martes, 8 de diciembre de 2015

REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE LA SIERRA DE ANDÚJAR

     Hace un par de días que Elena, Manu y yo hemos vuelto a acompañar a Laura por los mismos sitios en los que estuvimos hace unas tres semanas, para que realizara un reportaje fotográfico para el trabajo sobre el que se estuvo documentando entonces de la Sierra de Andújar como destino turístico. Pero esta vez completamos el recorrido, mostrándole otras zonas, que la vez anterior, por falta de tiempo, no pudimos ir.
     Iniciamos nuestra ruta por Los Cerrillos, que ya saliendo de Andújar, antes de llegar a la zona, nos ofrecían una angostada imagen de verano en pleno Diciembre, teñidos por oscuras tonalidades de ocre y marrón. La causa, la total ausencia de lluvias en más de un mes, junto a temperaturas más elevadas de lo que es (o era) habitual.
     Encontramos no obstante un considerable número avefrías asentadas en el ondulado paraje, a las que paramos a ver por la curiosidad que despiertan en quienes solo tenemos oportunidad de observarlas en invierno cerca de casa. Había también lavanderas blancas, “pajaritas de las nieves”, que aunque difícilmente llegue a nevar en estas latitudes, y a tan bajas altitudes (menos de 300 metros), se las considera aves mensajeras del frío, aún cuando algunas de ellas crían y viven de manera permanente en las riberas próximas. Las tarabillas comunes, posadas en las alambradas o en los tamujos, el colirrojo tizón, y los bisbitas pratenses, moviéndose entre la hierba, completan el elenco de aves invernantes en el lugar, mezcladas con las residentes como los estorninos negros, dispersos por el prado, las blanquinegras urracas, y las cogujadas comunes, agolpadas en un pequeño grupo más compacto. Vimos también un alcaudón real, que se alejó desde el tamujo donde estaba apostado hasta una alambrada.

Vista panorámica de la Sierra de Andújar

     Atravesando el monte bajo de encinar conforme ascendíamos, pasaban rabilargos sobre la carretera. Paré a ver unos estorninos negros en las ruinas de una casa, y mientras pasó volando un zorzal común.
     Sonaban los pitidos del pico picapinos en el umbrío pinar por el que caminábamos hacia la piscina de la vieja casa, y acabamos viendo fugazmente el ondulante vuelo de este pájaro carpintero. La piscina mantenía más o menos el mismo nivel de agua. Pero en esta ocasión solo encontramos un par de gallipatos, y ningún tritón, aunque también había tres pequeñas ranas. Manu, un gran entendido en setas, no hizo fijarnos en un par de concentraciones de Leocarpus fragilis, un pequeño hongo que prolifera a modo de diminutas bolitas entre las acículas de pino caídas en el suelo, y también encontró un ejemplar de Mycena pura y un yesquero del pino (Fomitopsis pinicola). Las rúsulas que asomaban sobre la densa capa de pinocha, estaban desecadas debido a la completa falta de lluvia.

Un par de metamorfos de rana verde ibérica

     Siguiendo nuestro itinerario por las Viñas, llegamos hasta otro rincón en el que se abre el paisaje a la vista, a través de una vaguada donde en la ladera de la solana crecen los pinos piñoneros entre grandes bolos graníticos, y en la de la umbría se elevan las encinas sobre el matorral, y en la hondonada el otoño tardío da sus pinceladas de amarillo en unos chopos. Al llegar, podíamos oír el canto de las perdices, que salieron volando al asomarnos a este balcón natural. También se escuchaba al mirlo. Recogí un poco de la mucha basura que por desgracia queda abandonada en la zona. Manu, por su parte, nos mostró un champiñón (Agaricus sylvaticus) que encontró, de olor anisado y rubescencia (tendencia al rojo).
     En vez de tirar para La Lancha, como la ocasión anterior, nos dirigimos primero hacia la Recta de Lugar Nuevo, donde hicimos un breve recorrido, y luego hacia el Encinarejo, con la intención de hacer más completa la visita guiada a Laura. Momentos antes de cruzar el puente de hierro sobre el Río Jándula, nos topamos con un joven vareto de gamo en la carretera, que no podía huir hacia el monte por las vallas.

Joven gamo, atrapado entre la carretera y una malla cinegética

     Nuestra primera parada por el Encinarejo fue en el mirador, donde hace unos años, por estas épocas en las que da comienzo el celo del lince, solía haber algún naturalista en paciente espera, probando a la suerte. Pero parece que el felino mediterráneo se ha rarificado aún más en el lugar, que a día de hoy los naturalistas prefieren “las curvas de La Lancha”, por lo que estuvimos allí solos, tranquilamente un rato. Nada más llegar, un cormorán emprendió el vuelo. Descubrimos una garza real, casi invisible, posada entre las deshojadas ramas de los fresnos, que también se fue volando al cabo de un tiempo. Podían oírse los arrullos de las torcaces, y alguna se vio en vuelo. Y a lo lejos, vimos a los buitres leonados.
     También estuvimos un rato por la zona de la presa, donde desde el puente estuve viendo a los inquietos mosquiteros revolotear entre las piedras del río y las ramas de los sauces de la orilla. Y mientras pasaron algunos grupos de cormoranes.

