lunes, 19 de septiembre de 2016

SEGUIMIENTO DE LA MIGRACIÓN POSTNUPCIAL DE RAPACES EN CABO DE GATA

     El pasado sábado participé en un Voluntariado organizado por la Asociación SERBAL, que de manera similar al de los Pirineos, consistía en el censo de rapaces en migración, a su paso por Cabo de Gata. Y más allá de mis intereses ornitológicos, me apetecía asistir para volver a encontrarme con amigos como Fran, José Luis Molina, con quien quedé para viajar hasta Almería desde Jaén, y con Alberto, una vez más, y compartir con ellos un día de campo. Además pude conocer a otros pajareros almerienses bastante avezados en la materia.
     De camino hacia el punto de encuentro ya iba fijándome en los estorninos, tórtolas turcas y golondrinas por la carretera. Desde la terraza del bar donde desayunamos podíamos ver a los gorriones por la playa, y el paso en vuelo de algunas gaviotas patiamarillas. De las que había posadas en la playa, una era una gaviota de Audouin.

Cabo de Gata

     Para realizar el seguimiento del paso migratorio de rapaces se había acordado hacerlo de 9.00 a 14.00, divididos en dos grupos, aunque no muy separados, en Vela Blanca. Participamos un total de 16 personas. Hubo más bien poco paso, pero nos entreteníamos con las aves residentes. Al poco de llegar localizamos una pareja de cuervos, y no tardaron mucho en aparecer los cernícalos, que estuvieron dando vueltas por la zona, dejándose ver en repetidas ocasiones. También divisamos un halcón peregrino que permaneció apostado en unas rocas, a la sombra. Después de un rato desde que empezara a darle el sol, salió volando, y como una centella, se lanzó en picado tras un acantilado donde lo perdimos. Más tarde, volvió a dejarse ver, o quizás fuese el otro miembro de la pareja, a saber.
     El paso migratorio estuvo marcado por la presencia de gavilanes. Primero vimos un par de ellos, que venían costeando y pasaron cerca de donde estábamos. Más tarde aparecieron otros tres haciendo lo mismo, y casi a la vez un grupo de más de diez que pasaron muy altos. Entre unos y otros, nos entreteníamos con los movimientos de un par collalbas negras por la zona, con las cogujadas montesinas, o mirando las gaviotas. Desde una ladera se dejaron caer en vuelo dos perdices.
     De vuelta adonde habíamos dejado el coche, vimos moverse una curruca entre el esparto, que reconocimos como cabecinegra por su reclamo, ya no nos dejó observarla posada en campo abierto en ningún momento. Y cuando nos íbamos a ir, pasaron los aguiluchos. Primero una hembra de lagunero, cerca de la cual volaba también un cernícalo, y poco después fue un joven cenizo. Rai, que se quedó más tiempo mientras los demás nos fuimos a comer, pudo ver además tres halcones abejeros y algún gavilán más.

Gaviotas Patiamarillas

     Después de comer, unos se marcharon, y otros nos quedamos a seguir pajareando. Para ello nos acercamos a uno de los observatorios de las salinas. Todavía hacía bastante calor, pero era fácil localizar a los flamencos, y a las avocetas, que se encontraban en mayor número que las cigüeñuelas. Las gaviotas sobrevolaban las salinas, pero las que nadaban en el agua resultaban más fáciles de observar. Entre las patiamrillas, que se encontraban en mayor cuantía, también había alguna gaviota de Audouin. Entre las gaviotas amerizaron y nadaban junto a ellas jóvenes tarros blancos, que a menudo solo mostraban la popa, cuando sumergían la parte anterior de su cuerpo en busca de alimento. También vimos algunos tarros adultos en otra zona de la lámina de agua. Por las orillas correteaban chorlitejos, que de no ser por la ayuda de los telescopios, y las indicaciones de Sergio y José Luis, difícilmente habría llegado a averiguar que eran grandes. También había agujas colinegras compartiendo las orillas y las aguas someras con los chorlitejos, pero Fran, que se dedicó a observar concienzudamente una aguja en particular, la más cercana, sembró la duda sobre su identidad. Y efectivamente resultó ser una aguja colipinta.

Aguja Colipinta

     A la salida del observatorio vimos a una golondrina que daba vueltas por los alrededores, barriendo la zona volando cercana al suelo. Entre los tarajes se movió un carricero común. Nos dirigíamos ahora hacia la desembocadura de Rambla Morales. De camino vimos unos vencejos, que no identificamos.

Carricero Común

     Con tan solo bajarnos del coche cuando aparcamos, ya podíamos observar los ánades reales y las fochas en el agua, y sobrevolando el lugar se encontraban cuatro de las cinco especies habituales de los hirúndidos ibéricos, golondrinas comunes y dáuricas, aviones comunes y zapadores. Tan solo nos faltó asegurar el avión roquero. En sendas flores de pitas, no muy distantes entre sí, se encontraban posados un alcaudón real y un cernícalo. Y el ruiseñor bastardo entonaba su característica estrofa desde su escondite en la espesura del carrizal.
     Hicimos un breve recorrido hacia la playa. La masa de agua se abría más, permitiéndonos observar además de patos y fochas, a los flamencos. Y además de los azulones, había también con ellos una pequeña cerceta común. Y a parte de las fochas, también vimos una gallineta vadear las aguas cercanas a la orilla. Mirando al otro lado, a los secos espartos que crecen en las arenas litorales, localizamos un par de lavanderas boyeras.

