domingo, 3 de diciembre de 2017

MAULLIDOS AL ANOCHECER

     Salimos ayer Raimundo y yo para dar una vuelta por la Sierra de Andújar. El rincón elegido, como casi siempre fue La Lancha, y sobre todo porque, aunque aprovechamos incluso la noche, habíamos quedado algo tarde en la mañana. En nuestra mente y en nuestras conversaciones estuvo muy presente nuestro reciente viaje a la Sierra de la Culebra.

Detalle de la cabeza de un ciervo
     De camino hacia el punto de encuentro, me fije en las avefrías esparcidas por los campos de cultivo, acompañadas por los negros estorninos. La imagen que ofrece la sierra es bastante seca en general, sin apenas pasto verde cubriendo el suelo, e incluso con encinas secándose en alguna zona. No titubeamos demasiado en decidir ir a La Lancha, y por el camino miraba con cierto interés a los pinzones, esperando descubrir algún real entre los comunes. Urracas, rabilargos, y algún lejano buitre fueron el resto de aves que se dejaron ver durante el recorrido. Y tampoco faltaron ciervos y algún gamo.

Ciervo macho

     La mayor parte del día la invertimos en la espera en las curvas. Oímos a los rabilargos y a las urracas, y los descubrimos, pero no delataban a nadie. Encontramos algunos ciervos en nuestros barridos con los prismáticos sobre el terreno a lo largo de casi toda nuestra estancia allí. Sobre el cable de un tendido eléctrico localizamos al macho azul del roquero solitario. A menudo se oía al petirrojo, y de vez en cuando a la curruca cabecinegra, dejándose ver más tarde al menos un petirrojo más un macho de curruca cabecinegra. Raimundo divisó una altanera águila imperial, a la que previamente escuchamos, volando al lado de dos buitres leonados. También asomó un mirlo macho que se apresuró a ocultarse en un lentisco, además de algún que otro colirrojo tizón que se movía entre las rocas y por el suelo. Y cada vez que escuchaba el reclamo de la curruca rabilarga entre los arbustos próximos al carril, no podía evitar acordarme de aquella pista forestal en la Sierra de la Culebra, porque era precisamente esta pequeña ave siempre emboscada, una de las que ponía el sonido a nuestras esperas de lobo allí.
     Raimundo divisó un conejo que a mí no me dio tiempo a ver. Unas pocas perdices se pasearon por un camino privado, del interior del sitio que observábamos detenidamente. A primeras horas de la tarde, empezaron a pasar buitres leonados, aunque bastante altos en su mayoría, y junto a ellos, también algunos negros. Mas cerca, nos sobrevolaban unos aviones roqueros. Pasó un pequeño bando de torcaces, y compacto grupo de estorninos que se movía por allí, fue a pararse en la copa de una encina. Cantó una chova piquirroja, y descubrimos su negra silueta recortada en el azul cielo.
     Con la caída de las horas vespertinas se oían el choque de las cuernas de un par de ciervos, que pese a la cercanía, el accidentado terreno nos impedía verlos. Empezaron las llamadas de los mochuelos, contestándose entre ellos. Pero sobre los maullidos de los mochuelos, se impusieron otros con un cierto tono rugiente. Se trataba de un lince que estaba en las proximidades, y que para despajar cualquier duda que tuviéramos al respecto, volvió a entonar una segunda vez su desgarradora voz, rompiendo el silencio que se había hecho en esos instantes en los que aguardábamos con tensión que apareciese. Pero tras esa segunda secuencia de maullidos, sólo quedó eso, el silencio, además del frío y la casi total oscuridad impuesta por la noche incipiente. En cierto modo, me recordó a mi primera observación de lince, que fue únicamente acústica, una mañana de enero de 2008, en el Encinarejo, y que me quedé con las ganas de verlo.
     De noche, con la luna prácticamente llena, seguimos el camino hasta el Embalse del Jándula. La luz de la luna reflejaba perfectamente las paredes desnudas y blancuzcas del cuenco de un embalse que se halla casi vacío de agua. Esperábamos escuchar al búho real, pero allí sólo vimos unas cabras, en las rocas de las inmediaciones. Pasamos al otro lado del túnel, que usaba para dormir una hembra de colirrojo tizón. Entre las grietas del techo descubrimos algunos murciélagos, entre ellos el ratonero grande, y el de cueva. No nos quedamos demasiado tiempo allí, para no molestar y evitar que emprendieran el vuelo. Al salir del túnel nos encontramos con una garduña que con tremenda agilidad, se apresuró a huir por la pared rocosa. A la vuelta vimos algunos ciervos junto al camino, y se son cruzó de cerca una piara de siete u ocho jabalíes, que aunque alguno destacaba más sobre el resto, eran todos bastante grandes en general, o esa es la sensación que nos dieron.

(*) Fotografías: gentileza de Raimundo Gómez.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):
                                                                                           
  • Murciélago Ratonero Grande (Myotis myotis)
  • Murciélago de Cueva (Miniopterus schreibersii)
  • Conejo Europeo (Orytolagus cuniculus algirus)
  • Garduña (Martes foina)
  • Lince Ibérico (Lynx pardinus)
  • Jabalí (Sus scrofa)
  • Cabra Montés (Capra pyrenaica hispanica)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Avefría Europea (Vanellus vanellus)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Mochuelo Europeo (Athene noctua vidalii)
  • Avión Roquero (Ptyonoprogne rupestris)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Colirrojo Tizón (Phoenicuros ochruros)
  • Roquero Solitario (Monticola solitarius)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Curruca Rabilarga (Sylvia undata)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Chova Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)

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