martes, 4 de enero de 2005

JORNADA DE CAMPO EN LA SIERRA DE ANDÚJAR

     La Sierra de Andújar, declarada Parque Natural en 1989, forma parte de Sierra Morena, y su principal valor ecológico reside en la diversidad de fauna silvestre que alberga. Es el espacio natural que más cerca tengo de donde vivo, y por tanto al que más veces voy. Pero desde el verano pasado, a raíz de participar en un Voluntariado Ambiental sobre el lince ibérico, he empezado a conocerlo y a apreciarlo la de manera distinta. Siempre me ha interesado la Naturaleza, y especialmente los animales, pero muy pocas veces, hasta entonces, había tenido la oportunidad de observarlos libres, en su hábitat natural. Y desde que he comenzado a conocer a otras personas que comparten esta apasionante afición, he empezado a poner en práctica mis conocimientos teóricos, y a seguir aprendiendo para ampliarlos.
     Mi compañero de clase, y amigo, Antonio Ibarra es también mi habitual compañero de salidas naturalistas, de quien he tomado el buen ejemplo de coger notas de campo sobre nuestras observaciones. Dedicamos, cuando podemos, largas e intensas jornadas a recorrer la sierra de arriba a abajo con la idea en mente, aunque a veces no lo admitiésemos, de encontrarnos al escaso y esquivo lince. Hasta ahora no hemos tenido suerte, pero entre tanto hemos podido disfrutar observando otros animales. Y una de esas destacadas jornadas ocurrió en estos primeros días del año. La verdad ya que ninguno de los dos somos demasiado fiesteros, no se nos ocurrió mejor manera de empezar el año que yéndonos al campo.

Sierra de Andújar. Más del 95% de su territorio es privado, ocupado
por fincas cuyo principal aprovechamiento es la caza mayor, y que
aparecen cercadas, estropeando no sólo visualmente el paisaje, sino
también dificultando los desplazamientos de la fauna silvestre.

     Fui a recoger a Antonio a su casa en Linares a primeras horas de la tarde del pasado sábado. Fuimos hacia Baños de la Encina, para coger desde allí un carril que conduce hacia la Sierra de Andújar. Pronto se hace de noche en los primeros días del invierno, de modo que esencialmente hicimos una ruta nocturna. Tan sólo nos dio tiempo a ver aún con luz al comenzar nuestro recorrido estorninos negros y algunas tórtolas turcas en los tendidos eléctricos por la zona de olivares, así como lavanderas blancas por la carretera, y unas urracas y una abubilla ya en los encinares aclarados.
     Hicimos una corta parada en el Embalse del Rumblar, donde vimos algunos cormoranes grandes. Cuando retomamos la marcha se nos cruzó un mirlo ya con las últimas luces del día. Unos pocos ciervos es todo cuanto vimos durante el resto del camino, gracias a los faros del coche, hasta llegar al cruce de Los Escoriales. Allí, hicimos una parada, para a ver si escuchábamos alguna rapaz nocturna, y nada, no hubo suerte.
     Desde allí tiramos hacia el Embalse del Jándula, viendo algunos ciervos más durante el recorrido, pero además se nos cruzó un zorro llegando casi al viejo poblado deshabitado de La Lancha. Antes de cruzarnos con el zorro, habíamos hecho otra parada, pero tampoco conseguimos oír nada. Quizás el frío nos quitaba las ganas de aguantar demasiado tiempo fuera. Pero en la parada que hicimos al lado de la aldea del pantano, sí que logramos escuchar al cárabo. Y desde la presa, en otra espera que hicimos para escuchar los sonidos de la noche conseguimos oír cantar a un remoto búho real.
     De regreso, fuimos más directos hacia Andújar, sin detenernos a hacer escuchas, pero sí que le dedicamos paradas a algunos de los animales con los que nos encontramos. Poco después de haber dejado atrás La Lancha, sobre un poste intuimos la silueta de una gran rapaz nocturna que no podía ser otra que el búho real. Aprovechando el desnivel de la ligera pendiente por la que subíamos, intenté con distintas maniobras del coche alumbrarlo para conseguir verlo mejor. Pero no logré nada, y al final el gran duque desplegó sus alas para lanzarse en vuelo hacia el lado contrario adonde estábamos. Además de los ciervos, más adelante nos topamos con dos muflones machos en el camino, que durante un rato estuvieron recorriéndolo a la carrera en nuestro mismo sentido, queriendo alejarse del coche, a pesar de haber disminuido la velocidad, para permitirles apartarse. Finalmente, de un tremendo salto desde el mismo carril, rebasaron la valla cinegética que se interponía. Y poco antes de llegar a las Viñas de Peñallana, vimos un mochuelo en la alambrada junto a la carretera, que enseguida levantó el vuelo al ver aproximarse el coche.
     El día siguiente, el domingo, lo dedicamos por entero a campear. Salimos de mi casa hacia la sierra por la Carretera de la Cadena. Fuimos a una vieja piscina abandonada que conozco, donde encontramos un tritón pigmeo. Era un macho que ya estaba en fase acuática, desarrollando sus crestas para el celo. De camino, antes de llegar, habíamos visto estorninos negros, urracas y lavanderas blancas por un espacio abierto de pasto para el ganado vacuno, y rabilargos y tórtolas turcas al pasar por el apretado monte bajo de chaparros que poco antes de las Viñas de la Alcaparrosa. Por el pinar de los alrededores de la piscina vimos algún que otro carbonero común y un pico picapinos. En una zona despejada desde la que teníamos amplias vistas de la sierra, donde estuvimos un rato antes de proseguir nuestro camino, vimos pasar palomas torcaces.

