martes, 28 de julio de 2015

JORNADA COMPLETA EN EL COMPLEJO LAGUNAR DE ALCÁZAR DE SAN JUAN

     En estos últimos días en Alcázar de San Juan, he tenido oportunidad de regresar por las lagunas con más tiempo, por las mañanas, y al atardecer. Especialmente destacable fue la jornada de hace un par de días, en la que no solo conseguí observar la mayor cantidad de especies, sino que también fueron avistamientos de buena calidad los que hice. Y a pesar de estar sin prismáticos, parece que me voy adaptando a ello, y mejorando mis capacidades de observación a unas especies y a un medio a los que no estoy habituado.
     En la mañana me dediqué desde las 8.00 a hacer esperas en los observatorios de la Laguna de la Veguilla. Llegando hacia el observatorio situado junto al Centro de Visitantes, escuché a los pardillos, que revoloteaban en bandos muy cerca el suelo, parándose de cuando en cuando en el mismo, o sobre algún reseco cardo. También había gorriones, moviéndose en grupos, y golondrinas, dando pasadas a ras del suelo. La cigüeña vigilaba desde su alto nido el páramo del entorno de la laguna. Los conejos eran frecuentes cerca de los tarajes, por los que también merodeaban unas urracas. Un gran bando de palomas bravías cruzó el cielo.

Laguna de la Veguilla

     Al entrar en el observatorio, despegó un macho de aguilucho lagunero que estaba posado por allí cerca. Sobre la laguna destacaban las fochas, y algo más lejos los flamencos, aunque más cercanos, nadaban y se sumergían zampullines y alguna malvasía. Entre las fochas, entre las que de vez en cuando se producía algún enfrentamiento, nadaban algunos ánades reales, y entre los flamencos, podían distinguirse cigüeñuelas y avocetas. Entre los claros del carrizal se dejó ver un conejo. Por la orilla se pasearon unos pollos crecidos de gallineta. Unas pocas palomas torcaces se posaron sobre un taray a la orilla de la laguna. Alguna que otra pagaza piconegra se dieron una vuelta junto al observatorio, pasando tan cerca y durante el suficiente tiempo como para identificarlas sin género de dudas. Un par de hembras de aguilucho lagunero también volaron cerca, sumergiéndose en la espesura del carrizal, y posteriormente saliendo al poco tiempo. Los vencejos sobrevolaban la laguna a poca altura, dando alguna pasada sobre su superficie para beber. Irrumpió un ruidoso bando de jóvenes abejarucos sobre la laguna, pasando al lado del observatorio. Se acercó nadando una hembra de pato cuchara, acompañada por un zampullín, que parecía seguirla intencionadamente. Cruzó una lavandera boyera frente a las ventanas del observatorio, que solo puede reconocer por la fugaz mancha amarilla que vi pasar.
     Fue en el primer observatorio donde más tiempo estuve. Dirigiéndome hacia el segundo, volví a ver el nutrido grupo de abejarucos, volando en torno a los chopos que hay junto a la depuradora. También pude ver el delicado vuelo del diminuto buitrón en mi corto paseo. No vi nada que no hubiese visto en el anterior observatorio el rato que estuve sentado en el segundo. Desde el último si pude ver algunas avefrías.

