miércoles, 31 de diciembre de 2014

ÚLTIMA JORNADA DE CAMPO DEL AÑO EN LA SIERRA DE ANDÚJAR

     Un año más termino pasando sus últimos días en el monte, en la cercana Sierra de Andújar. Nunca hay dos días iguales en el campo, aun estando en los mismos lugares e incluso repitiendo en las mismas horas. Siempre se puede observar algo diferente. De estos últimos días, destaco el de hoy, en el que hemos apurado al máximo las horas de luz.
     Avanzando lentamente por las dehesas podían verse urracas, rabilargos, palomas y perdices moviéndose agrupadas. Nos detuvimos un momento al escuchar a las urracas, pero como en muchos casos, no marcaban nada.
     También aparecían los conejos, que a lo sumo eran dos los que podían verse juntos. La mayoría en solitario, denotando la triste realidad que han dejado tras de si las enfermedades que han diezmado las poblaciones del lagomorfo que era tan común antaño. Sin conejos en el monte, sus depredadores habituales se ven avocados a buscar fuentes de alimento alternativas, entrando en conflicto con intereses humanos, o ampliar sus territorios y dispersarse más. Esta es la principal causa que hayamos cerrado un año tan catastrófico para el lince ibérico, con la fatídica cifra de 27 muertes por causas no naturales… que se sepa, según datos oficiales. Principalmente han sido atropellos, pero también ha habido algún ejemplar que se ha dejado la vida en la trampa o en el tiro de escopeta de algún desaprensivo cazador. También por la caza los ciervos se mostraban bastante huidizos.
     Las totovías, invisibles en el suelo, no se descubrían hasta que no levantaban el vuelo, o bien cuando emitían su melódico canto. Entre las apretadas zarzas que crecen junto al río se escuchaba al petirrojo, que de vez en cuando se descubría. Un cormorán pasó volando siguiendo el curso del río. Entre los deshojados fresnos podía oírse los reclamos del pico picapinos, que no vimos hasta que no emprendió su ondulante vuelo. La hierba crujía con nuestros pasos, y en lugar de mostrar flexibilidad, estaba rígida debido a la escarcha.
     Subimos hasta una alta loma desde donde oteamos el terreno un rato. Vimos pasar unos ciervos, que se desplazaban apresurados, tal vez asustados por tres perros que parecían extraviados, que habíamos visto momentos antes. La presencia de estos animales en el monte, bien perdidos en tras las monterías, o abandonados directamente por sus dueños, provoca serios perjuicios en las especies silvestres y en el ganado doméstico. Pasaron también algunas palomas, y un arrendajo que se metió en la copa de un pino.
     Bajamos hacia las dehesas, por un umbrío barranco donde el bosque mediterráneo alcanza su máximo esplendor con las siempre verdes encinas y los ahora dorados quejigos, mezclado los madroños de hojas de verde brillante y sus vistosos frutos rojos, los verdes oscuros del mirto, del agracejo o del lentisco, y las rojas cornicabras, ofreciendo a la vista un hermoso contraste cromático. En esta vaguada hay rincones donde no penetran los rayos de sol en todo el día, blancos por el hielo, de la escarcha que se acumula de un día para otro. En las dehesas, donde la vegetación no es tan apretada como en el barranco, podían verse fácilmente las urracas, los rabilargos y las perdices. La observación de los conejos repetía prácticamente en los mismos sitios.
     Tras hacer un recorrido prospectando las dehesas bajas, volvemos a dirigirnos a otro punto en las partes altas, desde donde otear el terreno. Un par de zorzales cambiaron su rumbo a descubrir nuestra posición. Pasado el medio día, me aposté contra una roca de granito en una ladera, desde donde tener una cómoda perspectiva. En un momento que me dio por volver la mirada atrás descubro una enorme serpiente que se arrastra detrás de mí. Pero lo que me desconcierta es que no logro identificarla claramente, por presentar una librea negra que no me es familiar entre las especies de ofidios propias de aquí. De hecho, hasta barajé la posibilidad que pudiera tratarse de una especie exótica, mientras me inclinaba sobre ella para poder verle la cabeza. Cuando consigo vérsela, concluyo que se trata de una culebra de herradura, inusualmente negra, en la que casi resultaban inapreciables las manchas que lucen los ejemplares ibéricos. Este diseño es más característico de los individuos norteafricanos. Sobrepasaba el metro de longitud, pero también resultaba sorprendente que estuviera activa en pleno invierno, que aunque había sido relativamente cálido, desde hace unos días helaba bastante.

Culebra de Herradura

     A la hora del almuerzo hizo su aparición, aunque en la lejanía, el águila imperial. Por la zona empezaron a mostrarse muy activos los pequeños pájaros a primera hora de la tarde. Sobre todo se veían petirrojos y mosquiteros, pero también un pequeño agateador trepando el tronco de un pino, y un reyezuelo que no cesaba de moverse entre las ramas de una encina.
      De vuelta hacia las zonas bajas paramos en un par de lugares, a media altura, a hacer unas breves esperas. Desde el primer sitio donde estuvimos se empezaban a ver ciervos otra vez por las laderas de los montes, más activos por la tarde que por la mañana. Por aquí se oyeron jilgueros. También se oyó al águila imperial, y poco más tarde apareció para posarse sobre la horrible estructura metálica de una torreta eléctrica. En el segundo sitio donde paramos veíamos los prados de las dehesas ya en penumbra, por donde también había ya algún ciervo pastando. Un grupo de urracas se concentraba en un sitio, emitiendo su alarma, pero de nuevo no señalaban nada. También se dejaron oír los pitidos del pito real y el reclamo del herrerillo.
     Llegamos hasta la inmediación del río, donde poco a poco se nos hizo de noche, en una espera en el interior del coche. Se escuchaban los reclamos de petirrojos, del chochín y de la curruca cabecinegra. También se oyó graznar una garza real. Con la oscuridad, empezaron a oírse los reclamos de los mirlos. Con su pesado vuelo, la negra silueta de un búho real surcó el cielo hasta posarse en una torreta eléctrica. Con el telescopio pudimos apreciar con algo más de detalle, tanto como nos permitía la poca luz que ya quedaba, al compacto búho, que llegó a ulular. Mientras, también empezó el cárabo a hacerlo desde el bosque de ribera. Y desde la lejanía, también llegaron a nuestros oídos los ladridos de un zorro.
     Recorriendo los caminos, en dirección a la carretera, se nos cruzaron tres gamos, vimos más ciervos, los conejos parecían más activos de noche, y finalmente también se atrevió a atravesar el caminote lado a lado un pequeño ratón.


Lista de Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Ratón de Campo (Apodemus sylvaticus)
  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Zorro Rojo (Vulpes vulpes)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)
  • Garza Real (Ardea cinerea)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Búho Real (Bubo bubo)
  • Cárabo Común (Strix aluco sylvatica)
  • Pito Real (Picus viridis sharpei)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Totovía (Lullula arborea)
  • Chochín Común (Troglodytes troglodytes)
  • Petirrojo Europeo (Erithacus rubecula)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Zorzal Común (Turdus philomelos)
  • Curruca Cabecinegra (Sylvia melanocephala)
  • Mosquitero Común (Phylloscopus collybita)
  • Reyezuelo Listado (Regulus ignicapilla)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Agateador Común (Certhia brachydactyla)
  • Arrendajo Común (Garrulus glandarius)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanopica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Culebra de Herradura (Hemorrhois hippocrepis)