Flamenco joven, apunto de despegar

     Al final de la rambla, donde se junta con la playa y las aguas parecían formar una laguna, se agrupaban los flamencos, y delante de ellos nadaban una pareja de malvasías cabeciblancas. Tres andarríos chicos se dieron un par de vueltas en busca de alguna orilla despejada de vegetación en la que pararse. También pasó un vuelvepiedras, volando a ras del agua, en dirección a la playa. Y entre la jungla de carrizos que circunda la rambla, se descubría a ratos un carricero.
     Volviendo hacia los coches vimos un fumarel dar pasadas sobre la masa de agua, que de no ser por la entrenada capacidad de observación de José Luis, para fijarse en los mínimos detalles, no creo que hubiese sacado que se trataba de un común, en plumaje de invierno ya. Llegando adonde estaban los coches, pasó en vuelo un macho de aguilucho lagunero, y vimos también a una abubilla que fue a posarse a las pitas donde habían estado el alcaudón y el cernícalo. La noche se nos echó encima haciendo una última espera en las Amoladeras.

(*) Fotografías: gentileza de Francisco Silva.


Lista de Aves Observadas (Orden Sistemático):

  • Flamenco Común (Phoenicopterus roseus)
  • Tarro Blanco (Tardona tardona)
  • Ánade Azulón (Anas platyrhynchos)
  • Cerceta Común (Anas crecca)
  • Malvasía Cabeciblanca (Oxyura leucocephala)
  • Aguilucho Lagunero Occidental (Circus aeruginosus)
  • Aguilucho Cenizo (Circus pygargus)
  • Gavilán Común (Accipiter nissus)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Halcón Peregrino (Falco peregrinus brookei)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Gallineta Común (Gallinula chloropus)
  • Focha Común (Fulica atra)
  • Cigüeñuela Común (Himantopus himantopus)
  • Avoceta Común (Recurvirostra avosetta)
  • Chorlitejo Grande (Charadrius hiaticula)
  • Aguja Colinegra (Limosa limosa)
  • Aguja Colipinta (Limosa lapponica)
  • Andarríos Chico (Actitis hypoleucos)
  • Vuelvepiedras Común (Arenaria interpres)
  • Gaviota Reidora (Chroicocephalus ridibundus)
  • Gaviota de Audouin (Larus audouinii)
  • Gaviota Patiamarilla (Larus michahellis)
  • Fumarel Común (Chlidonias niger)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Abubilla (Upupa epops)
  • Cogujada Montesina (Galerida theklae)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Golondrina Dáurica (Cecropis daurica)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Avión Zapador (Riparia riparia)
  • Lavandera Boyera (Motacilla flava iberiae)
  • Collalba Negra (Oenanthe leucura)
  • Ruiseñor Bastardo (Cettia cetti)
  • Carricero Común (Acrocephalus scirpaceus)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Alcaudón Real (Lanius meridionalis)
  • Cuervo Grande (Corvus corax)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)

viernes, 16 de septiembre de 2016

PRELUDIOS DE BERREA Y PASO MIGRATORIO DE AVES EN LA SIERRA DE ANDÚJAR

     Septiembre siempre es una buena época para hacer una escapada a la Sierra de Andújar, pues el paso migratorio de la aves viajeras que se van a África a pasar el invierno y la berrea del ciervo que comienza en estas fechas que anuncian que el otoño está por llegar, llenan de vida estos alomados montes. Y tras la vuelta del Voluntariado en Pirineos, aprovechamos Fran, Alberto antes de que se fuese a Almería, y yo el lunes 12 para hacer una ruta por la sierra.
     Calurosa jornada, que no obstante nos deparó muchas y variadas observaciones. Iniciamos nuestra salida por la carretera de la cadena, donde en los agostados pastos de los cerrillos pudimos ver un alcaudón real, estorninos, grajillas y urracas. Nos llamó la atención una posada en el cabeza de una vaca que estaba tumbada. Por la zona de los bajos chaparros que hay más adelante fueron los rabilargos los que vimos cercanos a la carretera, y al llegar a las viñas, aparecían las tórtolas turcas en los tendidos eléctricos.
     Nos acercamos a una vieja piscina donde se acumula el agua de lluvia, y que actúa como una trampa para los anfibios. Pero no encontramos ninguno, al menos en la parte libre de agua. La causa, una culebra de collar. Se trataba de un individuo adulto, que carecía por completo del collar que exhiben los jóvenes y que da nombre a la especie. Esa ausencia de collar en los ejemplares adultos es lo que caracteriza a la especie ibérica de esta culebra acuática, taxonómicamente separada de la especie europea en fechas recientes.

Culebra de Collar Mediterránea

     Pero no era la única culebra que allí había, pues encontramos un joven macho de culebra bastarda. Con dos culebras compartiendo tan reducido espacio, a saber desde cuanto tiempo, normal que no encontrásemos ranas, ni tritones, ni gallipatos que solían haber. A esta especie la sacamos de la piscina, pues de llegar a inundarse si lloviera, moriría ahogada. También aprovechamos y colocamos un par de tablones a modo de rampas, para facilitar la salida de ciertos animales que podrían caer y perecer allí.