Repoblación de pino carrasco

     Volví rodeando la laguna. Pude ver pasar bandos de estorninos negros y palomas bravías. Escuche los graznidos de las grajillas, apostadas sobre estructuras metálicas. Algunas gaviotas reidoras y sombrías, y también unas cigüeñas, volaban dispersas sobre la laguna. Busqué las sombras del cercano pinar un rato, donde solo vi unas palomas torcaces, pero también oí por las inmediaciones a los pardillos.
     El sol azotaba con fuerza, y hacia medio día interrumpí mi jornada, para reanudarla a las 20.00 horas, cuando el calor se empieza a debilitar con la caída de la tarde.
     Un copioso bando de pardillos me daba la bienvenida al paraje lagunar con sus trinos, entre los que se mezclaba algunos jilgueros. También era destacable la cantidad de conejos. Lo primero que hice fue volver al observatorio de la Laguna de la Veguilla, junto al Centro de Visitantes. Entrando, vi la esbelta figura de una garza imperial apostada en la orilla, que a través de las ventas abiertas me vio llegar, y levantó el vuelo antes que pudiera sentarme. Pero no estaba sola. La acompañaron otras dos imperiales, más una garza real, que casi no pude diferenciar por el contraluz de la tarde que entraba en el observatorio orientado al poniente. Las gaviotas sombrías, en cambio, se mostraron más confiadas, y se quedaron nadando cerca del observatorio.
     Pero no me quedé mucho allí, y pronto salí a caminar hacía las otras dos lagunas. Quería llegar antes de que oscureciese. Rodeando la laguna me topé con un grupo de aves sobre el camino, y el campo aledaño que me recordaron a las canasteras, pero que no puedo asegurar que lo fueran. Lo mismo me pasó con otros pequeños limícolas que andaban por la orilla. Desde esos dos claros en el carrizal que se abren a la laguna estuve viendo flamencos, cigüeñas, patos, fochas, y un ingente bando de avefrías que levantaron el vuelo cuando asomé por allí, junto a las alarmadas cigüeñuelas Pasó en vuelo una garcilla bueyera, más otra que localicé caminando en un campo cercano. Pequeños grupos de estorninos, y algunos abejarucos y vencejos dispersos también volaban por las cercanías de la laguna.

Salicornia

     Caminaba con el sol de frente, por lo que me costaba mirar hacia delante. Me era más fácil localizar los animales mirando a izquierda o derecha, o para arriba. Conejos a los lados, y alguna que otra urraca, y gaviotas sombrías y palomas bravías volando sobre mí. Y bastantes grajillas en el suelo, hacía donde avanzaba, que formaron gran revuelo, cuando me acercaba.
     Numerosos conejos, fáciles de ver, corrían por los campos arados y entre los espartos de los áridos páramos circundantes a la Laguna del Camino de Villafranca. Entre ellos, llegué a ver tres apresuradas liebres en sendos momentos. Libélulas coloreadas de forma diferente volaban por el entorno. Era difícil ver a la cogujada entre los terrones de tierra desde donde cantaba. Escuché en un par de ocasiones el canto del alcaraván, hasta que pude ver uno tomar tierra. Oí también el sonido de la ganga. Alcé la vista, y pude localizar una, volando alta y rápida.

Espartales

     Al llegar a la Laguna de las Yeguas no proseguí mucho más mi andanza. Me senté en un montículo a ver la puesta de sol en la horizontalidad casi perfecta de la meseta manchega. Aunque he de confesar que mi atención se distraía fácilmente con las manifestaciones de vida. El mochuelo ya había comenzado su actividad. Una abubilla salió volando desde el taray donde estaba posada. Destacaba la cantidad de conejos. Otra vez el canto de las gangas, y a lo lejos pude ver como un grupo se disgregaba en dos. Y de nuevo volvieron a cantar, pero sin llegar a verlas.

