sábado, 22 de diciembre de 2012

DE MARCHA SENDERISTA POR DESPEÑAPERROS: EL RÍO DE LA CAMPANA Y LA CUEVA DE LOS MUÑECOS

     Después de un tiempo de inactividad, ayer retomamos Merche, Azu y yo a nuestra tarea de reconocimiento de senderos para Educación Ambiental. Nos dirigimos a Despeñaperros para terminar con los dos que aún nos quedaban allí: El Río de la Campana y La Cueva de los Muñecos. Puesto que no son muy largos, recorrimos los dos ayer mismo.
     De camino hacia el área recreativa de La Aliseda los rabilargos eran las aves que se dejaban ver por el entorno. Allí parte y allí acaba el sendero del Río de la Campana que discurre paralelo y cercano al cauce. Pero antes de iniciar el recorrido del sendero, dimos una vuelta por el área recreativa. Se trata de un enclave privilegiado, que por desgracia está muy descuidado, con las pocas papeleras que tiene, que o bien están rotas, o bien saturadas de basura debido a que no se vacían con frecuencia.

Sendero del Río de la Campana
     Un pico picapinos emitía sus notas monosilábicas oculto en algún lugar del bosque, que poco después lo vimos volar al cruzar el gran claro del área recreativa. Salvo el pájaro carpintero, la calma parecía imperar en la mañana del último día del otoño, hasta que irrumpió en el lugar una bandada de lúganos que se movían entre las desojadas ramas de los alisos del río.
     Empezamos el recorrido por la parte más alta, entre encinas y pinos, para volver por la más baja y cercana al río, bajo un denso pinar y los árboles de la ribera. Ese segundo tramo del sendero comienza en un pequeño llano en el crecen dos fresnos enormes, junto al puente por donde va la carretera que cruza el río, además de unos grandes pinos piñoneros mezclados con unos altos cedros. Caminando por esta segunda parte del sendero, en el mismo sentido en que corren las cristalinas aguas del estrecho río, pudimos ver un mirlo en la orilla de en frente. Y por el mismo cauce revoloteaba una lavandera cascadeña.

Río de la Campana














     Volvimos a La Aliseda de donde partimos hacia el inicio del Sendero de la Cueva de los Muñecos. Antes de llegar al lugar ya se podían descubrir las siluetas de los buitres en su vuelo planeado. Este sendero parte de un museo, actualmente cerrado, y aunque es lineal tiene la peculiaridad de estar dividido en dos tramos opuestos, uno llamado Cerro del Castillo que sube a la cima de un monte donde yacen las ruinas de un antiguo poblado íbero, y otro que baja a la Cueva del Collado de los Jardines, conocida como Cueva de los Muñecos. Nosotros acometimos primero la subida al Cerro del Castillo, y bajamos después a la Cueva de los Muñecos. Junto al Centro de Interpretación del Patrimonio Histórico, edificado sobre un antiguo aprisco, vimos un par de zorzales comunes.

El Cerro de los Órganos contemplado desde la cima del Cerro del Castillo

     La senda sube al principio a través de un encinar que pronto da paso a un área desarbolada en la que aflora la roca desnuda. Desde esta zona despejada, al echar la vista atrás y a pesar de la luz tan dura que había, podíamos ver la umbría del monte de en frente por donde trepa un denso encinar mezclado con quejigos y cornicabras, vestidos de tintes anaranjados y rojizos respectivamente. Los buitres leonados no volaban demasiado lejos sobre nuestras cabezas. Entre las ruinas de la cima pudimos descubrir unos pocos verdecillos, y al coronar lo más alto se nos abre el campo de visión abarcando el paisaje de Despeñaperros y de Monumento Natural de Los Órganos.

El roquedo de la Cueva de los Muñecos
     La bajada la cueva de los Muñecos, por el contrario, atraviesa la espesura del encinar, que solo se abre al llegar a la ubicación de la cueva, donde realizaron distintas excavaciones arqueológicas en las que se hallaron miles de figuras y exvotos ofrecidas a los dioses. Entre las encinas se mezclan alcornoques, y aparecen lentiscos, cornicabras, enebros de la miera y arces de Montpellier, de porte espectacular algunos ejemplares de estas dos últimas especies, de aspecto arbóreo más que arbustivo. Al llegar a la grieta de la cueva, se siguen viendo los planeos de los buitres. A la vuelta, ascendiendo hacia el museo, descubrimos al trepador azul en sus correrías verticales por los troncos de los árboles, que previamente se había delatado su potente trino.
     Para almorzar elegimos volver a La Aliseda, donde nuevamente observamos nomadeando por la zona al cuantioso bando de lúganos que vimos en la mañana.

(*) Fotografías: gentileza de Mercedes Coco.


Lista de Aves Observadas (Orden Sistemático):

  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Lavandera Cascadeña (Motacilla cinerea)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Zorzal Común (Turdus philomelos)
  • Trepador Azul (Sitta europaea caesia)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Verdecillo Común (Serinus serinus)
  • Lúgano (Carduelis spinus)

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