Culebra Bastarda, macho joven

     Dimos una pequeña vuelta por la zona, hasta salir a un sitio con una buena panorámica de la sierra. Parecía como si hubieran estado esperando a que llegáramos, pero ante nosotros empezaron a desfilar rapaces en vuelo. El contraluz nos impidió que identificásemos con seguridad una gran águila, pero nos impidió disfrutar del planeo de un cercano buitre negro. No tardaron en sumársele un milano negro, y un águila calzada de fase oscura, volando casi simultáneamente ofreciéndonos una perspectiva, primero frontal y luego ventral. Algo más lejos volaba otro buitre negro, en compañía de unos leonados, mientras por las cercanías había aparecido un águila calzada de morfo claro. Atrapados en el dilema de tener que elegir a que rapaz observar, mientras estábamos con los ojos puestos en los prismáticos, irrumpió en la zona un grupo de 25 halcones abejeros, en el que estaban representadas todas sus coloraciones. La calzada volaba junto a ellos, mientras se arremolinaban cogiendo altura. Y la exhibición de rapaces cesó cuando se lanzaron hacia el sur.
     Volviendo hacia el coche, deparamos en un papamoscas cerrojillo y en un herrerillo común, que no se dejaron ver mucho rato. En la carretera se nos cruzó algún mirlo, y vimos un gran grupo de estorninos, aparte de rabilargos. Paramos en otro lugar desde donde había buenas vistas de la sierra, pero aquí no tuvimos tanta suerte. En el rato que estuvimos tan solo pasaron unas palomas torcaces, pero al bajarnos del coche cuando llegamos, nos entretuvimos mirando un par de inquietos herrerillos capuchinos, que se movían entre las ramas de una encina, mientras emitían su canto.
     Nos dirigimos después al área recreativa del Encinarejo, donde almorzamos, y pasamos la sobremesa esperando a que se disminuyeran un poco las altas temperaturas de la tarde. Pero antes, al llegar, paramos en el mirador un rato, tanto como aguantamos expuestos al sol. Ya pudimos escuchar aquí la berrea. Sobre la dehesa que controlábamos visualmente, vimos pasar alguna torcaz, pero fijamos la atención en el águila imperial, que también volaba por allí. En un tocón que sobresalía del río, se soleaba un galápago leproso, y siguiendo el cauce pasó un ánade real con en fase de eclipse. Tras la breve espera, seguimos un poco más abajo, en busca de las sombras de los pinos y los fresnos. Al llegar, antes de bajarnos del coche, vimos a la garza real. Nos acercamos cautelosamente a la orilla del río, donde entre la vegetación de la orilla pudimos escuchar al ruiseñor bastardo y los reclamos del petirrojo y la curruca cabecinegra. La garza estaba tan bien mimetizada que apenas podíamos verla. En cambio si localizamos al ánade nadando a la sombra orilla del río, donde entre el efecto del claroscuro juego de luces y sombras, y su críptico plumaje de eclipse tampoco hubiera sido fácil descubrirlo de no ser por sus movimientos. Se oyeron los verdecillos, pero sin llegar a verlos. Los jilgueros, por su parte, que también cantaron, sí que se mostraron. Escuchamos los agudos pitidos del agateador y los sonoros trinos del trepador azul, los cuales acabamos viendo. Igualmente oímos las leves voces del mito, y lo encontramos moviéndose por las ramas. También descubrimos paseándose por las ramas a un carbonero. Oímos las notas del pico picapinos, y también acabamos viéndolo. Y entre tanto, un papamoscas gris se movía por los alrededores, de rama en rama. También escuchamos los graznidos del águila imperial, y con solo levantar la vista vimos a una pareja de adultos sobrevolando los montes.
     El siguiente sitio al que nos encaminamos por la tarde fue a La Lancha. A lo largo del trayecto pudimos ciervos y gamos, perdices, urracas y rabilargos, más algún papamoscas. Un arrendajo salió volando entre un grupo de rabilargos. Le dedicamos sendas paradas a una totovía que se posó en la rama baja de un pino, y a un pito real posado en el suelo, a al sombra de una encina. Como todavía apretaba el calor eludimos pararnos en las curvas, y seguimos hasta el Embalse del Jándula. Nada más llegar, vimos tres cormoranes, en la orilla cercana, que se lanzaron al agua. En torno a la presa se concentraban los aviones comunes, y desde esta descubrimos una hembra de cabra montés. Seguimos nuestra andadura, que nos llevó al desaguadero del embalse, por donde vimos al macho del roquero solitario. Y sentados a las orillas del pantano, vimos por el otro borde unas garzas reales, más una que volando a ras del agua, cruzó el pantano de lado a lado.
     Con el objetivo de hacer una espera durante las últimas horas de la tarde, y que la temperatura había descendido, volvimos hacia las curvas. Bajo los eucaliptos del primer trecho por el que circulábamos, vimos unos pinzones en la pista, y algún papamoscas más. Y las perdices, que se mueven ahora en grandes bandos familiares, con los perdigones ya grandes. Hicimos una corta parada para asomarnos a ver el valle por el que bajan las aguas del Jándula. Entre los lentiscos de la ladera, vimos moverse algún mirlo, y en el cielo divisamos al águila culebrera. De vuelta al coche se nos cruzó una veloz lagartija colilarga.
     Desde las curvas avistamos sobre todo ciervos, cuyos machos ya berreaban con vigor, aunque todavía no se ensalzaban en combates. Por lo demás, no había demasiada actividad de aves. Tan solo el vuelo de las palomas sobre las lomas en las que centrábamos nuestra atención, donde tan solo detectábamos el movimiento ocasional de algunas urracas y rabilargos. Mientras veía un alcaudón real posado en un cable, podía oír el reclamo de la curruca rabilarga. Y lejos, volaban unos buitres contra la puesta de sol.
     Apurando las últimas luces, cambiamos de lugar donde dedicarnos un rato a esperar y observar. En el trecho que debimos recorrer, nos encontramos con una joven culebra de herradura en el carril, que primero optó por la inmovilización, para después lanzarse disparada hacia la cuneta, donde se escabulló entre el pasto y las rocas. Tan solo seguimos viendo ciervos en el poco rato que tuvimos de espera hasta que oscureció. Y en un breve paseo que di bordeando una curva, pude ver tan solo un conejo. De vuelta, ya por la noche, vimos un chotacabras posado en el camino, que se fue volando al acercarnos, y más adelante, pasó en vuelo sobre la carretera un cárabo.