Atardecer, en un lugar de La Mancha

     En la penumbra casi, con el sol ya oculto en el horizonte, pero en esa frontera entre la claridad y la oscuridad, escuché los siseos de la lechuza provenir de alguna parte, por lo que decidí aguardar un poco más. La estridente llamada de la lechuza no tardó en repetirse. Y de repente, me vi sorprendido por la silueta de un gran ave, que aleteaba en silencio, muy próxima al suelo, que venía hacia donde yo estaba. Mis movimientos se congelaron automáticamente, a pesar de la temperatura más bien cálida que me envolvía. Y a pocos metros de mí se posó la dama de la noche, permitiéndome admirarla durante un rato. Pasó una segunda lechuza, muy cerca de mí, girando su acorazonado rostro hacía mí, dedicándome una mirada de sus ojos negros. Ello propició que se levantara la que estaba posada. Y juntas, se desvanecieron como fantasmas en la oscuridad.
     Con las últimas luces del día apagándose, emprendí la marcha de retorno, bajo el resplandor de la luna, casi llena, que iluminaba el camino y los campos aledaños. Y al incesante canto del grillo, acompañó dos veces el del alcaraván.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Liebre Ibérica (Lepus granatensis)
  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Zampullín Chico (Tachybaptus ruficollis)
  • Garcilla Bueyera (Bubulcus ibis)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Garza Imperial (Ardea purpurea)
  • Cigüeña Blanca (Ciconia ciconia)
  • Flamenco Común (Phoenicopterus roseus)
  • Ánade Azulón (Anas platyrhynchos)
  • Cuchara Europeo (Anas clypeata)
  • Malvasía Cabeciblanca (Oxyura leucocephala)
  • Aguilucho Lagunero Occidental (Circus aeruginosus)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Gallineta Común (Gallinula chloropus)
  • Focha Común (Fulica atra)
  • Cigüeñuela Común (Himantopus himantopus)
  • Avoceta Común (Recurvirostra avosetta)
  • Alcaraván Común (Burhinus oedicnemus)
  • Avefría Europea (Vanellus vanellus)
  • Gaviota Reidora (Chroicocephalus ridibundus)
  • Gaviota Sombría (Larus fuscus)
  • Pagaza Piconegra (Gelochelidon nilotica)
  • Ganga Ibérica (Pterocles alchata)
  • Paloma Bravía (Columba livia)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Lechuza Común (Tyto alba alba)
  • Mochuelo Europeo (Athene noctua vidalii)
  • Vencejo Común (Apus apus)
  • Abejaruco Europeo (Merops apiaster)
  • Abubilla (Upupa epops)
  • Cogujada Común (Galerida cristata)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Lavandera Boyera (Motacilla flava iberiae)
  • Buitrón (Cisticola juncidis)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Grajilla Occidental (Corvus monedula)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Pardillo Común (Carduelis carduelis)

domingo, 19 de julio de 2015

PASEO POR LA LAGUNA DEL CAMINO DE VILLAFRANCA Y LA LAGUNA DE LAS YEGUAS

     En mi segunda visita al Complejo Lagunar de Alcázar de San Juan, en la mañana del presente día, me dediqué a buscar los caminos que llevaban a la Laguna del Camino de Villafranca y la Laguna de las Yeguas. Como el día anterior, estuvo la mañana nublada al principio, despejada después. Empleé el mismo tiempo que ayer, unas cuatro horas, pero en lugar de esperar en observatorios, lo invertí en caminar alrededor de las lagunas. Y aunque la jornada matutina dominical no me deparó tantas observaciones como la del sábado, sí que me dejó alguna agradable sorpresa.
     Mis observaciones comienzan a la salida del pueblo, con un bando de pardillos, a los que primero escuché, otro cercano grupo de gorriones, y una tórtola turca posada en el suelo entre ambos. Ya que debía pasar cerca de la Laguna de la Veguilla inevitablemente vi los flamencos en sus aguas, y a las gaviotas reidoras y sombrías, y a los vencejos sobrevolándolos. Los conejos se movían entre las lindes del bosque de tarajes y los campos, y las grajillas, emparejadas, permanecían posadas en sus respectivos postes, lanzándose algún graznido de vez en cuando. Desde lo alto de un pequeño montículo, minado por los conejos que asomaban por las bocas de las madrigueras, oteaban unas urracas. Un joven pinar, a modo de bosque-isla, rompía la monotonía del paisaje dominado por el sistema agrario. Pero los pinos en formación, alineados, denotaba su origen en una repoblación forestal. Más adelante, por el mismo camino que iba recorriendo, también lo andaban un par de cogujadas, que de vez en cuando cantaban, hasta que salieron volando. Un milano negro, gaviotas sombrías, y unas solitarias palomas volaron sobre el barbecho que separa la Laguna de la Veguilla de la Laguna del Camino de Villafranca, la más extensa de todas.

Laguna del Camino de Villafranca

     Pero una gran extensión gris denotaba su carácter estacional y que la laguna estaba seca. No había resistido el tórrido estío. Los grises oscuros de las partes centrales y más hondas indicaban que aún queda barro fresco, frente a la dura costra gris claro del perímetro de la laguna. Ningún ave acuática quedaba allí. Tan solo alguna que otra golondrina revoloteaba por la zona. Los tarajes eran más pequeños, y el bosque que forman rodeando la laguna es mucho más estrecho e interrumpido que en la Laguna de la Veguilla, pero igualmente era aprovechado como refugio por los conejos, o por alguna abubilla o las urracas para posarse en las ramas. Me asomé a los dos observatorios de esta laguna, y evidentemente no vi nada. Pero me llevé una terrible sensación de abandono de estas instalaciones. Una liebre se dio una carrera hasta un olivar.

