domingo, 20 de julio de 2014

OBSERVACIONES DE CAMPO EN UNA MAÑANA DE VERANO EN LA SIERRA DE ANDÚJAR

     El calor que asola Sierra Morena durante el verano, dificulta la observación de fauna a pleno día, que hace que disminuya o cese su actividad durante las largas horas de luz. Ello obliga a aprovechar las primeras horas de la mañana, desde antes del amanecer, o las últimas de la tarde, hasta después de la puesta de sol, si se quiere poder observar algún animal silvestre. Hace un par de días tuve una fructífera mañana estival.
     Cuando iba de camino a recoger a unos clientes se cruzó un ratón por la carretera. Y poco antes de llegar al lugar donde se hospedaban, encontré un chotacabras apostado sobre el asfalto. Algunos minutos después de recogerlos, cuando íbamos entrando en la finca, empezaba a clarear. Recorríamos lentamente el camino. A los lados podíamos ver los ciervos, aprovechando las primeras luces del alba, antes de internarse en las densidades del sotobosque a sestear. Las perdices, y algún conejo, también podían verse por las secas calvas entre el matorral y las rocas, adonde corrían a refugiarse a nuestro paso. Además del movimiento de urracas y palomas, según avanzábamos por el camino, también el mirlo estaba activo en las tempranas horas del día.
     Nos detuvimos en un punto alto en el mismo camino, antes de que el calor hiciera imposible nuestra estancia allí, y dedicar un rato de observación antes de proseguir el recorrido por las zonas bajas. Entre los romeros y las jaras inmediatas cantaba la curruca cabecinegra. Entre las copas de los pinos y las encinas volaban palomas y urracas, mientras las perdices se desplazaban andando por el suelo. Todo era calma, ninguna alarma de las urracas. Un conejo, testigo de lo que fueron prolíficas colonias y ahora es una residual población, se ocultó en un lentisco. Los gorgoteos de los abejarucos nos hicieron levantar la vista al cielo. Navegaban por diferentes estratos del aire los vencejos, lo más altos, los aviones comunes, en una posición intermedia, y las golondrinas comunes, en vuelos rasantes sobre el suelo. Por nuestra posición elevada respecto a la vaguada, podíamos ver a las golondrinas desde arriba, cuando no a nuestra altura, y cuando no por encima, también daban alguna pasada los aviones y los vencejos a nuestro nivel. Esto nos permitió ver entre los oscuros vencejos comunes, un vencejo cafre que se paseó frente a nosotros en un par de ocasiones.
      Los momentos de gran expectación los crearon las rapaces. Pasaron por allí, a no mucha altura, un par de buitres negros con su majestuoso planeo. Y algo después apareció una joven águila imperial, mostrándonos sus primeros vuelos. Volaba no muy lejos, sobre la vaguada y fue a posarse a un pino donde estuvo el tiempo suficiente como para contemplarla con detenimiento. Que las grandes rapaces empezaran a volar indicaba que la temperatura del aire se estaba elevando, con que reanudamos la marcha buscando las partes bajas, más frescas por la sombra de los árboles.
     Recorriendo las dehesas y los encinares aclarados vimos pinzones, rabilargos y urracas. El pito real voló del tronco de una encina a otro, posándose en el lado opuesto a nuestra posición, escondiéndose deliberadamente. Comisqueaban estorninos y palomas en el terroso suelo de una explanada que recientemente estuvo sembrada de cereales. Menos numerosas, y más discretas que las palomas, también había allí unas tórtolas comunes. En las inmediaciones de una casa aparecían los gorriones, y posados en fila en los cables de un tendido eléctrico, los estorninos. Se dejó ver un pequeño grupo de jilgueros en un claro.
     Llegamos cerca del río, donde podía oírse la oropéndola casi continuamente. Dimos un paseo por las sombras de la arboleda ribereña. Los galápagos, raudos, se tiraban desde las piedras al agua. Sobre las puntas más altas de las ramas de un fresno descubrimos unos picogordos. Las golondrinas, tanto comunes como dáuricas, hacían pasadas rasantes sobre la calmada corriente del río. Entre el ramaje podíamos detectar herrerillos y carboneros comunes, bien porque a veces se dejaban ver claramente, o bien porque escuchábamos sus cantos. También pudimos escuchar las voces del agateador y del pico picapinos.
     Tras el breve y pausado paseo junto al río, y los tiempos de espera por la zona, nos dirigimos a otra área. Esta vez fuimos hacia una alberca. De camino, apreciamos que la actividad de los pájaros había disminuido bastante. Seguíamos encontrándonos con urracas, rabilargos, pinzones y palomas, pero en menor número y frecuencia. Pero ahora pudimos ver una pareja de alcaudones comunes, posados visiblemente en sus oteaderos sobre resecos arbustos. Se nos cruzaron también por los carriles algunas lagartijas colilargas.
     El carril que sube hacía la alberca discurre a través de una mancha de bosque mediterráneo donde se mezcla el quejigar con el encinar, tapizado por un denso sotobosque donde figuran lentiscos, cornicabras, mirtos y agracejos, en cuyas espesuras se refugiaban algunos gamos del calor. Paralelamente baja la garganta escavada por un arroyo, ahora seco, donde crecen adelfas y zarzas.
     Al llegar cerca de la alberca, lo primero que pudimos ver fue un joven lagarto ocelado, soleándose sobre una roca de granito, bajo la cual se ocultó al vernos. Se podían oír las oropéndolas y las tórtolas en el quejigar que bordeaba la alberca, mientras caminábamos hacia ella. Alguna oropéndola se dejó ver en vuelo, entre las copas de los árboles. Un águila calzada dio unas pasadas, sobrevolando el barranco donde estábamos. En una orilla, bajo un túnel formado por las zarzas que han trepado sobre los cercanos árboles, saciaba su sed un mirlo. Los galápagos leprosos se echaban al agua. Al rato algunos nadaban cerca de la superficie, asomando la cabeza, pero ninguno volvió a salir a la playa arenosa de la orilla mientras seguimos allí. También, vadeando cerca de la orilla, apareció una culebra viperina, que al acercarse al punto donde estábamos, se hundió en las profundidades. Entre el ramaje de los sauces que circunda la alberca aparecieron unos mitos, y también se dejó ver algún que otro herrerillo.
     Hacia la media mañana decidimos irnos. Bajando otra vez paralelos al arroyo, hacia la salida, vimos sobre un poste de los tendidos eléctricos un águila culebrera. De los cables que se cruzaban de poste a poste, iba y venían algunos abejarucos.