Lista de Especies de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Cabra Montés (Capra pyrenaica hispanica)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Ánade Azulón (Anas platyrhynchos)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Milano Negro (Milvus migrans)
  • Abejero Europeo (Pernis apivorus)
  • Culebrera Europea (Circaetus gallicus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Aguililla Calzada (Aquila pennata)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Cárabo Común (Strix aluco sylvatica)
  • Chotacabras Cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis)
  • Pito Real Ibérico (Picus sharpei)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Totovía (Lullula arborea)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Roquero Solitario (Monticola solitarius)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Ruiseñor Bastardo (Cettia cetti)
  • Curruca Rabilarga (Sylvia undata)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Papamoscas Gris (Muscicapa striata)
  • Papamoscas Cerrojillo (Ficedula hypoleuca)
  • Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Herrerillo Capuchino (Lophophanes cristatus)
  • Trepador Azul (Sitta europaea caesia)
  • Agateador Común (Certhia brachydactyla)
  • Alcaudón Real (Lanius meridionalis)
  • Arrendajo Común (Garrulus glandarius)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Grajilla Occidental (Corvus monedula)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Verdecillo Común (Serinus serinus)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Galápago Leproso (Mauremys leprosa)
  • Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus)
  • Culebra de Herradura (Hemorrhois hippocrepis)
  • Culebra de Collar Mediterránea (Natrix astreptophora)
  • Culebra Bastarda (Malpolon monspessulanus)

jueves, 15 de septiembre de 2016

PASEO POR EL HAYEDO DEL BETATO

     Otra de las excursiones más significativas que hicimos durante nuestros 10 días de estancia en el Valle de Tena, fue por la tarde del viernes 9 al Bosque del Betato, un pequeño rodal de grandes hayas cercano a Piedrafita. Se le ocurrió a Marta la prodigiosa idea de llevarnos allí. Un breve paseo que si bien no fue muy relevante en cuanto a la variedad y cantidad de aves que pudimos observar, sí lo fue por una especie singular, y un bimbo particular.
     Era ya algo tarde, pero aún quedaban golondrinas sobrevolando los pizarrosos tejados negros de las casas de Piedrafita, desde donde partimos hacia el hayedo. También se oían los pitidos del trepador azul por la arboleda del entorno de los aparcamientos.
     Durante la caminata hasta llegar al Betato pudimos escuchar los gritos de las cornejas, y otros reclamos de pequeños pájaros que provenían del denso sotobosque cercano. Paramos a mirar a los inquietos pájaros cuando se descubrían, pero en seguida cambiaban de rama, y la luz tampoco ayudaba. Había algunos mosquiteros, que asegurar su identificación fue imposible. El único pájaro que pudimos ver con claridad suficiente fue un reyezuelo listado, que además era uno de los que emitían su reclamo mientras lo observábamos.


Hayedo del Betato

     Al adentrarnos en el Hayedo del Betato se adelantó el anochecer. La penumbra cubría con su oscuro manto cada rincón de un bosque de cuento, envuelto por leyendas sobre brujas. Del suelo, cubierto por la hojarasca, se elevaban los troncos de las hayas, que con sus frondosas copas, apenas nos dejaban ver el cielo. Escuchamos un extraño grito al que al principio no le hicimos demasiado caso. Pero a medida que se repetían de cuando en cuando aquellas misteriosas voces, más nos desconcertaba y más nos intrigaba saber de que se trataba. Sentados, hicimos una breve espera que no tardó en dar sus frutos. Enseguida apareció la prodigiosa criatura que producía esos sonidos, que cada cual interpretamos de una manera. Un gran pájaro negro, que volando bajo el dosel forestal, esquivaba con soltura los troncos entre los cuales a nosotros nos costaba seguirle la pista visualmente, hasta que se posó sobre uno. Era el pito negro, que tras permanecer un rato en el tronco, emprendió el vuelo, pasándonos por encima, mientras emitía su sonoro canto. Pero no tardó mucho en volver a aparecer, y nuevamente a posarse en un tronco, permitiéndonos observarlo todo lo bien que nos dejaba la poca luz que penetraba en el bosque, pero suficiente como para apreciarle el penacho rojo de la cabeza, el pico e iris del ojo blanquecinos que contrastan con el negro plumaje del gran pájaro carpintero. Sin duda el broche de oro del último día, para completar el elenco de especies observadas durante estos días de Voluntariado.
     Otros pájaros revoloteaban entre las ramas de las hayas, pero no logramos verlos para saber que eran. Incluso entre las sombras del suelo, me pareció ver un ave del color de la hojarasca, pero despareció en un parpadeo. Al salir del hayedo a una pista forestal, más abierta, pudimos ver en un margen del camino a un joven petirrojo.