Entorno de las lagunas

Páramo de los alrededores


























     Pude escuchar aisladamente un sonido, que no había oído antes, pero que captó mi atención. Miré hacia arriba tratando de descubrir al autor, pero no lo conseguí. Se volvió a repetir más cerca, y después se fue alejando paulatinamente, pero sin ver nada. Acto seguido, la silueta de un ave, que era casi un punto en el cielo, se echó a tierra. Tal vez fuera solo casualidad, pero lo sucedido me dio una pista de quien se podía tratar, y acerté a la primera. Con el móvil, pude comprobar que había escuchado, y aunque fuera fugazmente, también había conseguido ver por primera vez, a la ganga. Me acerqué a probar suerte, y salió otra volando de alguna parte, que aterrizó más cerca. Acercándome cautelósamente a esta segunda ganga, salió volando la primera desde bastante cerca de por donde iba, sin que la hubiese visto antes. Se perdió en el horizonte, y yo ya iba centrado en tratar de descubrir a la segunda en el suelo. Mientras, pude ver otro par de gangas más, que pasaron volando en el mismo sentido en que yo caminaba, y que a saber donde se dejarían caer. La suerte me sonrío, y gracias a sus movimientos por tierra la pude ver a unos 50 metros de distancia. Un día más volví a maldecir haberme venido sin los prismáticos, pues además estuvo un considerable rato, antes de emprender el vuelo, efectuando cortos desplazamientos por tierra que interrumpía con la quietud.

Costra salina sobre el fondo de la seca Laguna de las Yeguas

     El calor empezaba apretar, pero seguí mi camino hasta la Laguna de las Yeguas, que también se encuentra seca. Unos gorriones revoloteaban por el tejado de una casa. Los tarajes crecen como arbustos aislados y dispersos a su alrededor, y la presencia de algunas matas de salicornia denotan que su naturaleza es salobre. Traté de rodearla, pero cuando comprobé que el camino se separaba demasiado de la laguna, retrocedí. Tan solo vi alguna golondrina por aquí. Pequeños saltamontes acompañaban mis pasos con sus saltos. Una pequeña y rápida lagartija se me cruzó sin que me diera tiempo a verla con claridad, ocultándose rápidamente bajo el pasto.















     Al llegar de nuevo a La Laguna del Camino de Villafranca, tomé otro camino, el de la otra orilla a los observatorios. El seco camino me acabó llevando al pinar, después de una calurosa y estéril caminata. En la suave ladera de un pequeño cerro volaban dos cernícalos, cerniéndose, cayendo en picado y nuevamente remontando. Dos agrupaciones de cigüeñas se elevaban con las corrientes térmicas, y se deslizaban suavemente por el aire cuando llegaban al final. Junto con ellas volaba una rapaz que no pude identificar.
     Pasé junto a la Laguna de la Veguilla. Como un oasis en el desierto, el agua es fuente de vida. Porque aunque no eran las horas más propicias, además de los flamencos, pude ver en esta ocasión a unas cigüeñuelas. Pasaron un par de bandos de estorninos. Las golondrinas daban pasadas a ras del suelo y sobre los espesos tarajes, y escuché a los pardillos.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Liebre Ibérica (Lepus granatensis)
  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Cigüeña Blanca (Ciconia ciconia)
  • Flamenco Común (Phoenicopterus roseus)
  • Milano Negro (Milvus migrans)
  • Cernícalo Vulgar (Falco tinnunculus)
  • Cigüeñuela Común (Himantopus himantopus)
  • Gaviota Reidora (Chroicocephalus ridibundus)
  • Gaviota Sombría (Larus fuscus)
  • Ganga Ibérica (Pterocles alchata)
  • Paloma Bravía (Columba livia)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Vencejo Común (Apus apus)
  • Abubilla (Upupa epops)
  • Cogujada Común (Galerida cristata)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Grajilla Occidental (Corvus monedula)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Pardillo Común (Carduelis cannabina)

