viernes, 18 de marzo de 2016

CAMINO DE LA LANCHA

     Ayer echamos el día Raimundo y yo en la sierra. Y aunque no vimos el lince, la jornada no desmereció la pena, pues disfrutamos de la transición del invierno a la primavera, plasmado no solo en el paisaje, sino también en las aves migradoras, viajeras que llegan, unas simplemente pasajeras, y otras que pronto se irán, más las que usualmente permanecen en estos montes.
     Por la carretera vimos una abubilla, rabilargos, urracas y algún que otro mirlo. Nuestras primeras paradas no se producen hasta que no pasamos las viñas, y empezamos a recorrer el camino al Embalse del Jándula. La primera se la dedicamos a un triguero posado en una alambrada, que no aguantó demasiado al pararnos a su lado. Había alguno más por la zona, del que oíamos su repetitivo tono a través de las ventanillas del coche. También se movían urracas por los prados cercanos, y una abubilla que se alejó volando. Esta parada nos permitió ver pasar un cuco. La siguiente parada, más adelante, fue para ver tres gamos lejanos. Íbamos recorriendo el camino lentamente que de vez en cuando deteníamos la marcha por unos momentos para mirar los zorzales charlos, los mirlos, las perdices, las palomas torcaces, las urracas o los rabilargos que se movían por las dehesas colindantes al camino. Ello también nos permitía ver a los altos buitres o a pequeños pájaros, como las golondrinas comunes revoloteando sobre el camino, algún petirrojo y un par de herrerillos que cruzaron el camino, de una encina a otra, a los que pudimos oír cantar.
     Hicimos algunas paradas en las curvas en las que dedicamos más tiempo, hasta la hora de comer, a buscar en el paisaje al lince. Nos parecía un poco raro que no hubiéramos visto ni un ciervo en el camino, ni localizásemos ninguno en toda la mañana. Predominaban los arrullos de las palomas y el cuchicheo de la perdiz, a los que de vez en cuando se sobreponían los pitidos del pito real, o los voceríos de los rabilargos y las urracas que deambulaban por las lomas. También se oyó al mosquitero común. Las golondrinas dáuricas hacían incursiones por la zona, oyéndoselas parlotear. Y entre tanto pasaban buitres leonados, y a veces negros, navegando en las corrientes de aire.

Lagartija Ibérica

     Más adelante, paramos unos instantes para ver una pareja de escribanos montesinos que se desplazaba por el suelo, y justo al detenernos de nuevo para bajarnos a observar el área, se cruzó un pito real. Se añadieron los verdecillos y el carbonero con sus cantos a lo que ya se oía. A veces también se escuchaba al mochuelo o el reclamo de la curruca cabecinegra. Vimos en una piedra solearse a una lagartija ibérica. Y continuaban viéndose los buitres pasar. También pasaron unos veloces jilgueros, a la par que cantaban volando. Soplaba el aire, y parecía que costaba aclimatarse, pues expuestos al sol hacía calor, y bajo las escasas sombras refrescaba después de un rato.
     Al volver a cambiarnos de sitio, sorprendimos a una gran culebra de herradura cruzando la pista. Fue donde más rato pasamos, contemplando el entorno, mientras proseguía la orquesta de las aves cantoras ya descritas, y el paso, a cuenta gotas, de los buitres. Lejos, podía oírse de vez en cuando la voz del cuervo, mientras por las proximidades se movían unas chovas. Entre jaras y romeros se descubrió la curruca cabecinegra, y se también se dejó ver el petirrojo. Apareció por allí el cernícalo. Y de repente surgieron tras los cerros, como centellas, una pareja de cuervos pisándole los talones a un águila imperial, graznando simultáneamente ambas especies, en una alocada persecución. Fue persistente el lance de los cuervos contra la rapaz, abandonando primero uno, mientras el otro miembro de la pareja aún seguía marcando al águila, echándola cada vez más lejos.
     Cuando estábamos barajando la idea de cambiar de lugar para almorzar, vimos dos águilas imperiales, volando altas, una joven y otra adulta. Próximos a ellas, cicleaban varios milanos negros. Y casi a la vez, divisamos al frente un águila culebrera. Más allá del águila culebrera, volaba otro pequeño grupo de milanos negros, pero fue la culebrera la que estuvo acaparando nuestra atención durante un buen rato, con sus vuelos prospectores sobre la zona y sus repetidos cernidos, hasta que dejó de verse. Entre tantas rapaces que casi podíamos observar simultáneamente, casi pasaban inadvertidos los aviones comunes que también sobrevolaban el lugar. Pero lo más extraño de todo era que no habíamos visto ningún ciervo, ni durante el camino ni en las paradas en las curvas.