(*) Fotografía: gentileza de David Gómez.


Lista de Aves Observadas (Orden Sistemático):

  • Picamaderos Negro (Dryocopus martius)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Reyezuelo Listado (Regulus ignicapilla)
  • Trepador Azul (Sitta europaea caesia)
  • Corneja Negra (Corvus corone)

miércoles, 14 de septiembre de 2016

RUTA AL IBÓN DE ANAYET

     Dedicamos la mañana completa del jueves 8 a hacer una ruta ascendente a pie de algo más de dos horas hasta el Ibón de Anayet. El punto de partida era la carretera que sube hasta la estación de esquí de Anayet, donde comienza el sendero propiamente dicho hasta llegar al ibón, a los pies del pico Anayet.
     Antes de empezar la marcha, ya era posible ver algunas aves por la zona, como un par de garzas reales, cornejas y cernícalos. Al poco tiempo de comenzar a andar, nos fue posible ver al águila culebrera a lo lejos, pero nos entretenían más las tarabillas norteñas, unos pardillos y algún que otro escribano cerillo, que por su cercanía, dedicábamos más tiempo tratando de observar. También había por allí algunas urracas y collalbas grises, a las que no hacíamos tanto caso.
     Llegando a la estación de esquí, pudimos ver algunas marmotas entre las rocas que encauzaban un riachuelo, donde en diferentes puntos sorprendimos al mirlo acuático. Por la misma estación pululaba una lavandera blanca. Y además de collalbas también revoloteaban entre las rocas de los alrededores del sendero los colirrojos tizones.

El Pico Anayet, con sus 2.574 m. y su cima cubierta por nubes, se alza sobre el ibón con el que compararte nombre

     Almorzamos a orillas del ibón, sentados en unas rocas mientras contemplábamos un cuantioso y compacto bando de aviones comunes revolotear sobre el agua, a la caza de mosquitos. Por los alrededores también se movían collalbas, una de las cuales nos llamó la atención por quedarse en varias ocasiones suspendida sobre el agua momentáneamente, como si de un cernícalo se tratara. En las aguas descubrimos una gran sanguijuela negra, que se desplazaba con movimientos ondulantes de su cuerpo por el líquido elemento. También planeaban los buitres leonados, cercanos a los altos roquedos. Pasó volando un quebrantahuesos, a no demasiada altura, siendo uno de los mejores avistamientos que tuvimos de este buitre barbudo. Y también pasó sobre el ibón, a baja altura, un halcón peregrino, que raudo, se dirigió hacia las paredes del antiguo circo glacial que contienen el lago.
     Después de un rato de sobremesa, recorrimos el perímetro del ibón, pudiendo observar a un par de mirlos acuáticos volar por sus bordes, y lanzarse al agua a la captura de algún insecto. En un extremo del ibón, por el que escurría el agua formando un arroyo, teníamos una sobrecogedora perspectiva de un valle glacial. Ningún indicio de lo que llamamos civilización había a nuestro alrededor, ni carreteras, ni edificios… ¡nada! Sólo nosotros y las montañas cuyas cumbres más altas escondían las plomizas nubes. Unas cornejas prospectaban entre la hierba, no muy lejos de las orillas del ibón.
     En el descenso, a la vuelta, vimos algún mirlo acuático más por el torrente que discurría paralelo a la senda que llevábamos. También los buitres se deslizaban por el aire, próximos a los riscos. Más abajo, en los canchales donde se acumulan las rocas sueltas que se desprenden por los efectos erosivos de los agentes meteorológicos, podían verse collalbas y colirrojos. Y entre el pasto que circunda el camino pasó una lagartija de turbera. Se trataba de un macho que pudimos ver con más calma al salir a un área abierta.

Lagartija de Turbera, macho

      Entre los derrubios de las rocas, amontonadas, encontraban las marmotas el lugar propicio donde construir sus vivares, a la vez que puntos elevados desde los que custodiar el territorio, constituyendo un refugio inexpugnable. A lo largo de esta senda podíamos observar más cerca que nunca a estos rollizos roedores, pudiendo fijarnos en las poderosas zarpas delanteras adaptadas a la excavación, y en las pequeñas orejas y en los ojos ubicados en la parte superior de la cabeza, muy cerca de la plana frente, reduciendo al máximo la parte de sus cabezas que exponen al asomarse a las bocas de su guaridas subterráneas a algún predador que acechara en las inmediaciones. Con frecuencia se yerguen apoyándose sobre sus extremidades posteriores cuando algo les llama la atención. David consiguió aproximarse bastante a uno de estos centinelas, pero sin pasarle inadvertido, pues antes de retirarse, le lanzo dos potentes silbidos, mientras todavía aguantaba en su posición.