                                                                                                                          
Lista De Especies Observadas (Orden Sistemático):

  • Ratón de Campo (Apodemus sylvaticus)
  • Conejo Europeo (Oryctolagus cuniculus algirus)
  • Ciervo Rojo (Cervus elaphus)
  • Gamo (Dama dama)
  • Buitre Negro (Aegypius monachus)
  • Culebrera Europea (Circaetus gallicus)
  • Águila Imperial Ibérica (Aquila adalberti)
  • Águililla Calzada (Aquila pennata)
  • Perdiz Roja (Alectoris rufa)
  • Paloma Torcaz (Columba palumbus)
  • Tórtola Europea (Streptopelia turtur)
  • Chotacabras Cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis)
  • Vencejo Común (Apus apus)
  • Vencejo Cafre (Apus caffer)
  • Abejaruco Europeo (Merops apiaster)
  • Pito Real (Picus viridis sharpei)
  • Pico Picapinos (Dendrocopos major)
  • Golondrina Común (Hirundo rustica)
  • Golondrina Dáurica (Cecropis daurica)
  • Avión Común (Delichon urbicum)
  • Mirlo Común (Turdus merula)
  • Curruca Cabecinegra (Silvia melanocephala)
  • Mito Común (Aegithalos caudatus irbii)
  • Carbonero Común (Parus major)
  • Herrerillo Común (Cyanistes caeruleus)
  • Agateador Común (Certhia brachydactyla)
  • Alcaudón Común (Lanius senator)
  • Oropéndola Europea (Oriolus oriolus)
  • Rabilargo Ibérico (Cyanipica cooki)
  • Urraca (Pica pica melanotos)
  • Estornino Negro (Sturnus unicolor)
  • Gorrión Común (Passer domesticus)
  • Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs coelebs)
  • Jilguero (Carduelis carduelis)
  • Picogordo (Coccothraustes coccothraustes)
  • Galápago Leproso (Mauremys leprosa)
  • Lagarto Ocelado (Timon lepidus lepidus)
  • Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus)
  • Culebra Viperina (Natrix maura)