sábado, 18 de julio de 2015

OBSERVACIONES EN LA LAGUNA DE LA VEGUILLA

     Aproveché esta mañana, en la que el calor daba tregua, para acercarme andando a la Reserva Natural del Complejo Lagunar de Alcázar de San Juan. Dado que en la Mancha Húmeda se funden las lagunas con los amplios y llanos campos, es posible observar la variada avifauna que se congrega en estos entornos, pertenecientes a ambos mundos, al lacustre y al estepario. Mi corto paseo se limita a la Laguna de la Veguilla, y mis observaciones se ciñen a lo que fui capaz de identificar a simple vista, debido a que no me traído los prismáticos aquí, un error imperdonable que no se puede permitir un naturalista.
     Las manchas de agua que reflejaban el cielo en su espejo y verdor del carrizal a su alrededor, en el horizonte, en medio del asolado páramo manchego, me indicaban donde se hallaba el humedal que visitaba por primera vez. Aunque yo ya me había fijado en la silueta de la cigüeña sobre su nido situado en un poste, que destacaba en el paisaje. Puntos negros y puntos blancos en el agua, aguardaban a ser identificados. Sobre ellos, la oscura silueta del aguilucho lagunero contra el gris del cielo no suponía ninguna duda.
     Llegando hacia el Centro de Visitantes había conejos entre los tarajes y golondrinas volando a ras del camino. Una abubilla levantó el vuelo desde el suelo, donde se desplazaba una lavandera blanca. También se movía alguna paloma torcaz, abejarucos y gorriones. Antes de dirigirme al primer observatorio, me asome a una alberca junto al centro, donde placidamente nadaban un par de fochas.


     Desde el observatorio pude comprobar que aquellos puntos blancos que veía lo lejos eran flamencos, y los puntos negros se correspondían con fochas y ánades reales, y quizás alguna especie de pato más. Todavía estaban lejos, pero ya podía distinguirlos. Los vencejos bajaban desde las altas capas del aire donde se suelen mover, a beber a la laguna, dando pasadas sobre las mismas, recordándome a las golondrinas que volaban justo a mi espalda, sobre el terreno. Desde el observatorio podía oír a las golondrinas y a los abejarucos mientras miraba a los zampullines sumergirse, o al aguilucho lagunero sobrevolar el carrizal. Más al fondo revoloteaban, entre risotadas, un par de gaviotas reidoras.
     Caminando por los alrededores de la laguna, sin saber que llegaría a un segundo observatorio, destacaban los conejos por su número. Era fácil encontrar sus letrinas y excavaciones por el terreno. También las urracas resultaban frecuentes en el lugar. Desde el segundo observatorio podía ver los flamencos, los patos y las fochas más cerca. También a un par de aguiluchos laguneros, y alguna paloma bravía. Pero el ave que más me llamó la atención fue el morito que pasó volando. Cercanos al observatorio, hubo un pequeño grupo de gorriones en un taray. Un par de bandos de estorninos volaban, lejos y altos.


     Se despejó la mañana, brillaba y calentaba el sol y el cielo se tornó azul. Tras un rato, seguí el camino, que me llevó a un tercer observatorio, donde permanecí más tiempo que en los anteriores. Bullía la vida. Además de los flamencos, ánades y fochas, nada más llegar se levantaron de las someras aguas las avefrías que probablemente advirtieron mi presencia. O tal vez las inquietara el paso de tres aguiluchos laguneros. Por las aguas cercanas a la orilla merodeaban pequeñas limícolas, que probablemente fueran andarríos. El morito, estaba posado por allí cerca, sobre la jungla de carrizos. Y de las entrañas de la jungla se descubrió el gallo azul, el calamón. Una pareja de grajillas posadas en un poste, y el paso de alguna que otra paloma, bravías y torcaces, completan el elenco de aves que fácilmente podía reconocer, sin necesidad de prismáticos, pero con la frustración de no poder observarlas con más detalle. Y adonde estaban las avefrías vinieron a posarse un grupo de cigüeñuelas.
     Pero distintos espectáculos se sucedieron mientras aguardaba allí. Una limícola estuvo hostigando insistentemente con gritos y picados a un aguilucho lagunero que cicleaba en el cielo. Otro aguilucho lagunero se bañaba en la laguna. Junto a las cigüeñuelas volvieron las avefrías, que volvieron a alzar el vuelo un par de veces más, junto con las pequeñas limícolas de la orilla, cada vez que el aguilucho lagunero aparecía por las inmediaciones. Salieron de la espesura del carrizal un par de calamones, que pronto se quitaron de mi vista. Varias cigüeñas cicleaban sobre la laguna. Escuché en un par de ocasiones al ruiseñor bastardo, y multitud de sonidos más que llegaban a mis oídos que no sabía ponerles nombre del ave que los emitía.