Marmota

     Al llegar a la estación de esquí volvimos a ver al águila culebrera, o tal vez otra distinta a la que vimos por la mañana, a saber, pero al igual que los cernícalos que también prospectaban el área, nos demostró que poco tiene que envidiar a los pequeños halcones en cuanto a su habilidad para cernirse, a pesar de la considerable mayor talla que ostenta el águila encapuchada. Y también volvimos a ver por aquellos pastizales, antes de llegar adonde habíamos dejado el coche, a las collalbas, las tarabillas y las urracas.

(*) Fotografías: gentileza de David Gómez.
                                                                                                

Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Marmota Alpina (Marmota marmota)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)
  • Culebrera Europea (Circaetus gallicus)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Halcón Peregrino (Falco peregrinus brookei)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Mirlo Acuático (Cinclus cinclus)
  • Colirrojo Tizón (Phoenicurus ochruros)
  • Tarabilla Norteña (Saxicola rubetra)
  • Collalba Gris (Oenanthe oenanthe)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Corneja Negra (Corvus corone)
  • Pardillo Común (Carduelis cannabina)
  • Escribano Cerillo (Emberiza citrinella)
  • Lagartija de Turbera (Zootoca vivipara)

martes, 13 de septiembre de 2016

CAMINATA AL IBÓN DE PIEDRAFITA

     La tarde del lunes 5 hicimos una pequeña salida senderista hasta el Ibón de Piedrafita, un pequeño lago de origen glacial más o menos a una hora andando desde el pueblo que presta su nombre al ibón. Discurre aproximadamente la mitad del trayecto por carretera asfaltada, correspondiendo la otra mitad a una pista forestal, más un pequeño tramo que podría considerarse estrictamente como un sendero. A excepción del tramo final, donde las vistas se abren a la escarpada Sierra de Partacúa, la carretera y la pista están rodeadas por el bosque, donde en su espesura resultaba casi imposible observar a los pájaros que podíamos escuchar, y que aparecían fugazmente moviéndose entre las ramas.
     Al poco tiempo de iniciar la marcha nos detuvimos a mirar un carbonero palustre, que solo se dejó ver por unos breves instantes. Lo mismo nos hizo, más adelante, el papamoscas cerrojillo, y uno de los camachuelos comunes que pudimos ver posado, de un bando al que vimos en vuelo, mientras emitían su canto, que nos sirvió para identificarlos. Por la carretera encontramos un par de pequeñas serpientes, chafadas en el firme, que probablemente fueran coronelas europeas. Los arrendajos y las urracas, en cambio no nos ponían ningún problema para poder identificarlos fácilmente.

Sierra de Partacúa

Ibón de Piedrafita

     Llegando al ibón la vegetación se aclaraba, y empezaba a dominar el paisaje rocoso en el que habitaba la collalba gris. Por el entorno del ibón había infinidad de diminutas ranas bermejas juveniles, y multitud de pequeños sapos parteros, algunos de los cuales todavía presentaban cola. Vimos también un pequeño sapo común, y encontramos bastantes tritones palmeados, todos ellos ejemplares inmaduros. Y en el desagüe por el que el ibón evacua el agua cuando esta supera los niveles máximos que puede contener el pequeño lago, donde hay un pequeño dique de contención, merodeaban por sus inmediaciones las roqueras lagartijas de los muros.

Sapo Común Ibérico

Tritón Palmeado, inmaduro
     Cuando nos marchábamos pudimos ver un pequeño grupo de cornejas que se acercaron al entorno del ibón. Íbamos andando más ligeros de vuelta, que a la ida, sin pararnos tanto a mirar a nuestro alrededor, pero no nos pasaron inadvertidos unos petirrojos que pudimos ver en la carretera. Entre los sonidos que provenían de la vegetación colindante a la carretera, se podía distinguir los reclamos del petirrojo.

(*) Fotografías: gentileza de David Gómez.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Collalba Gris (Oenanthe oenanthe)
  • Papamoscas Cerrojillo (Ficedula hypoleuca)
  • Carbonero Palustre (Poecile palustris)
  • Arrendajo Común (Garrulus glandarius)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Corneja Negra (Corvus corone)
  • Camachuelo Común (Pyrrhula pyrrhula)
  • Lagartija Roquera (Podarcis muralis)
  • Tritón Palmeado (Lissotriton helveticus)
  • Sapo Partero Común (Alytes obstetricans)
  • Sapo Común Ibérico (Bufo spinosus)
  • Rana Bermeja (Rana temporaria)

domingo, 11 de septiembre de 2016

CENSO DE AVES MIGRATORIAS EN EL PUERTO DEL PORTALET

     A través de la SEO, he podido participar como voluntario en el Proyecto LINDUS 2 entre los días 1 y 10 de Septiembre que se desarrolla en los Pirineos oscenses en los Puertos de Somport y Portalet para el censo de aves migratorias. Aunque me habría gustado poder alternar los días entre ambos puertos de montaña, a mí concretamente me tocó en el Portalet, ubicado en el Valle de Tena, donde he vuelto a coincidir con Alberto por tercera vez en un Voluntariado, y donde conocimos a David, venido de Cantabria, quien fue nuestro compañero. Los tres primeros días tuvimos como monitor a Marco, el resto fue Marta. El alojamiento fue en el Refugio de Telera, en Piedrafita de Jaca.
     Nuestro principal cometido, el conteo de aves en paso migratorio, transcurría normalmente de 9.00 a 18.00. Para ello nos repartíamos en dos puntos para realizar las observaciones, quedando el puerto entre ambos. A menudo nos venía largo el horario, por la escasez de aves que iban en migración hacia el sur, que contábamos con cuentagotas. Ello también hacía que fuera fácil realizar nuestra labor.