Macho en celo de Tritón Pigmeo

     Retomamos nuestro camino hacia el Encinarejo. Por la carretera vimos pinzones, más algún mirlo que se nos cruzó. Pero antes de ir al Encinarejo, hicimos otra corta parada en un lugar con buenas vistas, donde tan solo vimos unas pocas perdices dejarse caer ladera abajo, mientras emitían su señal de alarma. Una vez en el Encinarejo elegimos para comer el punto donde más se eleva el carril del área recreativa que hay en la margen derecha del Río Jándúla, donde visualmente se puede controlar un amplio terreno, que a menudo eligen los naturalistas para esperar el lince. La suerte no nos acompañó, pero logramos ver un águila imperial en vuelo, aunque fuese de lejos. Además, en el rato que estuvimos, se acercó en repetidas veces un petirrojo por las inmediaciones, y pasaron cormoranes, algunos ánades reales, una garza real en vuelo, y una gallineta que vimos nadando por el río, junto a la otra orilla. Y en las alomadas dehesas al otro lado del río, vimos ciervos. Regresando hacia la carretera, por el carril, vimos algún conejo y rabilargos.
     Tiramos hacia el norte por la carretera, viendo sobre todo ciervos en los que cada vez nos fijábamos menos. Pero también vimos unos pocos gamos. Además llegamos a ver torcaces, perdices, urracas, mirlos y pinzones desde la estrecha carretera, bien cuando íbamos en marcha o en algún momento en el que hubiésemos parado. El último sitio donde nos detuvimos, y donde dimos la vuelta antes del anochecer, nos vimos sorprendidos por un numeroso grupo de buitres leonados, que además no volaban muy altos. Y entre ellos, conseguimos ver un buitre negro. A pesar de ser nuestro primer buitre negro, comprobamos que se trataba de un joven, por su oscuro plumaje, que pudimos ver con la suficiente claridad al pasarnos por encima tan relativamente cerca. Se nos hizo de noche volviendo por la carretera.
     Volvimos de noche al Encinarejo, pero esta vez en lugar de hacer el recorrido en coche, lo hicimos andando, y sin linternas. El camino se intuía sobradamente. Caminando bajo la fresneda llegamos a escuchar la llamada de al menos tres cárabos distintos, y arriba, en el mirador, oímos la del búho real, lejana.
     Alargamos nuestra ruta nocturna en coche hasta La Lancha. De camino vimos ciervos cercanos al camino, que al acercarnos, iluminábamos con las luces del coche, y se cruzó también algún conejo. Pero lo más espectacular de todo fue el animal al que le vimos brillar los ojos entre el pasto de la cuneta izquierda de la pista. En cuanto vimos esos ojos que reflejaban la luz del coche, me detuve. No sabíamos lo que era, y pensé que lo más probable es que el animal se fuera hacia la izquierda, perdiéndose en la oscuridad sin darnos la posibilidad de verlo. Pero afortunadamente me equivoque, y el animal atravesó la pista, sin demasiada prisa, de izquierda a derecha, y ante nosotros se descubrió nada menos que ¡una gineta! Al llegar al margen derecho, el pequeño carnívoro moteado brincó al tronco de una encina, trepando hasta la horquilla donde se bifurcaban las dos principales ramas, para descender casi acto seguido a tierra, y continuar su rutina desapareciendo en la noche. Alucinamos con este inesperado y grato avistamiento del elegante vivérrido de cola anillada.
     No llegamos al embalse como la noche anterior, sino que dimos la vuelta poco antes de llegar al poblado porque se nos iba a hacer demasiado pesada la jornada. Volviendo, por el mismo camino, vimos algunos de los únicos animales que casi pueden asegurare que se verán cuando se visita la Sierra de Andújar, más ciervos.

(*) Fotografías: gentileza de Antonio Ibarra.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Conejo Europeo (Orytolagus cuniculus algirus)
  • Zorro Rojo (Vulpes vulpes)
  • Gineta (Genetta genetta)
  • Muflón (Ovis ammon)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Ánade Azulón (Anas platyrhynnchos)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Gallineta Común (Gallinula chloropus)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Búho Real (Bubo bubo)
  • Mochuelo Europeo (Athene noctua vidalii)
  • Cárabo Común (Strix aluco sylvatica)
  • Abubilla (Upupa epops)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Petirrojo Europeo (Erthacus rubecula)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Rabilargo (Cyanopica cyanus cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Tritón Pigmeo (Triturus pigmaeus)

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