos. Al poco tiempo de comenzar a andar, nos fue posible ver al águila culebrera a lo lejos, pero nos entretenían más las tarabillas norteñas, unos pardillos y algún que otro escribano cerillo, que por su cercanía, dedicábamos más tiempo tratando de observar. También había por allí algunas urracas y collalbas grises, a las que no hacíamos tanto caso.
     Llegando a la estación de esquí, pudimos ver algunas marmotas entre las rocas que encauzaban un riachuelo, donde en diferentes puntos sorprendimos al mirlo acuático. Por la misma estación pululaba una lavandera blanca. Y además de collalbas también revoloteaban entre las rocas de los alrededores del sendero los colirrojos tizones.

El Pico Anayet, con sus 2.574 m. y su cima cubierta por nubes, se alza sobre el ibón con el que compararte nombre

     Almorzamos a orillas del ibón, sentados en unas rocas mientras contemplábamos un cuantioso y compacto bando de aviones comunes revolotear sobre el agua, a la caza de mosquitos. Por los alrededores también se movían collalbas, una de las cuales nos llamó la atención por quedarse en varias ocasiones suspendida sobre el agua momentáneamente, como si de un cernícalo se tratara. En las aguas descubrimos una gran sanguijuela negra, que se desplazaba con movimientos ondulantes de su cuerpo por el líquido elemento. También planeaban los buitres leonados, cercanos a los altos roquedos. Pasó volando un quebrantahuesos, a no demasiada altura, siendo uno de los mejores avistamientos que tuvimos de este buitre barbudo. Y también pasó sobre el ibón, a baja altura, un halcón peregrino, que raudo, se dirigió hacia las paredes del antiguo circo glacial que contienen el lago.
     Después de un rato de sobremesa, recorrimos el perímetro del ibón, pudiendo observar a un par de mirlos acuáticos volar por sus bordes, y lanzarse al agua a la captura de algún insecto. En un extremo del ibón, por el que escurría el agua formando un arroyo, teníamos una sobrecogedora perspectiva de un valle glacial. Ningún indicio de lo que llamamos civilización había a nuestro alrededor, ni carreteras, ni edificios… ¡nada! Sólo nosotros y las montañas cuyas cumbres más altas escondían las plomizas nubes. Unas cornejas prospectaban entre la hierba, no muy lejos de las orillas del ibón.
     En el descenso, a la vuelta, vimos algún mirlo acuático más por el torrente que discurría paralelo a la senda que llevábamos. También los buitres se deslizaban por el aire, próximos a los riscos. Más abajo, en los canchales donde se acumulan las rocas sueltas que se desprenden por los efectos erosivos de los agentes meteorológicos, podían verse collalbas y colirrojos. Y entre el pasto que circunda el camino pasó una lagartija de turbera. Se trataba de un macho que pudimos ver con más calma al salir a un área abierta.

Lagartija de Turbera, macho

      Entre los derrubios de las rocas, amontonadas, encontraban las marmotas el lugar propicio donde construir sus vivares, a la vez que puntos elevados desde los que custodiar el territorio, constituyendo un refugio inexpugnable. A lo largo de esta senda podíamos observar más cerca que nunca a estos rollizos roedores, pudiendo fijarnos en las poderosas zarpas delanteras adaptadas a la excavación, y en las pequeñas orejas y en los ojos ubicados en la parte superior de la cabeza, muy cerca de la plana frente, reduciendo al máximo la parte de sus cabezas que exponen al asomarse a las bocas de su guaridas subterráneas a algún predador que acechara en las inmediaciones. Con frecuencia se yerguen apoyándose sobre sus extremidades posteriores cuando algo les llama la atención. David consiguió aproximarse bastante a uno de estos centinelas, pero sin pasarle inadvertido, pues antes de retirarse, le lanzo dos potentes silbidos, mientras todavía aguantaba en su posición.

Marmota

     Al llegar a la estación de esquí volvimos a ver al águila culebrera, o tal vez otra distinta a la que vimos por la mañana, a saber, pero al igual que los cernícalos que también prospectaban el área, nos demostró que poco tiene que envidiar a los pequeños halcones en cuanto a su habilidad para cernirse, a pesar de la considerable mayor talla que ostenta el águila encapuchada. Y también volvimos a ver por aquellos pastizales, antes de llegar adonde habíamos dejado el coche, a las collalbas, las tarabillas y las urracas.

(*) Fotografías: gentileza de David Gómez.
                                                                                                

Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Marmota Alpina (Marmota marmota)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)
  • Culebrera Europea (Circaetus gallicus)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Halcón Peregrino (Falco peregrinus brookei)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Mirlo Acuático (Cinclus cinclus)
  • Colirrojo Tizón (Phoenicurus ochruros)
  • Tarabilla Norteña (Saxicola rubetra)
  • Collalba Gris (Oenanthe oenanthe)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Corneja Negra (Corvus corone)
  • Pardillo Común (Carduelis cannabina)
  • Escribano Cerillo (Emberiza citrinella)
  • Lagartija de Turbera (Zootoca vivipara)

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