Águila Culebrera

     Bajamos a comer al Mirador del Embalse del Jándula. De camino nos fijamos en el alcaudón real, que vigilaba su territorio desde un tendido. Al llegar al mirador vimos unos colirrojos tizones, cerca de donde dejamos el coche. Nos amenizaba la comida un carbonero común cantado desde un árbol próximo.
     Antes de bajar hasta la presa hicimos un alto en el camino, para asomarnos a contemplar el valle por donde discurre el Jándula, aguas abajo del dique. Pasó una chova, volando casi a nuestra altura, lo que nos permitió verla casi de frente. Se manifestó acústicamente el águila imperial, y no tardó mucho en dejarse ver una pareja volando sobre los eucaliptos.
     Bajando hacia la presa, paramos para mirar a un pito real posado en la rama de un pino, que previamente se había delatado al volar. Desde la presa vimos a la pareja de chovas, posadas en un talud, hasta alzar el vuelo entre sus graznidos. Volaban en los alrededores de la presa varios aviones.
     Tras un tiempo por las cercanías del embalse, volvimos a las curvas. Vimos otra vez al alcaudón real a la vuelta, y poco más adelante paramos al ver una culebra reptando por la pista. Al detenernos, también se quedó inmóvil el ofidio, y pudimos ver que se trataba de una culebra bastarda. Tras un tiempo de espera, se dio la vuelta, sin terminar de cruzar el carril. Si raro es que se te crucé una serpiente, más lo es poder ver dos en el mismo día.

Culebra Bastarda

     Permanecimos el resto de la tarde por la misma zona, viendo los buitres, y desde donde descubrimos un roquero solitario cuya figura destacaba sobre el bolo granítico en el que estaba posado. De nuevo se dejaron ver el águila imperial, la culebrera y el cernícalo, en diferentes momentos, mientras repetían las golondrinas dáuricas, dando pasadas de vez en cuando por allí, o las palomas pasando velozmente. Por fin empezamos a ver los primeros ciervos, a lo lejos. Urracas y rabilargos se desplazaban de un lugar a otro. Se acercó un petirrojo por donde estábamos, y un paseo por las inmediaciones se dejo ver una curruca cabecinegra. Unas perdices salieron volandas alarmadas. También a lo lejos pudimos ver una piara de jabalíes, compuesta por tres adultos y cuatro rayones. El viento nos traía a los oídos los arrullos de las torcaces, los cacareos de urracas y rabilargos, y los maullidos del mochuelo, a veces con no demasiada nitidez dependiendo de hacia donde soplara el viento o hacia donde dirigíamos la vista en un determinado momento. Entre ellos se colaron, por un instante, otros maullidos, lejanos y poco nítidos, que nos recordaron mucho al lince, pero que no me atrevería confirmar con completa seguridad.
     Al final de la tarde, cuando ya íbamos volviendo, nos llamó mucho la atención un ave grande que apareció que entre los buitres cuya silueta me recordó a una gaviota. Al parar y mirarla con los prismáticos nos sorprendimos al ver que se trataba de un águila pescadora. Se deslizaba por el aire en vuelo de crucero, con sus largas y estrechas alas, ligeramente curvadas. Tuvimos pues, la gran sorpresa del día cuando ya nos marchábamos. Improvisamos otras paradas para ver los ciervos que estuvieron ausentes en la ida, en alguna ocasión mezclados con los gamos. También hubo en el camino perdices, zorzales charlos, mirlos, un petirrojo y algún triguero. Paramos a ver un mochuelo en la penumbra, bajo una encina. Atravesando las viñas, cruzó la carretera un conejo.

(*) Fotografías: gentileza de Raimundo Gómez


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Jabalí (Sus scrofa)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Milano Negro (Milvus migrans)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Culebrera Europea (Circaetus gallicus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Águila Pescadora (Pandion haliaetus)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Cuco Común (Cuculus canorus)
  • Mochuelo Europeo (Athene noctua vidalii)
  • Abubilla (Upupa epops)
  • Pito Real Ibérico (Picus sharpei)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Golondrina Dáurica (Cecropis daurica)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Colirrojo Tizón (Phoenicurus ochruros)
  • Roquero Solitario (Monticola solitarius)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Zorzal Charlo (Turdus viscivorus)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Mosquitero Común (Phylloscopus collybita)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Alcaudón Real (Lanius meridionalis)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Chova Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
  • Cuervo Grande (Corvus corax)
  • Verdecillo Común (Serinus serinus)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Escribano Montesino (Emberiza cia)
  • Triguero (Miliaria calandra)
  • Lagartija Ibérica (Podarcis hispanica)
  • Culebra de Herradura (Hemorrhois hippocrepis)
  • Culebra Bastarda (Malpolon monspessulanus)

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