Río Jándula


Macrolepiota sp.
     El siguiente sitio al que fuimos fue a una de las playas del Embalse del Encinarejo, donde también recogimos algo de la basura que la gente deja abandonada en el campo. Encontramos Amanita muscaria formando un extenso corro de brujas bajo los grandes eucaliptos. Esta especie de hongo no micorriza con esta especie de árbol, sino con encinas, lo que nos indica que la arboleda natural que allí debía encontrarse es el encinar. Junto a ellas también crecían Pisolithus arhizus, cuya seta no tiene la forma típica, sino que se asemeja más a una bola. Cerca de allí, encontramos un par de parasoles (Macrolepiota sp.), sin abrir, y que debido a la sequía, posiblemente ya no lo hagan.

Amanita muscaria














     De vuelta, paramos en el camino para mirar una altanera águila imperial que cicleaba sobre el pinar. Hicimos una última parada en el área del Encinarejo, donde están los inservibles observatorios de Doña Rosa y Los Lastrones, por su ineficaz función e incómodo diseño, y lo mal ubicados que están. Al llegar, pudimos ver como alzaba el vuelo un cormorán, golpeando el agua con las alas al despegar. Y al águila que habíamos visto viniendo, se le sumó otra más que podíamos ver desde aquí. Antes de salir de nuevo a la carretera, pudimos ver un conejo que se escondió bajo unas zarzas.
     Nuestra siguiente etapa del recorrido transcurrió por el camino de La Lancha, donde nada más pasar las Viñas vimos un pequeño bando de gorriones, y de ahí en adelante no faltaron urracas, rabilargos, algunos pinzones, unos zorzales charlos y un grupo de totovías. Pero sobre todo dedicamos nuestras paradas a los gamos y a los ciervos. En una de esas paradas que dedicamos a los ciervos, vimos también una abubilla. Había también bastante tráfico por el camino. Y como si fuéramos repitiendo la misma rutina que la ocasión anterior, paramos a almorzar cerca de la tumba que hay junto al camino, donde un petirrojo se volvió a dejar ver, como aquella vez. Encontramos en “las curvas” bastante concurrencia de gente ya, esperando que la suerte les sonría y se deje ver el lince.
     Paramos en La Lancha antes de bajar al Embalse del Jándula, y anduvimos un rato por el viejo poblado. Sobre los altos eucaliptos vimos unos picogordos, y entre las ruinas del poblado encontramos un sapo corredor. Había también algunos estorninos, a los que podía oírseles la variedad de voces que pueden emitir. Al asomarnos al borde de un talud desde el que se contempla una panorámica del valle por el que discurre el Río Jándula, asustamos a unas perdices que levantaron el vuelo dejando oír su reclamo de alarma. Era llamativo ver en flor algunos romeros y cantuesos por el entorno. Manu encontró unas setas de cardo (Pleurotus eryngii ferulae) por las cercanías.

Sapo Corredor
Flor de cantueso































     Cuando llegamos al pantano, dejamos el coche, cruzamos  andando la presa, y atravesamos el túnel. Pude ver algún que otro colirrojo en el entorno de la presa, sobre la que estaban concentrados en gran número los aviones roqueros.
     Paseando hacia el Mirador del Rey, en las últimas horas de la tarde, podían verse pasar algunos cormoranes. Se oyeron los graznidos de la chova piquirroja, y pude localizarla volando sobre la presa. En la orilla del otro lado, de nuevo nos faltaron las cabras en la inmensa pared de granito. Ladera arriba por donde discurre el sendero, las cornicabras, salpicadas como manchas amarillas, naranjas o rojas entre los siempre verdes acebuches, labiérnagos, y sus primos los lentiscos, nos indican que estamos ya a finales del otoño. No así la temperatura, que resultaba agradable incluso para estar apunto de oscurecer. De vuelta al coche empezó a ulular el búho real, al que estuvimos un rato escuchando mientras las últimas luces de la tarde se iban disipando.

Embalse del Jándula

     A la vuelta, paramos por última vez un rato en la zona de “las curvas”, donde estuvimos escuchando berrear con fuerza a algún ciervo. Pero nuestra atención estaba puesta en el cielo. Le explicamos a Laura que toda Sierra Morena, fue declarada Reserva Starlight, la más extensa del planeta, lo que significa que es un lugar idóneo para la observación astronómica por la calidad de su cielo, en el que afortunadamente hay muy poca contaminación lumínica. Y sin que todavía hubiese oscurecido completamente, ya se apreciaba la Vía Láctea. Además podía verse con claridad Casiopea, el Cisne y el Delfín.
     Y de nuevo nos volvimos a encontrar con el molesto obstáculo que suponen las vallas a los grandes animales de interés cinegético. Acorralado en el camino por las vallas que hay a ambos lados, nos topamos con un ciervo que trataba de huir desesperadamente del coche, al que solo pude dejar atrás, cuando se apartó lo bastante de la pista.

Fotografías: gentileza de Laura Plaza.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Avefría Europea (Vanellus vanellus)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Búho Real (Bubo bubo)
  • Abubilla (Upupa epops)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Cogujada Común (Galerida cristata)
  • Totovía (Lullula arborea)
  • Avión Roquero (Ptyonoprogne rupestris)
  • Bisbita Común (Anthus pratensis)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Colirrojo Tizón (Phoenicurus ochruros)
  • Tarabilla Común (Saxicola torquatus)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Zorzal Común (Turdus philomelos)
  • Zorzal Charlo (Turdus viscivorus)
  • Mosquitero Común (Phylloscopus collybita)
  • Alcaudón Real (Lanius meridionalis)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Chova Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Picogordo (Coccothraustes coccothraustes)
  • Gallipato (Pleurodeles waltl)
  • Sapo Corredor (Epidalea calamita)
  • Rana Verde Ibérica (Pelophylax perezi)

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