Pic du Midi d'Ossau (2.884 m.)

     Picos de escalpadas aristas y agujas rocosas, se alzaban entre valles tapizados de denso pasto agostado en su mayor parte, componen el paisaje del entorno del Puerto del Portalet, destacando el Pic du Midi d’Ossau, gran mole pétrea que aún conservaba algunos neveros en las umbrosas gritas de su cara meridional.

La flor de la carlina, con un abejorro

     Eran muy llamativas las flores de las carlinas, a las que acudían abejorros y pequeños escarabajos. Los helechos crecen al abrigo de las grietas entre las rocas, donde se concentra mayor humedad, así como los arándanos, de bajo porte, que también aparecen en densas manchas por algunas laderas solariegas. Enebros rastreros, y algún que otro pequeño pino silvestre, creciendo totalmente aislado, entre las rocas de los asolados prados alpinos, atestiguan lo que debió ser un bosque antaño. Vacas y ovejas evitan que vuelva a proliferar el pinar, manteniendo “limpias” las numerosas pistas de esquí, como cicatrices de las heridas que el ser humano infringió a las montañas, que hay en la vertiente española antes de llegar al puerto. El lado francés, donde comienza el Parc National des Pyrénées justo al pasar la frontera, al que hicimos una pequeña excursión el día 7, cambia por completo, pues enseguida se adentra la carretera en frondosos hayedos, todavía bastante verdes pero que ya empezaban a teñirse de naranja para recibir el otoño, entre los que se mezclan pinos y abetos. Este cambio tan sustancial seguramente no solo se deba a que la cara norte sea más húmeda y fresca, sino que además deben influir las restricciones legales del país galo, más estrictas que las españolas en cuanto a usos y aprovechamiento, destinadas a la conservación de este espacio natural.

Los Pirineos al sur del Puerto del Portalet

Los Pirineos al norte del Portalet (Parc National des Pyrénées)

































     Los abejeros pasaban en grupos muy reducidos, de dos o tres individuos, e incluso alguno solitario. Rara vez superaron esas cifras. Las pocas águilas calzadas, las culebreras y los alimoches siempre pasaron en solitario. Tan solo el primer día vimos pasar un bando de catorce cigüeñas blancas. Además de estas grandes aves planeadoras, también teníamos que fijarnos en los pequeños paseriformes, pero tan solo podíamos estimar las cifras de golondrinas y aviones comunes. Estos últimos aún resultaban más confusos para el conteo, pues los que anidaron en los edificios del puerto, todavía permanecían asentados en el lugar. En alguna ocasión vimos al papamoscas cerrojillo y a la lavandera blanca, que aunque también van de paso, estaban temporalmente instalados allí. Sobre todo en los primeros días, veíamos también pequeños grupos de escribanos hortelanos, a los que tampoco les quedaría mucho tiempo para marcharse de allí. Tal vez por eso dejamos de verlos los últimos días. Nos resultó imposible asegurar ninguna especie de bisbita, que aparecían bien moviéndose entre el denso pasto, o bien posados en las rocas.
     Aunque no permanezcan establecidos de manera completamente sedentaria en el lugar, y acaben desplazándose a cotas inferiores cuando la nieve cubra el abrupto paisaje, no faltaron ningún día buitres leonados, milanos reales, cernícalos, collalbas grises, colirrojos, ni aviones. Tampoco hubo día en el que no viésemos alguna marmota, pastando o vigilando atentamente desde algún promontorio o roca dominante del terreno desde el que controlase visualmente su territorio. Igualmente siempre oíamos sus agudos silbidos inundar los valles, alarma que emitían ante cualquier señal de peligro por pequeña que fuera, desde unos excursionistas, hasta la aproximación de milanos e incluso cernícalos.