     Aparentemente el camino no seguía más adelante. Volví sobre mis pasos, y volví a parar un rato en el segundo observatorio. Poco después hice lo mismo, dirigiéndome al primero. Nada nuevo que añadir en ninguna de ambas paradas.
     Tras el rato que pasé en el observatorio donde estuve al principio, decidí moverme por el lado opuesto a los observatorios, por la otra orilla, tratando de bordear la laguna, explorar un poco, y quizás llegar a encontrar el camino que me llevara a la segunda laguna, de las tres que forman este humedal. Descubrí otro pequeño observatorio bastante alejado del agua, miré a mis pies, y concluí que seguramente funcionaría cuando el nivel del agua subiera. También encontré un par de calvas en el carrizal que abrían la vista a la laguna. El cielo que surcaban las gaviotas sombrías había vuelto a nublarse, a descolorarse entre el gris y el blanco.


     Durante mi andanza pude oír los monótonos arrullos de la tórtola común y a las urracas alarmadas. Pude ver a los flamencos, las cigüeñuelas y a las menudas limícolas de las aguas superficiales allí donde me lo permitían los carrizos. Como no encontré la forma de seguir adelante, bien para rodear la laguna, bien para el encontrar el camino hacia la próxima, volví para atrás. Los crotoreos de las cigüeñas, que ahora planeaban sobre mí, me hicieron alzar la vista para contemplarlas. La melódica estrofa de una cogujada me permitió descubrirla en el suelo.


      Volví a sentarme un rato en el primer observatorio donde estuve cuando llegué. Por una ventana lateral pude ver a un grupo de golondrinas posadas sobre las secas ramas de un taray. Los flamencos se habían acercado ahora a la masa de agua que desde aquí se vislumbraba en primera línea. En esta ocasión me fue posible ver una pareja de malvasías cabeciblancas. Pude identificar a estos pequeños patos gracias a la cabeza blanca y al pico azul del macho. Y junto al observatorio empezó a caminar un andarríos chico, que por la cercanía, pude ver con total claridad. Y ya de regreso a Alcázar escuché unos reclamos entre unas piedras que asocié con collalbas. No tardé en ver que se trataban de una pareja de collalbas grises.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Zampullín Chico (Tachybaptus ruficollis)
  • Cigüeña Blanca (Ciconia ciconia)
  • Morito (Plegadis falcinellus)
  • Flamenco Común (Phoenicopterus roseus)
  • Ánade Azulón (Anas platyrhynchos)
  • Malvasía Cabeciblanca (Oxyura leucocephala)
  • Aguilucho Lagunero Occidental (Circus aeruginosus)
  • Calamón Común (Porphyrio porphyrio) 
  • Focha Común (Fulica atra)
  • Cigüeñuela Común (Himantopus himantopus)
  • Avefría Europea (Vanellus vanellus)
  • Andarríos Chico (Actitis hypoleucos)
  • Gaviota Reidora (Chroicocephalus ridibundus)
  • Gaviota Sombría (Larus fuscus)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Paloma Bravía (Columba livia)
  • Tórtola Europea (Streptopelia turtur)
  • Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
  • Vencejo Común (Apus apus)
  • Abejaruco Europeo (Merops apiaster)
  • Abubilla (Upupa epops)
  • Cogujada Común (Galerida cristata)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Lavandera Blanca (Motacilla alba alba)
  • Collalba Gris (Oenanthe oenanthe)
  • Ruiseñor Bastardo (Cettia cetti)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Grajilla Occidental (Corvus monedula)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)