Lagartija Roquera, hembra

Lagartija Roquera, macho


























     Los gorriones comunes solían transitar el puerto, junto a las edificaciones, mientras los pardillos se veían y escuchaban a alejarse de estas instalaciones. La lagartija roquera también se dejaba ver por los alrededores del puerto, en rocas soleadas. A menudo detectábamos a las escandalosas chovas piquirrojas, formando ingentes hordas que evolucionaban describiendo espirales en el cielo, o se lanzaban hacía algún remoto lugar en el espacio hasta perderlas de vista. También podía verse con frecuencia el vuelo del águila real, pero con más asiduidad que esta, contemplamos al quebrantahuesos. Casi siempre solitario y lejano, patrullaba el buitre-águila con barba sus vastos dominios en los que irrumpíamos como testigos. Especialmente bueno fue el avistamiento que David y yo tuvimos la tarde del segundo día, cercano, viéndolo primero volar bajo nuestra posición, hasta alcanzar nuestra altura, mirándolo de frente, para seguir inmediatamente escalando cotas en el aire, volando en círculos sobre nuestras cabezas.
     Otro animal que repitió casi a diario, y que aun sabiendo que su distribución abarca los Pirineos, pero que para nada esperaba poder ver, fue el armiño. Luciendo su ocre librea veraniega, nos deleitaba en sus alocadas carreras con sus saltos y piruetas, que más que patas, parecía tener muelles. Curioso, a veces se asomaba con cautela entre las rocas o se erguía sobre sus patas traseras. El primer día, tras descubrirlo, pudimos escuchar sus chillidos bajo una roca, lo que le llevo a Marco a pensar que quizá se tratara de una pareja en cópula, y algún tiempo después Alberto y David, mientras esperaban algún ave que contar para el censo, pudieron ver a ambos en sus correrías. En lo que a mí respecta, pude observar como un par de collalbas grises intentaban, sin éxito, expulsarlo del lugar donde ellas estaban, y en otra ocasión mis compañeros y yo presenciamos como una cernícala picó sobre el ágil mustélido, pero sin culminar su ataque aéreo. Ambas especies de aves, prudentemente, se limitaron sólo a dar unas pasadas cercanas, pues de alguna manera deben conocer que serían ellas las perdedoras de llegar a confrontarse con el pequeño carnívoro.

Armiño, con pelaje estival

     En torno a las charcas que había en la zona, sobrevoladas por grandes libélulas y pequeños caballitos del diablo, era fácil descubrir pequeñas ranas bermejas, saltando entre la hierba. También logramos encontrar algún ejemplar de mayor talla. Se mezclaban con ellas los sapos parteros comunes, que también resultaban fáciles de ver moviéndose entre la orla de hierba que circunda las charcas. Mayor dificultad supuso dar con los tritones palmeados, de los que tan solo encontramos cuatro adultos, dos de ellos inmaduros.

Rana Bermeja

Tritón Palmeado
Sapo Partero Común














     Cuando íbamos hacia el puerto, solíamos descubrir por las cercanías antes de llegar, algún ratonero, y ver algunas urracas y cornejas. Pájaros como el acentor común o el escribano cerillo solo pudimos verlas ocasionalmente mientras aguardábamos el paso de las aves viajeras. A la hembra del roquero rojo tan solo la descubrimos un par de veces en sus cortos vuelos entre las rocas en las que se posaba, y tan solo vimos uno de los últimos días un joven jilguero.
     También los cuervos los vimos una sola vez (día 4), cuando subimos al Pic d’Estrèmére, donde por supuesto tampoco faltaron las chovas ni los buitres leonados. Y otra ave que contemplamos desde la cumbre fue una joven águila real.
     Una tarde (día 3) acompañamos a Marta a reconocer el entorno del punto de observación de la laguna que servía como abrevadero a las vacas, donde ella pasaba las mañanas haciendo conteos. Vimos buitres, al águila real, cernícalos, algún milano, bisbitas, collalbas, pequeñas ranas bermejas en una surgencia de agua más limpia, que no estaba pisoteada por las vacas, pero como novedad también vimos unas alondras, al ascender por unos pastizales desde donde levantaron el vuelo, a las que reconocimos por su canto. David también descubrió en un pastizal a tres sarrios, los únicos que vimos en todo el Voluntariado. Al bajar, pudimos ver a la hembra del aguilucho lagunero. De vuelta al abrevadero, vimos cernícalos posados en el suelo, pero también estaba presente la garza real.

(*) Fotografías: gentileza de David Gómez.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Marmota Alpina (Marmota marmota)
  • Armiño (Mustela erminea)
  • Sarrio (Rupicapra pyrenaica pyrenaica)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Cigüeña Blanca (Ciconia ciconia)
  • Buitre Leonado (Gyps fulvus)
  • Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)
  • Alimoche Común (Neophron pernopterus)
  • Milano Real (Milvus milvus)
  • Busardo Ratonero (Buteo buteo)
  • Abejero Europeo (Pernis apivorus)
  • Aguilucho Lagunero Occidental (Circus aeruginosus)
  • Culebrera Europea (Circaetus gallicus)
  • Águila Real (Aquila chrysaetos)
  • Aguililla Calzada (Aquila pennata)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Alondra Común (Alauda arvensis)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Acentor Común (Prunella modularis)
  • Colirrojo Tizón (Phoenicurus ochruros)
  • Collalba Gris (Oenanthe oenanthe)
  • Roquero Rojo (Monticola saxatilis)
  • Papamoscas Cerrojillo (Ficedula hypoleuca)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Chova Piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
  • Corneja Negra (Corvus corone)
  • Cuervo Grande (Corvus corax)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Pardillo Común (Carduelis cannabina)
  • Escribano Cerillo (Emberiza citrinella)
  • Escribano Hortelano (Emberiza hortulana)
  • Lagartija Roquera (Podarcis muralis)
  • Tritón Palmeado (Lissotriton helveticus)
  • Sapo Partero Común (Alytes obstetricans)
  • Rana Bermeja (Rana temporaria